Capítulo 04 | Mirar

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El reloj en la mesita de noche marcaba las ocho y cuarenta de la mañana, eso significaba que Megumi tenía veinte minutos de sobra antes de ir a desayunar

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El reloj en la mesita de noche marcaba las ocho y cuarenta de la mañana, eso significaba que Megumi tenía veinte minutos de sobra antes de ir a desayunar.

Otras personas se quedaron acostadas o quizá pondría una alarma que sonará en ese tiempo para aprovechar y dormir. Pero Fushiguro no era de ese tipo de personas, él tenía un horario establecido que odiaba alterar.

Se levantaba a las siete para tomar un baño y vestirse para el día dependiendo de las cosas que hubiese en su agenda, todo lo que era su rutina mañanera la hacía con mucho cuidado y detalle para que a las ocho con treinta o cuarenta, tuviera unos minutos de tranquilidad respirando el aire con notas de lavanda del jardín antes de iniciar bien sus actividades para tratar de tener un buen día, aunque, a veces eso no funcionaba.

Y por decir "a veces", era casi siempre.

El joven heredero se miró por última vez en el espejo de su gran closet, tratando de encontrar alguna imperfección en su apariencia, y al no encontrar nada caminó fuera de aquel lugar hasta quedar frente a la puerta principal de habitación. Antes de salir inhalo profundo mientras tomaba la manija de la puerta y cuando puso un pie fuera al momento en que cerraba la puerta detrás de él, exhaló con calma.

Sentía que sería un buen día, y deseaba con todo su ser que su presentimiento estuviera correcto. Porque de lo contrario, entraría en crisis.

Caminaba con paciencia y tranquilidad por los largos y relucientes pasillos, sin detenerse ni una sola vez a ver si había algún cambio mínimo, porque todo siempre era igual. Los jarrones permanecían siempre sobre su lugar, las esculturas no podían moverse, el papel tapiz seguía siendo del mismo tono escarlata, el piso siempre brillaba sin tener ninguna basura. Los empleados hacían su recorrido diario, portando su uniforme perfectamente, haciendo reverencias y saludando con una sonrisa en el rostro.

Amaba que todo siguiera igual que siempre. Y aunque muy en el fondo anhelaba algo nuevo, algún suceso mínimamente distinto a la rutina, era algo que nunca diría en voz alta. Por otro lado, estaba el hecho de que si salía de su rutina se sentía un poco ansioso, entonces, tampoco sabía hasta qué punto le gustaría que ocurriera algo diferente a lo que acostumbraba.

Tal vez solo ocupaba un descanso, pero se obligaba a no tenerlo, y no solo él se forzaba a nunca hacerlo. Su título y la gente que lo rodeaba —y la que no lo hacía— de manera indirecta lo presionaban. En su mente se repetía un constante "eres el futuro rey" y con eso era más que suficiente para obligarse a soportar todo el peso de cada piedra que ponían sobre sus hombros, sin importar si era una diminuta o una gigante. Pero podía soportarlo, para eso se había estado preparando durante tantos años.

Se dio cuenta de que estaba cerca del patio cuando a su nariz comenzó a llegar un olor más fresco y refrescante, además de relajante. Amaba el aroma que desprendía la lavanda, quizá esa podía ser su planta favorita. Era bonita, tenía un color lindo, olía rico y también sabía bien el té, además de que le ayudaba bastante en sus noches de insomnio.

Sparks Fly | SukufushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora