A la mañana siguiente desperté por la molesta melodía de una llamada entrante. Grité furiosa a la vez que ahogaba mi cabeza en una almohada, rodé sobre la cama y tomé el celular de la mesita de luz.
—¿Quién? —Respondí aún molesta, apretando mis ojos con los dedos mientras intentaba sacarme las lagañas de recién despierta.
Recordé que cuando llegué no quité el maquillaje de ellos, por lo que seguramente lucía peor que un mapache.
—¡Sabri! ¿Por qué no viniste? —Escuché la voz de Yasmine desde el otro lado de la línea. Sonaba indignada.
—No tenía ganas, Yas. —Respondí con la voz ronca, sin muchas ganas de dar explicaciones. Ni mucho menos de hablar de lo caótica que fue la noche anterior.
Todavía podía sentir la lengua del tal Robby acariciando la mía.
Maldito, Robby.
Lo admito, estaba bastante dolida.
—¡Hoy decidimos el disfraz para esta noche! ¿Qué te parece de porristas de Lakers? —Fruncí la frente recordando la fiesta de disfraces que organizaba la escuela.
—Oh, sí. Es buena idea. —Respondí simplemente, a sabiendas que era imposible que yo me pusiera lo mismo que las demás del grupo.
—¿Mando a hacer el tuyo también? —Preguntó emocionada y negué rápidamente, aunque sabía que no me podía ver.
—No, lo siento. Ya tengo un disfraz que compré ayer, me hubieras avisado antes. —Mentí. No tenía ningún disfraz.
—Oh —Yasmine sonó decepcionada. —Bien, la próxima será. Me tengo que ir a casa, ¡Levántate de la cama, Sabri! —Seguido de eso, finalizó la llamada.
Dejé caer el celular al lado mío en la cama, y observé el techo blanco, como sí fuera una pantalla en la que mis recuerdos de anoche se reflejaran como sí fueran un proyector.
Sí, maldito Robby.
Eran alrededor de las 4 de la tarde cuando decidí salir de mi casa en busca de un disfraz para esa misma noche. No tenía mucho en mente, simplemente me imaginaba como diosa griega y deseaba encontrar un disfraz de eso. Sí no lo encontraba, probablemente no iría.
Estaba en una tienda de disfraces cuando se escuchó el sonido que emitía la campana de la puerta cuando alguien ingresaba en el lugar. Volteé mi cabeza hacía la puerta y extendí la comisura de mi labio al reconocer a esas dos figuras que entraban tranquilamente al lugar. Ellos, en cambio, al reconocerme se detuvieron aterrados como sí hubieran sido convertidos en piedra por la mismísima Medusa.
—Carajo, ¿Tan fea soy? —Pregunté graciosa, a sabiendas de que no era así. Ambos pestañaron repetidas veces y uno se atrevió a hablar, mientras que el otro ocultaba su labio debajo de su mano.
—¿Fea? ¿Ingieres drogas? —Preguntó algo irónico y sorprendido.
—¿Esa pregunta a qué viene? —Me paré justo en frente del friki de cabello negro. Mi mirada cayó en Eli, que me miraba con sus ojos tímidos y lucía algo feliz.
¿Feliz de encontrarme?
—Las drogas destruyen nuestras neuronas poco a poco y ralentizan nuestros pensamientos. Esa es la única manera en la que una persona pudiera considerar que eres 'fea', por lo que efectivamente sí, estás en drogas.
Entonces, al de anoche deberían internarlo en un Drogadictos Anónimos.
Reí suavemente.
—¿Vienen a elegir un disfraz para esta noche? —Pregunté, apartándome de ellos yendo en dirección a los percheros para continuar viendo los disfraces.
—Pues, sí... —Murmuró el de cabello negro luego de un silencio, en el que los miré de reojo y noté que golpeaba a Eli para que me siguieran por detrás.
—¡Justo yo también! Ahora van a ser obligados a ayudarme a elegir. Justamente estaba indecisa y necesitaba una ayuda. —Respondí emocionada mientras tanteaba con la mirada un par de disfraces que había visto un rato antes.
Por una razón que no voy a decir por miedo a ser llamada "zorra", necesitaba que el chico del labio me mirara con esa fascinación nuevamente.
A este punto, puedo creer que la de la fascinación era yo; quizás su inocencia me prendía, quién sabe.
El amigo de Eli abrió sus ojos enormemente, como sí estuviera sorprendido y luego miró al cielo, como sí estuviera agradecido. Me volteé dándole la espalda y escuché que musitó en un tono de voz muy bajo;
—Gracias a Dios o al Diablo por acordarse de mi existencia. Vamos, Eli, síguela.
Tomé un par de disfraces: el de Gatubela, con un enterito engomado y una máscara muy caliente, un enterito de Spiderman, el de Harley Quinn con su típica camiseta con las palabras 'Daddy's Lil' Monster' y el que constaba de un corset blanco, una corbata negra, unos shorts engomados negros y unas orejas de conejo negras con blanco.
Claramente, todo esto no era más que un juego.
—Tendrán que ayudarme a elegir. —Musité sin poder evitar mi tono de voz juguetón, sosteniendo la cortina y manteniendo mi mirada en Eli, quien parecía querer evitarla a toda costa. El que conocí en ese momento como Demetri, golpeaba su abdomen con su codo como diciendo "¡Hombre! ¡Haz algo!".
Me metí dentro del probador oyendo los pasos de, seguramente Demetri, yendo de un lado hacía el otro fuera del cubículo y un par de murmuros inentendibles.
Empecé con el disfraz de Spiderman, el cual se adaptaba a mi cuerpo como una segunda piel. Desordené mi cabello y me tiré un beso en el espejo, luego de acomodar rápidamente mi labial bordo.
Abrí la cortina del probador de un tirón y puedo jurar que oí como la mandíbula de cada uno se desencajaba del lugar. Sonreí inocentemente y esperé que alguno dijera algo.
—¿Qué les parece? —Sin respuesta. —¿No les gusta? —Hice un pequeño puchero.
—Bendito seas Stan Lee, —Demetri se dirigió al cielo —¡Te queda genial, Sabrina!
Sonreí de lado y observé a Eli, quien sabía que no iba a decir ni una palabra. Sin embargo, no deseaba incomodarlo, por lo que simplemente me di la vuelta sobre mis pies y volví a entrar en el probador.
Observé los disfraces, ¿Cuál le gustará a Robby? Estaba convencida de que le hubiera gustado el de Gatubela, por lo que en cuanto pensé aquello, las ganas de probarme ese disfraz desaparecieron y lo dejé apartado.
—¡Tadá! —Hice mis manos como si fueran de yazz y luego sostuve el bate en mi hombro.
—Mentira, bendito DC. ¡Espero que no estés tan loca como Harley, porque sin dudas me lanzaría dentro de un tanque con químicos tóxicos por ti! —Me reí fuertemente. Demetri era mucho más seguro que Eli y sin dudas era muy gracioso. Lamentablemente, el que me gustaba era Eli, quien parecía quedarse sin palabras al verme.
El último disfraz fue el de conejo. No hay dudas de que fue el que mejor me quedó, ya que en cuanto abrí las cortinas, Eli lució como sí ya no pudiera contenerlo y suspiró, observando mi cuerpo de extremo a extremo sin ningún tipo de tapujo. Algo en sus ojos cambió y por un momento pareció un chico distinto, no el mismo Eli tierno e inseguro.
Eli tenia algo escondido dentro de él, como sí tuviera su verdadera personalidad enjaulada en lo más profundo de su ser.
Yo quería liberarlo. Yo podía hacerlo.
Demetri, en cambio, negó con su cabeza. —No, definitivamente te queda muy bien pero no tanto como el de Spiderman.
Entorné mis ojos en dirección al otro chico. —¿Tú que opinas, Eli?
Él no desvió la mirada en ningún momento. —Llévate este. —Opinó/ordenó y yo asentí complacida.
—Pues este será.
ESTÁS LEYENDO
Strike First ━━ cobra kai
Ficção Histórica¡En exclusiva! La historia de Sabrina de Montclair contada desde primera persona en este blog. ¿Quieres enterarte de la verdadera historia detrás de la heredera de la fortuna de Montclair? Te aseguro que no te arrepentirás. Peleas, mentiras, karate...