Capítulo 07 | 1 y 1000 razones

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Tener sesiones de fotos era incómodo para Megumi, y más si tenía a un fotógrafo tomando fotos de él en cada segundo mientras trataba de elegir qué sabor era mejor para el pastel

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Tener sesiones de fotos era incómodo para Megumi, y más si tenía a un fotógrafo tomando fotos de él en cada segundo mientras trataba de elegir qué sabor era mejor para el pastel. Y lo peor es que Sukuna, quien estaba ahí, parecía disfrutar de toda esa atención.

Claro que eso era lo que le decía su gran y brillante sonrisa, porque el tiempo estaba usando, como siempre, sus lentes oscuros con aumento.

—A mí me gustó más el pastel de chocolate y café —hace saber Sukuna a Megumi.

—Que sea ese entonces —dice el príncipe Fushiguro a la persona que organizaba el evento —. ¿Nos podemos ir ya?

Uno de los guardias de seguridad que iba con ellos asintió antes de avisar a sus compañeros que en cualquier momento saldrían del lugar.

—¿Si sabes que tienes opinión propia? — pregunta Sukuna caminando hacia la salida junto a Megumi —Esto no tiene que ser solo con cosas que me gusten a mí.

—Entre más rápido terminé con esto, es mejor para mí. No tengo interés en decidir qué sabor es mejor, qué comida quiero servir en la cena de ensayo.

—Pero—

—Pero nada.

—Bueno, pero no te enojes.

—Si guardaras silencio, no estaría molesto.

Tampoco es como si yo hubiera querido esto y estuviera aquí por mi voluntad —le recuerda el príncipe castaño bastante seco —. Enojate con tu madre o el parlamento. No conmigo.

Megumi sabía que él tenía razón. El príncipe de Espile no era el único al que estaban obligando; Sukuna también era una víctima más del mundo en el que vivían.

Desde ese momento, hasta que llegaron al palacio, estuvieron en completo silencio. Había momentos durante el trayecto en los que Fushiguro miraba al otro príncipe, con la intención de disculparse, pero se quedaba en silencio y devolvió su vista hacia la ventana, al ver que Sukuna seguía escuchando música para ignorarlo.

Y en cuanto llegaron al palacio, Sukuna apenas acarició las orejas de Eros cuando el perro se acercó para jugar con él. Megumi no sabía si había ido a su alcoba o a algún otro lugar para fumar. Pero no lo miro en todo lo que quedaba del día.

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Al otro día, Sukuna tampoco estuvo en el desayuno, ni a la hora de la comida o para tomar el té. Tampoco al día siguiente.

Y aunque no quisiera admitirlo, eso tenía bastante preocupado a Megumi.

Quería preguntarle a su madre si sabía algo sobre el paradero del príncipe de Savita, pero la mujer parecía estar muy ocupada teniendo reuniones con el primer ministro. Discutían algo sobre algún otro reino, así que realmente no sabía a quién más preguntar, y tampoco tenía el número de Sukuna.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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