Una promesa de enemigos

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NOTA: El nombre de Johnny ha sido modificado ligeramente, lo cual no afecta en el canon o al personaje pero creo que es necesario mencionarlo.

...

El rostro del moreno se contrajo en una expresión irritada.

Ver al muchacho de mangas largas caminar hacia él con total despreocupación le hizo preguntarse por qué se tomaba la molestia de ser tan considerado como para haberlo esperado quince minutos más y soltó una maldición al darse cuenta de que su clase de Ciencias tendría que esperar hasta la siguiente semana.

—Llegas tarde —Daniel se molestó aún más cuando vio a Johnny sonreír.

—Sí, ¿y?

—Oh, pues nada —espetó con sarcasmo—. Solo creí que habíamos dicho puntuales.

Johnny dio un resoplido que le levantó todo el flequillo y al cruzarse de brazos, le mandó a Daniel un gesto hosco, como si un insecto se hubiera atravesado en su camino.

—Oye, estoy aquí ¿no? Eso es lo que querías, así que deja de ladrarme.

—Muy bien, esto no está funcionando —murmuró pellizcándose el puente de la nariz, deseando que el Cielo le permitiera tener más paciencia.

—¿Qué no está funcionando?

—¡Esto! —exclamó señalándose a él y luego a Johnny—. Quiero decir, estoy intentando ser tolerante contigo y tú simplemente actúas como de costumbre.

La ironía se escuchó en la risa del rubio.

—Vaya, no me había dado cuenta de que estabas haciendo eso. Yo solo veo al mismo tipo entrometido de siempre.

Los puños de Daniel se apretaron hasta dejarle los nudillos blancos. Por millonésima vez el enojo y frustración volvían a aflorar en su pecho todavía sin entender cómo era que una hora atrás estaba considerando volverse indulgente con él. Sin embargo, antes de intentar replicar al comentario, el más alto ya se le había adelantado.

—¡Vamos, hombre! —exclamó irritado—. Si lo que quieres es que te patee el trasero, no necesitabas escribirlo en mi examen. Solo ve al maldito grano.

Daniel gruñó y se pasó la mano por la cara; arrancó unas hojitas del arbusto que estaba más cerca y encaró al muchacho.

—De acuerdo. ¿Quieres ir al grano? —preguntó sin esperar una respuesta y dejó que se le escapara un suspiro antes de seguir—. Ya pasó una semana, Johnny.

—¿Y?

—¿Y? ¿Ya lo sabes?

Johnny se quedó en silencio frunciendo el ceño. El moreno exhaló poniendo las manos en la cintura.

—¿Tomaste una decisión?

A Daniel le habría gustado decir que estuvo satisfecho por predecir lo que sucedería después.

El chico desvió la mirada de inmediato. Sus hombros cayeron rendidos y solo atinó a tocarse la muñeca derecha.

—Sí, lo hice —respondió, pero era obvio que su voz quiso decir otra cosa pues no se atrevía siquiera a mirarlo a los ojos y después susurró: —No. Aún no.

Colores y PromesasWhere stories live. Discover now