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Como es de saber, el penthouse de Jaekyung era un reflejo perfecto de su personalidad: sobrio, limpio y organizado, pero con un aire de frialdad que mantenía a la mayoría a distancia. Era su refugio, un lugar donde podía apagar el ruido del mundo y enfocarse únicamente en sí mismo. Esa noche, sin embargo, la calma del lugar fue interrumpida por un detalle fuera de lo común.

Sobre la mesa de cristal del salón estaba el teléfono de Dan. Lo había dejado olvidado durante su última visita, cuando habían pasado un rato juntos.

Dan siempre era meticuloso, y Jaekyung sabía que olvidarse algo no era típico de él. Este pequeño descuido no hizo más que alimentar la preocupación que llevaba días acumulándose en su mente.

Desde hacía semanas, Jaekyung había estado notando algo extraño en Dan. No eran solo los momentos de aparente distracción o cansancio, eran los pequeños gestos: la forma en que apretaba la mandíbula cuando pensaba que nadie lo veía, el tono más seco en sus respuestas, y, sobre todo, la sensación de que estaba cargando con algo que no quería compartir, como de costumbre.

Jaekyung miró el teléfono. Era consciente de que revisarlo sería una invasión de la privacidad de Dan, y sabía que Dan jamás le perdonaría si se enteraba. Pero la inquietud lo carcomía. ¿Qué estaba escondiendo Dan? ¿Por qué actuaba como si todo estuviera bien cuando claramente no lo estaba?

Lo admitía, el tenía sus red flags y lo sabía, y si, ser una alfa controlador e impulsivo en algunas ocaciones era parte de ellas.

-Mierda, Dan... -murmuró para sí mismo mientras cogía el teléfono.

No había contraseña. Dan no solía preocuparse demasiado por esas cosas, probablemente porque confiaba en que nadie tendría motivos para entrometerse. Jaekyung deslizó el dedo por la pantalla, dándose cuenta de lo fácil que sería detenerse y dejar las cosas así. Pero no lo hizo.

Luego de un raro con el teléfono vio la notificación de un mensaje sin leer, entró y vio una conversación que no llevaba título, solo un número desconocido. Jaekyung abrió el chat, esperando encontrar algo trivial, pero lo que leyó lo dejó helado.

-"¿Te crees tan intocable porque trabajas en el gimnasio Team Black? No durarías ni un día si las cosas se ponen serias

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-"¿Te crees tan intocable porque trabajas en el gimnasio Team Black? No durarías ni un día si las cosas se ponen serias."

-"No te hagas el listo, Dan. Más vale que cuides tus espaldas."

Los mensajes eran breves, pero el tono era inconfundible. Amenazas, claras amemazas, que sugerían que alguien estaba acosando a Dan. Lo peor era que, al desplazarse hacia arriba, encontró otros mensajes similares, algunos más recientes y otros que databan de semanas atrás.

Jaekyung cerró los ojos, intentando controlar la ira que empezaba a burbujear en su interior. ¿Quién se estaba atreviendo a hacer esto? ¿Y por qué Dan no había dicho nada?

A medida que revisaba los mensajes, encontró otras pistas. Palabras como "gimnasio" y "trabajo" aparecían con frecuencia, lo que sugería que los acosadores eran personas que conocían a Dan en su entorno laboral. ¿Alguien del gimnasio? La idea le resultaba insoportable.

Dejó el teléfono sobre la mesa con un movimiento brusco que hace que casi se parta en pedazos, de todas formas si eso pasaba le podría comprar uno más caro, claro. Se pasó una mano por el cabello, intentando calmarse. Había muchas preguntas en su mente, pero una cosa era segura: Dan estaba en problemas, y no iba a permitir que se lo esconda de esa forma, aunque tuviera que enfrentarlo directamente.

 Había muchas preguntas en su mente, pero una cosa era segura: Dan estaba en problemas, y no iba a permitir que se lo esconda de esa forma, aunque tuviera que enfrentarlo directamente

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Jaekyung se sentó en el sofá, mirando el teléfono como si este pudiera responder todas sus preguntas. Sabía que lo correcto sería devolverle el dispositivo a Dan sin decir nada, pero eso no estaba en su naturaleza. Era un hombre de acción, y no podía simplemente quedarse de brazos cruzados mientras alguien que le importaba era atacado de esa manera.

Sin embargo, también sabía que Dan era obstinado. Forzarle a hablar solo haría que se cerrara más. Jaekyung tendría que ser cuidadoso, encontrar una forma de abordarlo sin que se sintiera acorralado.

-Primero, averiguo quiénes son estos idiotas. Luego me aseguro de que Dan no tenga que lidiar con ellos nunca más.

La determinación en sus palabras era tan fuerte como un golpe bien dirigido. No iba a permitir que nadie se interpusiera en su camino.

Cuando Dan regresó al penthouse al día siguiente, se mostró visiblemente aliviado al encontrar su teléfono sobre la mesa.

-Gracias por no tirarlo por la ventana -bromeó, aunque su voz estaba algo apagada. Jaekyung lo observó con una intensidad que hizo que Dan se detuviera en seco -¿Qué? -preguntó Dan, alzando una ceja.

-Nada. Solo asegúrate de no volver a olvidarte cosas importantes, ¿Bien? -respondió Jaekyung, cruzándose de brazos.

Dan frunció el ceño, pero no dijo nada más. Tomó su teléfono y se dirigió hacia la puerta, agradeciendo a Jaekyung de nuevo antes de irse.

Jaekyung se quedó allí, mirando la puerta cerrarse detrás de él. No iba a presionar a Dan directamente, pero ya había tomado una decisión: iba a descubrir quién estaba detrás de las amenazas, y también, de alguna manera, iba a ayudar a Dan con sus deudas.

El líder del gimnasio no sabía lo que se avecinaba, pero Jaekyung estaba listo para enfrentarlo. Dan podía ser testarudo, pero Jaekyung tenía paciencia cuando quería. Y esta vez, no iba a dejarlo luchar solo contra las sombras.

 Y esta vez, no iba a dejarlo luchar solo contra las sombras

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Un Alfa Sentando Cabeza |Jinx| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora