CAPÍTULO 8. LOS MALFOY

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El sábado, fue un día nublado, oscuro. Un automóvil especial del Ministerio de Magia, estaba esperándolos en el patio delantero cuando ellos salieron de la casa poniéndose sus capas. 

-Es bueno que papá pueda conseguirlos otra vez -dijo Ron gustosamente, estirándose confortablemente mientras el coche se movía suavemente lejos desde la madriguera, Bill y Fleur saludaron desde la ventana de la cocina.

Él, Sky, Harry, Hermione y Ginny se sentaron todos en la espaciosa comodidad del amplio asiento trasero.

-No te acostumbres a utilizarlo, solo nos lo prestan debido a Harry -dijo el Sr. Weasley sobre su hombro.

Él y la señora Weasley estaban adelante con el conductor del ministerio; el asiento del pasajero delantero.

-Le dan estatus de alta seguridad. Y nosotros también estaremos protegidos con seguridad adicional al arribar al Caldero Chorreante.

-Aquí está usted, entonces -dijo el chofer, tras un lapso sorprendentemente corto, al tiempo que disminuía la velocidad en la calle Charing Cross y se estacionaba fuera del Caldero Chorreante- ¿Espero por ustedes, tienen idea de cuánto tiempo será?

-Un par de horas, espero -dijo Sr. Weasley- ¡Ah, que bien, él está aquí!

Rubeus Hagrid, el guardián de los terrenos de Hogwarts, llevaba un largo abrigo  de piel de castor,  esperándolos.

-¡Harry! -bramó, arrastrando a Harry a un abrazo que quebraba los huesos en el instante que éste bajó del automóvil- Buckbeak (Witherwings) deben verlo, Harry, él está tan feliz de regresar al aire libre

-Me alegro que esté contento,-- dijo Harry y sonrío abiertamente mientras se masajeaba las costillas- ¡Nosotros no sabíamos que ‘seguridad’ significaba ‘tú’

-Lo sé justo como en los  viejos tiempos, ¿eh? Mirá, el Ministerio quiso enviar uno o dos grupos de Aurores, pero Dumbledore dijo que yo lo haría -dijo Hagrid con orgullo, estirando su pecho y metiendo los pulgares en sus bolsillos.

–Vamos entrando entonces… después de ustedes, Molly, Arthur

El Caldero Chorreante estaba, por primera vez en la memoria de Harry, completamente vacío.

-Solamente pasaremos hoy, Tom, seguro que comprendes, asuntos de Hogwarts, tú sabes -Tom cabeceó melancólicamente y volvió a limpiar sus lentes;

Harry, Sky, Hermione, Hagrid, y los Weasley caminaron a través de la barra hacia el pequeño patio frío en la parte  posterior donde los cubos de basura estaban colocados.

Caminaron a través de la entrada e hicieron una pausa, mirando a su alrededor. El Callejón Diagon había cambiado.

Las ventanas que antes tenían una vistosa exhibición de libros de hechizos, ingredientes de pociones, y calderos fueron tapadas a la vista, ocultos detrás de los grandes carteles del Ministerio de Magia que habían sido pegados encima de ellas.

Algunas ventanas fueron cegadas con tablas, incluyendo aquellas de la heladería de Florean Fortescue. Por otra parte, un número de desvencijados puestos habían aparecido a lo largo de la calle.

-Pienso que primero tendríamos que ir con  la Señora Malkin, Hermione y Sky quieren nuevas túnicas de vestir, y a Ron se le asoman demasiado los tobillos de sus túnicas de  escuela, y tú también necesitas unas  nuevas, Harry, has crecido tanto. Vamos  todos —dijo la señora Weasley.

-Molly, no tiene sentido ir todos a lo de Señora Malkin -dijo el Sr. Weasley- ¿Por qué no van los cuatro con Hagrid, y nosotros podemos ir a Flourish y Blotts y buscar los libros de la escuela de todos?

SKY SWIFT Y EL PRÍNCIPE MESTIZO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora