02.

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Esta vez, la noche no fue diferente.

Bradley me besó, y yo lo besé, como si todo siguiera el mismo curso predecible, y así fue.

Pero en cuanto sus ojos se cerraron, la soledad me invadió como una marea que no puedo frenar.

Su cuerpo era grandioso, sin duda, cada músculo y cada gesto parecían tallados a medida por un dios. Pero su compañía, esa era otra historia.

Era un vacío disfrazado de presencia, una presencia que se esfumaba tan pronto como el sexo terminaba. El calor de su cuerpo no lograba disipar la fría distancia que siempre había entre nosotros, una distancia que ni la cercanía de su piel lograba acortar.

Su compañía era un asco, un juego que nunca me atrevía a abandonar, pero del que nunca me sentí parte.

No recuerdo cómo comenzó esto, cómo llegamos a este punto, solo sé que viene a mí cada tanto cuando él lo necesita, cuando su cuerpo busca la compañía de alguien que no le exige nada más que un cuerpo que se entregue, aunque no haya amor ni promesa detrás.

Y yo, tonto e idiota, me dejo arrastrar una vez más, como si este ciclo tuviera algún sentido.

...

Lo miré dormir, y en ese silencio, él se veía tan lindo.

Su rostro relajado, su pecho subiendo y bajando con tranquilidad, como si fuera un niño que aún sueña sin preocupaciones.

Algo en su calma me cautivaba, como si el mundo que compartíamos se desvaneciera en ese instante, dejando solo la paz de su respiración.

Cómo me gustaría verlo así en mis mañanas, despertar junto a él, sin prisas ni algo más.

Me gustaría poder acercarme a sus labios sin más, sin las barreras que siempre están cuando estamos despiertos, sin las dudas ni las preguntas que jamás me atrevo a hacer.

Solo un beso, uno que no tuviera otro propósito que la simple felicidad de estar juntos, uno que no se desvaneciera al abrir los ojos.

...

Tener intimidad con Brad al principio era algo increíble.

¿Yo, Max Goof, con el chico más popular de la universidad? Era una historia que nunca pensé que contaría, algo fuera de lo común, una experiencia que muchos no se habrían imaginado, solo limitado a desear y soñar, pero para mí era una realidad.

Al principio, solo era eso: un encuentro, una atracción momentánea, un deseo que se cumplía y se desvanecía al amanecer.

Pero ahora, las cosas han cambiado.

Cuando lo miro, no puedo evitar quedarme atrapado por sus ojos, por esa sonrisa que me desconcierta, por todo ese no sé qué en él que me hace perder el control.

Sus gestos, su risa, hasta su forma de mirarme, todo me atrapa de una manera que va más allá de la atracción física.

Lo que antes era suficiente, ahora se siente incompleto.

El sexo no es suficiente.

Él Dijo. | Maxley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora