Capitulo 6

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Dios... ¿qué podía decir al ver el rostro de esta chica?

Sí, había chocado contra una chica, de mi altura o incluso un poquito más baja. Llevaba una chaqueta azul, usándola abierta, dejando ver una camiseta de tirantes blanca debajo. No estoy segura de qué coño llevaba de la cintura para abajo, no podía quitar mi vista de su rostro... Me miraba fría y con una sonrisa macabra en los labios.

Aparte de que estaba sonriendo, tenía en ambas mejillas, puntos de sutura. Sí, con hilo, en su piel... Formaban una gran sonrisa a lo largo de su rostro, y con su sonrisa real de ese momento, solo hacía que el hilo negro de sus mejillas se tensara.

Sus ojos me miraban de forma malévola, bueno... su ojo. Sí, solo tenía uno, de color verde intenso, incluso parecía brillar bajo la sombra de los incontables árboles que nos rodeaban. En la cuenca en la que debería hallarse su ojo izquierdo, había un pequeño reloj, que al parecer no funcionaba, pero igual hacía que me erizara de la impresión.

Mi cerebro procesó todo eso en segundos y tardó aún menos en mandarme una imagen mental de cómo podría haberse hecho eso, haciendo que mi estomago se achicase y seguramente una mueca apareció en mi rostro.

Ambas estábamos en silencio, lo único que se escuchaba era mi respiración agitada por haber corrido tanto.

Di dos pasos atrás y miré al suelo. Automáticamente me fijé en sus botas marrones y en cómo sus piernas en las que usaba unos vaqueros negros se doblaban un poco, dándome a entender que se había recostado contra el tronco del árbol que estaba a su lado.

-¡Ejem!- Fingió aclararse la garganta. -Te dije "hola", lo normal sería que respondieras...- Dijo algo molesta y prepotente.

-En realidad...- Musité levantando la cabeza y mirándola. -Me dijiste "hola, zorrita". Así que no tenía por qué responderte, perrita- Traté de imitar la misma soberbia con la que ella me hablaba y miraba.

-Juh- Rió con ironía. -Qué descarada, rubita- Dijo en tono grosero.

Le sonreí como si me hubiera tomado eso como algo normal, ni que me molestara ser rubia.

Se paró derecha otra vez, posicionando sus manos en la cintura, y aún con su mirada fija en mí, hizo un movimiento con la cabeza para echar su cabello castaño y por debajo de los hombros hasta detrás de estos.

-Y dime... tú... - Me miró de arriba abajo, como buscando algún insulto que decirme, pero su mirada se detuvo en el hacha que aún sostenía en mi mano mientras fruncía el ceño. Esta cosa le llama la atención a todo el mundo. -¿De dónde sacaste eso?- Señaló el arma de mango naranja.

-Me la dieron, la misma persona que me persigue, Toby. ¿Te suena? Entre locos quizás se conocen...- Le respondí.

-Oooh... Sí, claro que lo conozco- Ignoró completamente el " locos" y me miró con una sonrisa amplia, que escondía alguna idea mala en la cabeza. Me erizaba cada vez que sonreía, me daban ganas de golpearle su fea cara para que dejara de sonreír a cada rato...

-En ese caso, te dejo ir- Me miró.

-¿Me dejas ir? ¿Pensabas no hacerlo...?- Le dije confusa.

-Sí...- Miró a un costado, como pensando. -De hecho pensaba matarte, pero viendo el giro que dio el asunto, te puedes ir- Me miró sonriendo de lado, como si lo que hiciera fuera un favor o algo.

-¿Eh?- La miré confusa.

-¿Qué? Venga, huye, vete, sé libre pajarito- Me dijo mientras hacia movimientos con sus manos, como si me estuviera ahuyentando como a un animal.

-Ugh- Hice un ruido de que me daba asco y me di vuelta, para empezar a caminar. Ella solo ahogó una risita con la garganta y eso fue todo.

Narra Toby

No puedo hacerte daño. {~Ticci Toby~}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora