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╰┈➤𝐄l reloj marcaba el mediodía cuando el teléfono de Aneko vibró sobre su pupitre. Había intentado concentrarse en la clase, pero la monotonía de las palabras del profesor ya la tenía distraída. Al ver el número en la pantalla, su estómago dio un vuelco. Era de la escuela de Hakkai.
—Señorita Shiba, lamentamos la molestia.— empezó una voz formal al otro lado. —Hemos tenido un incidente con su hermano menor, Hakkai. Necesitamos que venga de inmediato.
Sin más explicaciones, Aneko pidió permiso para salir, recogió su mochila y se dirigió apresuradamente a la escuela de su hermano. Mientras caminaba por las calles, con el viento frío golpeando su rostro, no podía evitar sentir una mezcla de preocupación y agotamiento.
Pensó en cómo reaccionarían Kenji o Taiju si estuvieran en su lugar. Claro, si les importará. Kenji seguramente se limitaría a decir que "No es nada grave" y seguiría con su vida, mientras que Taiju, bueno... Su fórma de resolver los problemas siempre involucraba gritos y golpes.
Había esperado que esa llamada nunca llegara, pero en el fondo sabía que era cuestión de tiempo. Desde que el comportamiento de Taiju se había vuelto más violento, Aneko había notado pequeños cambios en Hakkai. No eran obvios, pero estaban ahi, en la forma en que su hermano menor apretaba los puños cuando algo lo frustraba o cómo se tensaba cada vez que alguien alzaba la voz.
❝Controlate, Aneko.❞ Se recordó así misma mientras apresuraba el paso ❝Kai te necesita.❞
Cuando llegó a la escuela, una profesora la guió hasta la oficina de la directora. Al entrar, lo primero que vio fue a Hakkai, sentado en una silla, con la cabeza gacha y los puños apretados sobre las rodillas. Parecía un cachorro regañado, con el cabello despeinado junto a su uniforme con algunas manchas de lo qe parecía ser tierra y sangre y los ojos clavados en el suelo. A su lado, un niño de su clase tenía el ojo amoratado y estaba siendo consolado por otra maestra.
