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Abril, 1868

Lee Felix —o quizá, Felicia— escasamente logró aprender de las lecciones que le impartió su hermana.

Olivia por su parte no reaccionó de la mejor manera. Tuvo miedo pero —gracias al “encanto” del Señor Han y las súplicas de su hermano— finalmente accedió a ayudarlo.

El Ladies’ Book of Etiquette que le ofreció Olivia era tan soporífero que logró darle unas buenas horas extra de sueño a Felix.

Debido a eso, ella misma se vió obligada a enseñarle los comportamientos que una supuesta señorita debía presentar, la postura que debía adaptar, las vestimentas que debía usar según la circunstancia e incluso le enseñó unas limitadas teclas en el piano.

En una que otra ocasión Felix se preguntó el por qué ponía tanto esfuerzo a aquellas ridiculeces y más de una vez se cuestionó si aquello había sido una buena idea.

Definitivamente no lo había sido.

Pero el Señor Han Jisung había enviado ya las invitaciones a la gala, particularmente la invitación del Señor Lee —la cual tenía su nombre ficticio—.

Felicia tendría que hacer presencia. Su hermana había hecho el sacrificio de enseñarle lo necesario y estaba agradecido con ella.

Sin embargo, era tarde y todavía necesitaba recordar algunos pasos de vals y las palabras que iba a intercambiar en el evento, y ni siquiera se había acomodado el vestido.

— ¡A-ah! ¿M-más? No logro respirar — jadeó, pero Olivia no prestó ni la más mínima atención a sus súplicas y comentarios.

— Una mujer sin corsé es una vulgaridad — y ajustó dicha prenda aún más al torso de su hermano. Felix gimió de dolor —. Al menos madre me enseñó a colocarlos; no querrás explicar a una criada el por qué vestirás de dama. No has tenido ni la decencia de detallarme el por qué a .

Cuando finalmente terminó de comprimir el cuerpo de Felix en el pequeño corsé, observó su figura. Realmente su madre no le había enseñado a ajustar ninguna prenda, Olivia había aprendido viendo a las mujeres que la vestían en su diario vivir.

Sonrió levemente al ver a Felix haciendo sus mayores intentos de inhalar correctamente, pero su postura rígida y apretada daba a entender que no le era posible.

Le ofreció sentarse frente al pequeño tocador y le dijo que antes de arreglarlo le limpiaría la cara con agua de rosas.

Luego le colocó el vestido y una pequeña tela sobre sus hombros para proteger su vestimenta del maquillaje.

Felix la detuvo unos segundos.

— ¿Los cosméticos ocultarán las pecas? — preguntó, y se tocó el pómulo. También estaba frustrado por la pequeña cicatriz que había quedado luego de golpearse la frente en la casa del Señor Hwang…

— No tenía presente que le disgustaran tanto para necesitar su — mencionó con algo de impresión. Felix bajó la mirada —. Haré lo que esté en mis manos hermano mío. Intentaré así mismo ocultar esa pequeña marca en su frente… quizá la peluca ayude un poco.

— ¡¿Peluca, Olivia Lee?!

Y sin más palabras le pasó una tela con agua de rosas por todo el rostro —con la intención así de callarlo también—.

Luego, con el dedo anular de su diestra, le aplicó un poco de rubor, siendo totalmente cuidadosa y toqueteando suavemente sus pómulos, con la intención de darle un maquillaje fresco y natural. Igualmente hizo con sus labios, usando el mismo carmesí que había aplicado en sus mejillas.

Con polvos de arroz, suavizó las pecas así como también ayudó al rubor a no desvanecer y darle iluminación al rostro de su hermano.

Delineó moderadamente los ojos de Felix usando un poco de su receta de kohl, apenas notable para que se viera un fino delineado sobre la línea superior de las pestañas, dándole un bello toque de atención a sus ojos, con la intención de que aquello fuese lo que capturara a quien lo mirara.
Siempre teniendo la idea de un aspecto natural y liviano.

Finalmente suavizó las cejas y las pintó con un sutil pigmento que no las hacía tan demandantes de contemplación.

Cuando Olivia dió algunos pasos atrás para observar su creación, no logró descubrir a Felix frente a ella. Él habló;

— Hago esto porque deseo que alguien…

— No tiene la obligación de decirme. Lee Felix, confío en que sabrá que es lo mejor para usted.

Felix sonrió levemente incómodo, en parte no solo porque el corsé seguía siendo sumamente desagradable, sino que también puesto que no tenía las palabras para explicar a su hermana sobre sus ridiculeces —y ella, a pesar de todo, fue su cómplice—.

— Hwang Hyunjin — pronunció el chico. Olivia lo miró con ceño fruncido. Ella misma tampoco podía estar más fastidiada por el simple hecho de escuchar su nombre.

Solo que ahora ella al recordar su más próximo e irreversible futuro solo era capaz de pensar en lo que aquel hombre tendría que vivir también.

— ¿Qué ha pasado con el Señor Hwang? — preguntó Olivia, y salió una voz temblorosa.

— He caído por él y soy un repugnante enfermo por ello — pronunció sin pensarlo mucho. Se percató de que aquellas no pudieron ser las mejores palabras y decidió añadir: —, y es p-por eso que tengo la necesidad de hacer el intento de cambiar algunas mínimas cosas. Mi ser lo detesta. A él y a cada pequeña parte de sus palabras, y su sonrisa mediocre, y su forma de fumar la dichosa pipa, y sus ridículos libros de Shakespeare, y…

Quizá había empezado a delirar por la forma en la que su hermana lo veía. Pero ella reflejaba muy adentro, algo de valentía por los actos de su hermano.

Pero preocupación ante todo.

— Realmente es absurdo. No sólo por el hecho de que perfectamente podría usted presentarse como Lee Felix, pero también porque resulta excesivamente intrépido para presentarse como alguien más. Aquello me encanta de ti...

Él sonrió y finalmente recibió un pequeño chal que iba muy bien con su vestido y un abanico de plumas, todas poseciones que su hermana nunca usó y que por lo menos ahora les habían encontrado una forma de utilidad.

Cuando bajaron las escaleras hacia la entrada principal —buscando que nadie los viese— se encontraron con el carruaje esperándolos ya.

Felix detuvo a su hermana un momento antes de subirse al transporte.

— Olivia — la llamó, y tuvo que pensar unos segundos en lo que realmente deseaba decir —. Jure algo.

— Lee Felix… — murmuró ella, negando con la cabeza. Tenía por seguro que su hermano diría algo que no sería de su agrado —. Jurar es indecente y lo sabe…

— Si termino muerto por esto, usted nunca estuvo involucrada. ¿Lo entiendes, Olivia? — procuró bajar la voz, y la zarandeó suavemente por los hombros. Su hermana asintió, y finalmente Felix se adentró en el carruaje.

Ella sabía que su hermano lo decía con la más seria de las seriedades.

Y que cuando las personas supieran sobre aquel escándalo, lo perdería por siempre.

Una lágrima se escapó de su ojo y se perdió en su mejilla antes de sentarse frente a Felix en el carruaje y dirigirse a la mansión del Señor Han.

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Miradas y Secretos   ━━━━━.HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora