Capítulo 4

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- ¡¿Eres idiota?! - la castaña gritaba con enojo a Suguru mientras le desinfectaba sus manos por las heridas de hace unos minutos.

Lo único que Geto podía hacer era disculparse. Él sabe que Shoko simplemente está demasiado preocupada, ella es consciente al igual que él de los grandes peligros que corren todo el tiempo debido a su estilo de vida.

- De verdad lo lamento, no quería preocuparte así.. - Suguru bajó la cabeza.

Solo volteó hacia arriba cuando escuchó los bajos sollozos de su amiga. - ¿Shoko? - le llamó afligido.

- Desapareciste por mucho tiempo, ¿sabes lo preocupada que estaba? - ella no hacía más que golpearle con poca fuerza en el brazo. - Creí que te habías encontrado con Sukuna y sus hombres. -

La intención de Geto nunca fué lastimar a Shoko, pero al parecer siempre era él quien lastimaba a los que amaba, ¿y ahora había alguien que decía querer casarse con él? Realmente ese hombre debía estar loco al creer amar a alguien como él.

Se acercó a ella y le abrazó sosteniendo su cabello, acariciando de arriba a abajo su cabeza que se posaba sobre su hombro. - Lo lamento, no volverá a ocurrir, te lo prometo. - la chimenea a su izquierda era la única iluminación en ese momento, y el llanto de Shoko le rompía el corazón, pues, una vez más, solo era un estorbo que se dedicaba a crear malas emociones.

...

Una semana había pasado desde aquel día, y la verdad las cosas no estaban mejorando, al no tener para siquiera una sola comida al día, Geto no tuvo otra opción más que pedir dinero prestado con la condición de regresar el dinero en mínimo una semana.

Eran tan irracionales, ¿cómo pensaban que él conseguiría todo ese dinero en tan poco tiempo? Estaba jodido. Las marcas de uñas en las palmas de sus manos eran cada vez más frecuentes.

¿Qué más podía hacer? No tenía más opciones, con cada día que pasaba los transeúntes de la zona roja eran cada vez menores por el frío clima que comenzaba a aparecer.

Geto fumaba en un parque, viendo caer la blanca nieve, por alguna razón, eso le recordó al hombre albino, ese maniático que seguro solo quería una noche de pasión para luego utilizarlo de mascota.

Se removió el cabello en un gesto de frustración, suspirando el tabaco de su boca.

Tiró el cigarro en un bote de basura y comenzó a caminar. Probablemente no se dió cuenta de que alguien le seguía por el gran cansancio que llevaba desde hace días.

Antes de darse cuenta, alguien lo emboscó por detrás y le tapó la boca con un trapo mientras lo inmobilizaba.

La vista de Geto lentamente fallaba.

...

Los ojos del pelinegro se abrieron, de manera lenta volteó hacia los lados, vió a un par de hombres, ¿tal vez unos 10? No estaba seguro, tal vez estaba lo suficientemente drogado como para no preocuparse por estar atado a una silla.

Una mano le agarró el cabello y levantó su cabeza de manera rápida y violenta. Hizo un pequeño gemido de dolor.

- Parece que te permites caminar por la calle mientras no me pagas lo que me debes. - "ah, es Sukuna, qué vida de mierda", pensó mientras volvía a cerrar los ojos, simplemente quería que este infierno acabara de una maldita vez.

Sukuna le dió un fuerte golpe, logrando sacarle sangre de la nariz, abrir una herida en su labio y dejar su cara morada. - ¿Ahora me ignoras? Maldito engreído, siempre creyendo que todos te temen por tener esas habilidades enfermas, puto fenómeno. - el pelirosa volvió a darle otro golpe, sosteniendo la silla para que Geto no se cayera.

- Hemos estado jugando al gato y al ratón, pero me empiezo a cansar de tus escurridizas escapadas. - añadió Ryomen, dando palmadas en la cabeza de Suguru, era como si se estuviera burlando de él.

El pelinegro le lanzó sangre de su boca hacia el zapato del pelirosa, tal vez por su acción él lo mataría, pero no le importaba, ahora mismo nada lo hacía.

- Eres un... - Sukuna hizo una sonrisa amarga. Le dió otro golpe y luego se alejó un poco, limpiando la sangre de sus puños con un pañuelo.

- Hagan lo que quieran con él. - dió esas órdenes a todos los hombres presentes, que se veían bastante emocionados por el permiso que acababan de recibir.

Antes de que Ryomen se fuera de ese lugar, paró en seco justo frente a la puerta y volteó a ver a los ojos de Geto con una sonrisa sádica. - Te lo buscaste, fenómeno prostituto. - finalmente salió del lugar, dejando a los hombres que se acercaban a Geto con malicia.

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Me siento orgullosa por haber creado un capítulo más largo de lo normal. Aún así, siento que no pude transmitir perfectamente los sentimientos y pensamientos de Geto.

Pero creo que lo hice mejor de lo que esperaba. Les recompensaré por hacerlos sufrir con éste capítulo, tal vez en unos cuantos capítulos más. 😜

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⏰ Última actualización: 2 hours ago ⏰

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Espejito Espejito (SuguSato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora