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𝕯𝖊𝖆𝖗 𝕷𝖚𝖈𝖊𝖗𝖞𝖘 𝙷𝚘𝚞𝚜𝚎 𝚘𝚏 𝚝𝚑𝚎 𝚍𝚛𝚊𝚐𝚘𝚗
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Varios lores podían juzgar al rey Viserys por comprometer a su hija Daenys Targaryen con Lucerys Velaryon, que al lado de ella era un niño mimado. Algunos opinaban que la hermosa princesa tenía que casarse antes de que su belleza se desvaneciera o su capacidad de tener hijos disminuyera; por ello, en ocasiones, seguían llegando propuestas de matrimonio con la esperanza de que su padre cambiara de opinión.
Sin embargo, todos tienen algún temor. El heredero de Corlys, por ejemplo, vivía aterrorizado con su tío Aemond y la cuenca vacía que ocultaba bajo su parche.
Lo que nadie sabía era que el mayor miedo del rey Viserys era perder a su querida hija, como años atrás había perdido a su primera esposa. Por eso, rechazaba cualquier propuesta y protegía a su pequeña.
Viserys odiaba recordar la conversación con su adorable hija cuando, años atrás, ella mencionó los gritos que resonaron durante el parto de Helaena.
Lo único que podía hacer era cuidar de la menor hasta que estuviera preparada.
En cambio la hija de Alicent siempre se notaba serena ante varias situaciones y nadie había descubierto su mayor miedo. Al darse cuenta de ese detalle su prometido solía interrogarla con diferentes cosas.
¿La oscuridad? No, su platinada amaba la oscuridad y la hermosa noche inundada de estrellas en el cielo.
¿Los insectos? Imposible, porque solía ayudar a Helaena con la colección de bichos.
Realmente no sabía que era lo que la aterraba, aquello que podía causar que la respiración de la chica se descontrolara y sus ojos se movieran nerviosos de un lado a otro.
Hasta que un día fue testigo de esa reacción junto a Jacaerys...
Daenys se encontraba en Dragonstone debido al embarazo de su media hermana que estaba por finalizar, y el rey necesitaba que alguien fuera a supervisar el bienestar de su heredera.