Capítulo 2: Un encuentro en trazos.

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El sol apenas asomaba sobre los tejados del pequeño pueblo cuando Mario abrió las puertas de su taller. El aroma a madera y pintura fresca lo envolvió, como siempre, dándole esa sensación de pertenencia que tanto amaba. Revisó con cuidado el espacio que había preparado: un caballete limpio junto a un par de sillas cómodas, una mesa repleta de pinceles organizados por tamaño y una paleta con colores cuidadosamente mezclados. Este no era solo un encuentro profesional; para él, era una oportunidad de descubrir algo nuevo, de romper la monotonía de su trabajo diario de restauración.

Al rato, un suave tintineo en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Al levantar la vista, la vio entrar. Lina, su misteriosa colaboradora, se adentró en el taller con pasos seguros, aunque sus ojos delataban una ligera reserva. Vestía de forma sencilla, pero elegante, con una bufanda que parecía más un intento de camuflaje que una protección contra el clima. Mario notó sus manos, que llevaban una carpeta de bocetos, apretada como si guardara un tesoro.

—Eres puntual —dijo Mario, rompiendo el silencio con una sonrisa cordial.

Lina asintió, dejando escapar una sonrisa pequeña pero cálida.

—No quería dar una mala impresión.

Mario señaló una de las sillas.

—Por favor, toma asiento. ¿Te gustaría algo de té o café antes de comenzar?

Ella negó con la cabeza, agradeciendo el gesto con un simple:

—Estoy bien, gracias.

La tensión era palpable al principio. Mario intentó romper el hielo mostrando algunas de sus restauraciones más recientes: cuadros antiguos cuyos colores habían sido devueltos a la vida. Lina observó cada detalle con fascinación genuina, acercándose a los lienzos para admirar las pinceladas.

—Es impresionante cómo logras rescatar historias a través del color —comentó Lina, con una mezcla de admiración y timidez.

Mario se encogió de hombros, dejando escapar una ligera risa.

—El arte siempre habla, incluso cuando el tiempo lo silencia. Mi trabajo es simplemente darle voz otra vez.

Peach, bajo su alias, se sintió cautivada por esas palabras. Había temido que este encuentro estuviera lleno de formalidades y técnicas frías, pero Mario parecía ver el arte como algo más profundo, algo que resonaba con sus propios sentimientos.

Decidió mostrarle uno de sus bocetos, sacando un dibujo de su carpeta. Era un paisaje abstracto, lleno de líneas curvas y colores vibrantes que contrastaban entre sí. Mario lo observó detenidamente, inclinando la cabeza como si intentara descifrar un mensaje oculto.

—Es... diferente. —Se tomó un momento antes de continuar—. Hay fuerza aquí, pero también una lucha. Es como si algo intentara liberarse.

Peach sintió que su corazón se aceleraba. No esperaba que alguien captara tan rápido la esencia de su obra.

—Quizás... es exactamente eso lo que quería transmitir.

Mario levantó la vista, sus ojos brillando con curiosidad.

—Lina, ¿qué te inspira?

La pregunta la tomó por sorpresa. Había esperado hablar de técnicas y composiciones, no de sus emociones.

—La libertad, supongo. La idea de que el arte puede romper barreras.

Mario asintió, como si entendiera perfectamente.

—Entonces, ya tenemos un punto de partida.

Mientras discutían las posibles direcciones para su colaboración, la conexión entre ambos se hizo más evidente. Había momentos en los que chocaban ligeramente, con Lina sugiriendo enfoques más controlados y Mario empujando por algo más audaz. Pero esas diferencias no los distanciaron; al contrario, parecían complementar sus visiones.

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⏰ Última actualización: 21 hours ago ⏰

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Los ecos de un corazón real: Mario X Peach.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora