XXIV. Halo

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Remember those walls I built?
Well baby, they're tumbling down
And they didn't even put up a fight
They didn't even make the sound
I found a way to let you in
but I never really had a doubt
Standing in the light of your halo
I got my angel now.

Beyoncé.

XXIV.
Cuando crees que las cosas no pueden empeorar y lo hacen.

«Creo que esto no fue una buena idea» pensó Blake cuando no pudo retener más las lágrimas.

Estaba con Will en el dormitorio de Nico, observando desde una distancia prudente cómo se hacía un real proceso de curación al estilo semidiós y esperando recibir una que otra orden para ayudar.

Básicamente, Will hizo todo con su voz, la cual con el transcurso de las horas dejó de ser un soporífero canto angelical para tornarse en un murmullo ronco y rasposo. No hubo intervención quirúrgica, ni introducción de pintas de sangre por vía intravenosa, ni conexiones a máquinas extrañas. Le parecía sorprendente cómo la magia de Will desafiaba las leyes médicas que el mundo conocía.

Blake contabilizó si quiera cinco cánticos distintos en griego antiguo antes de que Will se viera obligado a parar, completamente afónico. Le tendió un vaso con agua, y el rubio vertió cinco gotas de néctar en ella antes de tomarla.

Blake observó cómo la manzana de Adán de Will se movía mientras tragaba.

Cinco gotas.

Solo aceptaba para sí mismo cinco gotas y lo demás lo reservaría para Nico. Le había entregado hasta la última micra de voz, su mejor atributo. ¿Habría prueba de amor más pura que esa? ¿Habría mayor desdicha que estar en el medio de eso, amando pero estorbando?

Los resultados fueron inauditos. Nico ya no lucía mortalmente pálido, un treinta y cinco por ciento de sus moretones había desaparecido y las puñaladas se estaban cicatrizando. 

Blake sentía que estaba viendo a un ángel dormir. Sin embargo, las lágrimas seguían abriéndose paso por sus mejillas, negándose a obedecer las débiles órdenes que ejercía su cerebro de «quédense adentro».

Había experimentado un trauma con reacción tardía. Era como si recién entendiera o decidiera aceptar lo que había ocurrido.

Parpadeó y vio a Nico, inerte, en los brazos de Will. Su piel le recordaba a la nieve sucia, una suave capa blanca empañada por manchas moradas, verdes, rojas y negruzcas. Destilando sangre. Encharcado en ella.

Nico estuvo al borde de la muerte.

Parpadeó de nuevo y se vio a sí mismo conducir el Ford todoterreno rojo mientras echaba miradas furtivas por el retrovisor. Allí, en el asiento trasero, Will seguía aferrado a Nico. Blake sentía que su estómago formaba un nudo y la garganta se le cerraba.

Nico ama a Will.

¿Por qué el dolor de saberlo era casi tan fuerte como el de verlo en ese estado?

Tal vez, porque Blake ya sabía lo que tendría que hacer al respecto. Dejar de estorbar.

Blake no quiso volver a parpadear, pero sus ojos ardían, así que lo hizo una vez más.

Live your world  [Rebellious gods' rise #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora