Familia?

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Agatha terminó su sopa en silencio, mientras observaba a Río, que ya había comenzado a limpiar la cocina con movimientos metódicos. No podía dejar de notar la facilidad con la que Río se desenvolvía en su hogar, como si siempre hubiera pertenecido allí. Y, en cierto modo, lo hacía. Era evidente en la forma en que Nicky la buscaba, en cómo se relajaba instantáneamente cuando estaba cerca de ella. 

Para Agatha, aquello era una mezcla de alivio y desafío. ¿Qué significaba ser madre cuando su hijo ya parecía haber encontrado una figura materna en otra persona? 

—¿Puedo ayudarte con eso? —preguntó Agatha, levantándose de la mesa y señalando los platos. 

Río la miró por encima del hombro, una pequeña sonrisa suavizando sus facciones. 

—No te preocupes, ya estoy terminando. Además, creo que necesitas descansar. 

Agatha frunció el ceño, sintiendo una punzada de irritación. No con Río, sino consigo misma. Sentía que estaba constantemente detrás, intentando alcanzar algo que parecía siempre fuera de su alcance. 

—No quiero descansar, quiero… —Se interrumpió, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. 

Río dejó el plato que estaba lavando y se giró hacia ella, secándose las manos con un paño. Su mirada era serena, pero también firme. 

—Agatha, está bien no tener todas las respuestas. Está bien sentirte perdida. 

La vulnerabilidad en esas palabras la golpeó de lleno. Agatha apartó la mirada, intentando mantener su compostura, pero Río no le dio tiempo para esconderse. 

—Ven aquí —le dijo con suavidad, dando un paso hacia ella y tomando sus manos entre las suyas. 

Agatha sintió el calor de su tacto, tan reconfortante como desconcertante. No estaba acostumbrada a recibir apoyo de esa manera, y menos de alguien que parecía conocerla mejor de lo que ella misma se conocía. 

—Río… —comenzó a decir, pero se detuvo cuando Río levantó una mano para apartarle un mechón de cabello del rostro. 

—No tienes que decir nada —susurró Río, su voz cargada de una emoción que hizo que el corazón de Agatha latiera más rápido. 

El silencio que siguió estaba lleno de posibilidades. Agatha sintió cómo el mundo a su alrededor se detenía, como si solo existieran ellas dos en ese momento. Y antes de que pudiera pensar demasiado, antes de que sus dudas la frenaran, Río se inclinó y la besó. 

El beso fue suave al principio, una pregunta más que una afirmación. Pero cuando Agatha respondió, dejando de lado su reserva, se convirtió en algo más profundo. Fue un momento de conexión, que las dejó a ambas sin aliento. 

Cuando se separaron, Río la miró con una mezcla de ternura y determinación. 

—Estoy aquí para ti, Agatha. Para ti y para Nicky. No tienes que hacerlo todo sola. 

Agatha asintió, sus emociones un torbellino. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que no estaba completamente sola. Pero con esa sensación también llegó el miedo: miedo de confiar, miedo de perder lo que estaba empezando a construir. 

El sonido de Nicky llamando a Río desde la sala rompió el momento. 

—Mami Río… —La voz somnolienta del niño resonó, haciendo que ambas se miraran con una mezcla de sorpresa y complicidad. 

Río sonrió y se apartó con un susurro: 

—Es tuyo también, ¿sabes? Solo necesita tiempo para entenderlo. 

Sin Reservas | AgatharioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora