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Sakura se despertó esa mañana con una sensación de vacío profundo, una tristeza que no lograba comprender del todo. Habían pasado días desde que dejó atrás todo lo que conocía, desde que se alejó de Sasori y de su vida en Akatsuki. La tormenta de emociones que la había invadido desde ese momento aún no desaparecía. Había algo inquietante en el aire, y un susurro constante la perseguía. No podía dejar de sentir que alguien o algo la estaba observando.

Al levantarse, comenzó a ir hacia el baño para intentar despejarse. La rutina le ofrecía algo de consuelo, aunque la incomodidad seguía latente. Mientras se bañaba, comenzó a escuchar el familiar sonido de un cuervo. Miró hacia arriba, y allí estaba, observándola fijamente desde un árbol. No le prestó mucha atención al principio, pero algo en ese momento la hizo detenerse.

—¿Y tú qué miras? —dijo, sin poder evitar una ligera sonrisa nerviosa al hablar con el animal, como si fuera la cosa más normal del mundo.

El cuervo no respondió, pero Sakura, aún en su estado vulnerable, no pudo evitar reírse de sí misma. ¿Cuándo fue la última vez que hablé con un animal? pensó, sintiéndose aún más ridícula por la idea. Pero al menos, el cuervo no la estaba juzgando.

Entonces, de repente, el aire se llenó de un zumbido bajo, un susurro, como si un vendaval estuviera acercándose. Sakura miró a su alrededor, sintiendo una oleada de extraña energía. Los cuervos comenzaron a aparecer, primero uno, luego otro, hasta que se convirtió en una multitud, oscureciendo parcialmente el cielo.

Con los ojos bien abiertos, comenzó a alejarse de la orilla del lago, temerosa de lo que estaba sucediendo. Los cuervos formaron una figura, una sombra que se perfilaba entre las plumas negras.

Sakura, al principio, no comprendió lo que veía, hasta que la figura tomó una forma más definida, la silueta de un hombre, alto, con su capa característica. Itachi, pensó en su interior, reconociendo inmediatamente esa presencia que tanto le había marcado.

Avergonzada y sorprendida por la aparición de Itachi mientras ella estaba desnuda, se sumergió en el agua, cubriéndose rápidamente, con el rostro completamente rojo. ¿Cómo pudo ser tan imprudente? pensó, sintiendo una mezcla de incomodidad y sorpresa.

Itachi, sin inmutarse, se dio media vuelta con calma, como si la situación fuera completamente normal. Con un gesto de su mano, hizo que los cuervos se dispersaran de inmediato, dejándolos a solas.

Luego, sin decir palabra alguna, le ofreció su capa, su rostro serio y enigmático como siempre. Sakura lo miró incrédula, sin saber cómo reaccionar. ¿Por qué estaba aquí? ¿Qué quería de ella?

Sin embargo, en ese momento, la presencia de Itachi le resultaba extrañamente reconfortante. Sabía que no podía seguir huyendo de su propia vida, pero al mismo tiempo, no podía dejar de sentirse atraída por la quietud que su presencia le traía, aunque fuera tan distante.

Finalmente, Sakura aceptó la capa, sus dedos rozando la tela suave mientras se la ponía. No dijo nada. En lugar de palabras, solo un profundo suspiro escapó de sus labios, reflejo de la complejidad de sus sentimientos. La realidad que había conocido se estaba desmoronando, y por más que lo intentara, ya no podía ignorar que Itachi, aunque distante, seguía siendo un constante recordatorio de lo que había perdido, pero también de lo que aún podría ganar.

Mientras Sakura se envolvía en la capa, Itachi permaneció en silencio, observándola desde la distancia, como si no hubiera presenciado nada fuera de lo común. La distancia emocional que siempre los había separado parecía ser aún más evidente en ese momento.

𝐃𝐎𝐋𝐋 // 𝐒𝐚𝐬𝐨𝐬𝐚𝐤𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora