Capítulo 8: Susana Saldívar Corona. Parte 2.

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-¡Papá!-gritó Susana desesperada corriendo a toda prisa. (El de la imágen)

La ciudad que rodeaba al castillo se encontró saturada de soldados en mal estado y de hombres cubiertos de pelo.

-Cómo pudiste hacernos esto Mauro, eres el Luna llena -preguntó el Rey de los hombres gato mientras peleaba en el sótano contra el más poderoso de su planeta.

-Lo siento August, pero tu tiranía acaba hoy. Has construido la ciudad más rica de todo el Universo a expensas de la pobreza del resto del planeta, no quedarás impune-

Se lanzaron uno sobre el otro intentando matarse a espadazos.

-Dónde escondiste el tesoro real August, ¡Dímelo ya! -

En ese instante, con una agilidad propia del Luna llena, Mauro aprovechó para amenazar su vida con un espadazo que apuntaba al cuello. Para su sorpresa, los ojos de August mostraron la marca real en el preciso momento en el que la espada asestaría el golpe haciéndola desviarse de su trayectoria, perdiendo Mauro su oreja derecha al no poder esquivar a tiempo el golpe de August.

-Nunca encontrarás el tesoro real, no mientras tenga estos ojos -dijo el Rey.

Entonces Mauro sonrió.

-El famoso poder ocular de autoesquive de los hombres gato, en serio crees que le temo a algo así. Solo tengo que esperar a que agotes tu maná y entonces ya no funcionará más-

-¡No puedo creer que nos hayas traicionado Mauro! Te lo di todo, te saqué de esa mugre en la que vivías y me pagas así, aliándote con la raza de los hombres bestia para derrocarme, has caído muy bajo -

-Estás en un error August, si me he aliado con la raza de los hombres bestia ha sido por pura obligación, la oposición era muy poco numerosa, pero no creas que solo por eso he renunciado a mi raza o al planeta, esa mugre de la que me sacaste representa todo por lo que lucho, conseguiré la igualdad de todos, aunque eso implique tener que deshacerme de ti -

El suelo retumbó haciendo al techo soltar polvo mientras en el exterior un lunático hombre bestia hacía añicos todo lo que se encontraba a su paso. Rió macabramente y agarró a una mujer por la cabeza explotándole el cráneo.

-Gracias, Mauro, por dejarme disfrutar de la exquisitez de la guerra, es simplemente maravillosa -dijo el maniático lamiendo los sesos mezclados con sangre.

Susana entró desesperada al castillo llamando a su padre cuando un ataque de fuego se dirigió hacia ella.

Creyó que era el fin de su vida y cerró los ojos, pero un escudo de mariposas blancas la mantuvo a salvo.

-Ve por tu padre Susana, yo me encargo de mantenerte con vida, no faltaré a mi promesa de mantenerte a salvo -dijo Tobi mientras sentía en su cuerpo el dolor de todas las mariposas abrasadas.

Continuó corriendo hasta dar con su madre, quien se encontraba aplastando la cabeza de todo el enemigo que se le acercaba.

-¿Dónde está papá?-

No lo sé, pero vallamos por él, hay que salvar a este reino -le dijo la madre sin imaginarse lo que ocurriría.

En el exterior, acumulando una inmensa cantidad de maná en su mano derecha, aquel desquiciado fanático a la guerra la golpeó contra el suelo liberando una onda de destrucción de lava que arrasó con toda la ciudad y parte del castillo, dejándolo todo como si hubiera experimentado la erupción de un volcán.

Al ver esto, Ángela perdió toda esperanza de victoria e insistió en salir del lugar, pero Susana se le escapó de las manos y corrió hasta el sótano donde se había escuchado una explosión.

Multiverso. Parte 1. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora