XIV. Hand on my heart

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Thanks god I met you and if you don't know
Just put your hand on my heart
and I don't have to say
and I don't have to think
Just put your hand on my heart
You know

Olly Murs.


XIV.
La mala influencia de Juanito Verde.

—¡Déjame salir! —gritaba Hazel, golpeando los barrotes de tierra con sus puños—. ¡Creí que tú y yo éramos algo así como un equipo! —Intentó con todo su cuerpo, sin éxito. Sus ojos picaban y parpadeaban para contener lágrimas—. ¡Creí que estabas de nuestro lado!

—Lo siento, Hazel —respondió la diosa, desde un punto cercano pero fuera del alcance vista. Ese lugar estaba resguardado por las sombras—. No tengo nada en contra de ti. Simplemente te metiste donde no debiste. Te dejaré salir cuando todo esto acabe.

—¿Qué cosa? —Hazel sorbió su nariz y se aferró a los barrotes de tierra con tanta fuerza que cortó sus palmas—. ¿Qué es lo que intentas, Hécate?

—Por seguridad no puedo decirte —contestó la diosa, con voz condescendiente. Hazel se sentía cada vez más indignada—. No sé hasta qué punto tú y tu hermano pueden comunicarse. No puedo arriesgarme a que él lo sepa.

—¿Mi hermano? —Hazel se dejó caer de rodillas, su corazón latiendo a mil por hora—. ¿Hablas de Nico? ¿Q-qué le harás?

—Lo que merece —La frialdad que empeñó Hécate para decir esas palabras aterró a Hazel—. Él pagará por lo que hizo, y los que lo ayuden sufrirán las consecuencias de hacerlo. —Se acercó para mirarla. Algo estaba mal con sus ojos, brillaban de un color morado y estaban recargados de resentimiento mortal—. Aquí estarás a salvo Hazel Levesque.

—¡Pero él no hizo nada!

Hécate refulgió hasta desaparecer, dejándola completamente sola de nuevo.

—No, —a Hazel la carcomía la impotencia— Nico...

Abrazó sus rodillas y sollozó. Su llanto perdiéndose en la tierra y la oscuridad. La resonancia de la cárcel subterránea duplicándolos en un eco devastador.

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—Esto se está pasando de extraño —dijo Annabeth. Otra junta de líderes se había convocado, pero debido a la seriedad del caso, esta vez fue en la Casa Grande—. Ambos hijos del inframundo desaparecidos. Han pasado dos semanas desde que Will y Lis partieron y no han dado señales de vida.

—Yo tampoco no puedo ver nada —murmuró Rachel algo avergonzada.

Secretamente, aún no superaba las palabras de Will. ¿Si su orgullo se hiere sus poderes se pasman?

—Solo tenemos dos semanas más —continuó Annabeth— antes de que la furia de Hades caiga sobre nosotros.

—¿Crees que sea conveniente enviar un segundo grupo de búsqueda? —preguntó Jason.

Reyna y Annabeth negaron con la cabeza al mismo tiempo. A veces, sus acciones e ideas sincronizadas daban miedo. Últimamente habían pasado demasiado tiempo juntas.

—No podemos seguir arriesgando campistas —dijo Reyna, para conseguir el asentimiento de Annabeth—. Estamos empeorando las cosas.

Live your world  [Rebellious gods' rise #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora