VI. Let me love you

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VI.
La ridícula política de los hijos de Apolo.


Will y Lis tuvieron que sentarse a esperar hasta que Nico terminara el boceto de su canción en la sala de música. El muchacho pasaba por alto que parecía mágico lo que conseguía solamente con una libreta, un bolígrafo, el apoyo de su guitarra y el atisbo de una sonrisa en los labios.

No estuvo pendiente de lo que hacían sus amigos mientras tanto. En algún momento, escuchó que los instrumentos eran probados. Poco después, una melodía en piano se consolidó en la misma medida en que una voz masculina la complementaba con su canto.

Nico levantó la vista, parcialmente tapada por su cabello. O era Will o por coincidencia sus labios se movían con la canción. Apartó las ondas azabaches con un movimiento de cabeza y se restregó ojos, pero no era un engaño óptico. ¿Desde cuándo Will cantaba?

Está bien, lo había oído entonar cánticos en griego antiguo para curar. Pero esto era muy diferente. Cuando Will cantaba para curar, la estética de su voz no era prioridad, sino que su voz solo era un medio para hacer que las heridas sanasen, como cualquier otra medicina. Ahora, sin embargo, esa misma voz parca se elevaba, demostrando su capacidad y su talento en todo su esplendor.

Nico pestañeó y volvió a centrar su atención en la guitarra en sus manos, trazando un acorde acertado tras otro. Había acordado con Will que tendrían hasta el siguiente día para prepararse, y el primero al que se le hayan ocurrido ideas, sería el primero en exponerlas.

Nico ya tenía muchas ideas en mente. Empezaría mostrándole a Will sus actividades habituales, seguidas por las predilectas. Haría que experimente en carne propia cada una de las maravillas que había descubierto en el mundo mortal.

Sin embargo, su apuesta no tenía reglas, más que los términos que establecieron para el perdedor. Eso significaba que Will podría perfectamente contra-manipular sus demostraciones a su favor. Nico tendría que asegurarse de no dejarlo.

Suspiró y tomó nota en su libreta de tapa negra. Los garabatos le salieron más acentuados de lo habitual.

«¿Por qué eres tan inflexible con la idea de regresar?»

El bolígrafo en su mano comenzó a temblar por la fuerza con que lo apretaba. No lo hacía por crueldad, o indiferencia a las personas que allí lo esperaban. Simplemente no quería volver a lo mismo de antes, ese círculo vicioso de amarguras y decepciones.

En la ciudad de Nueva York, por fin halló un lugar donde salir adelante pudo convertirse en un hecho. Ser un chico normal de dieciséis, con una vida tranquila y relativamente feliz. Tenía un trabajo para subsistir. Culminaría sus estudios con Blake. Contaba con una sólida proyección a un futuro exitoso, y los medios necesarios para alcanzarlo.

¿Pero qué pasaba si Nico volvía? Adiós logros y aspiraciones. Volvería a ser el huérfano hijo de Hades que perdió a su hermana, espantando con su poder a quien sea que se acerque. El solitario sin sonrisa que sólo congenia con un grupo específico de personas que lo abruman con su lástima.

Continuó garabateando, estampando su frustración en sus notas.

Volvería a ser el homosexual que se oculta en las sombras por sentirse incomprendido.

Nico estaba harto de soportar el dolor, como una ancla sobre los hombros que lo hundía a cada paso. Por eso había decidido que ya no más. Dejaría esa ancla de lado, desecharía el dolor. Y conseguirlo le había costado. Ahora en su mente sólo cabía el confort, y un desinterés poco convencional que se había irrigado a sus sentimientos.

Live your world  [Rebellious gods' rise #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora