Layla creció en los Outer Banks, atrapada entre dos mundos: el lujoso de los Kooks y el real de los Pogues. Después de perder a sus padres, encontró un hogar con Big John y John B., pero la vida en la isla nunca ha sido fácil. Con secretos del pasad...
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Layla
No pasaron ni diez minutos cuando las cosas empezaron a complicarse. La policía llegó sin previo aviso, y enseguida comenzaron a hacernos preguntas sobre qué estábamos haciendo allí. Sabíamos que no podíamos contarles la verdad, así que todos tratamos de disimular la creciente tensión mientras nos asegurábamos de que John B no se ahogara. No podía dejar de pensar en él bajo el agua, y me sentía más nerviosa con cada minuto que pasaba.
El sheriff Shoupe, con su mirada pesada y desconfiada, se acercó a nosotros y nos preguntó directamente:
—¿Dónde está el otro? El chico con el que siempre van.
Nos miramos entre nosotros, buscando las palabras para salir del apuro. Había que improvisar rápido.
—Está trabajando —respondí, sin dudar, mirando a los demás para que me siguieran.
La respuesta salió de nuestros labios con la rapidez de una mentira bien ensayada. Todos nos quedamos ahí, intentando no parecer demasiado nerviosos. Pero mientras todo eso ocurría, el ayudante del sheriff, un tipo joven con mirada demasiado curiosa, empezó a acercarse a mí. Su presencia me incomodaba al instante, y el hecho de que intentara ligar conmigo solo lo hacía peor. No pude evitar sentir una mezcla de asco y frustración. Mi nombre, Layla Teach, no pasaba desapercibido en la isla, y ese tipo claramente sabía de mi historia, lo que hacía que sus intentos de conversación se sintieran aún más invasivos.
Para empeorar las cosas, Shoupe, con su eterna actitud de sospecha, decidió revisar el barco. Miró todo con lupa, inspeccionando cada rincón, lo que hizo que el aire se volviera aún más pesado. La tensión aumentó, y yo sentí que me iba a ahogar antes de que John B volviera.
Finalmente, después de una inspección minuciosa, Shoupe se dio por satisfecho y nos dejó ir. Pero en cuanto desapareció con su ayudante, todos nos lanzamos hacia el agua, con la esperanza de que John B estuviera bien. El corazón me latía a mil por hora mientras corría hacia el borde del barco, deseando que saliera pronto.
John B salió del agua, su cuerpo empapado y agotado, pero lo que realmente llamó nuestra atención fue la pequeña bolsita negra que llevaba en las manos. Mi primer pensamiento fue que tal vez había encontrado algo importante, algo valioso. No pude evitar pensar que quizás, por fin, habíamos dado con algo grande, con dinero o algún objeto clave para nuestra investigación. JJ, siempre entusiasta y con esa chispa de emoción tan suya, celebró al instante.
—¿Qué has encontrado? —preguntó Kiara, acercándose rápidamente mientras nosotros nos agrupábamos a su alrededor.
John B nos miró, sonriendo de medio lado, como si estuviera guardando el secreto para un momento dramático.
—No estoy seguro... pero tiene que ser algo importante —dijo, mientras abría con cuidado la bolsita.
JJ, siempre tan animado, no pudo contener su entusiasmo y dio un salto hacia él.
