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Enero, 1868

Ni la próxima, ni la siguiente a la próxima, ni tampoco logró conciliar el sueño las noches del inicio de enero.

Felix se meneó entre las sábanas, incómodo. Desorganizó el tendido y finalmente se despojó de este, irguiéndose a sus pies.

Sin entender mucho lo que hacía, encendió una vela. Luego la apagó; no deseaba que sus padres ni Olivia se enteraran de que no lograba dormir.

Se colocó un gabán negro y una bufanda sobre la ropa de descanso —porque el desgano no le permitía cambiar su vestimenta completa—, unos guantes y unas botas de cuero. Luego se retiró de la gran mansión.

Atravesó el jardín posterior y se adentró en el bosque, cubierto por la oscuridad precedente al alba. Olvidó sacar su reloj de bolsillo, pero Felix podía estimar que el sol ya estaba por hacer presencia en el horizonte.

Caminó lentamente entre los árboles, acomodándose la bufanda luego de cortar un frío viento de invierno, y arqueo una ceja al escuchar los pasos de otro individuo.

No estaba muy seguro de si asustarse, salir corriendo o convencerse de que aquellas eran visiones luciferinas a causa del mal sueño.

Siguió caminando pero el frío lo golpeó desprevenido. Más pasos.

Miró lado a lado, pretendiendo revelar que —o quien— era la otra presencia.

— ¡¿Quien es aquel…

Luego muy torpemente se golpeó la cabeza con la rama de algún árbol, cayendo inconsciente al frío suelo.

-

Cuando Felix abrió los ojos, se encontró inicialmente con unos ajenos.

Luego se dio cuenta de que ya no se encontraba en el bosque; yacía en alguna habitación la cual no era la suya, y el sol había salido. No estaba en su hogar.

La mirada curiosa de Felix regresó con un entrecejo fruncido a la vista del otro.

— No es por ser descortés, pero ¿qué hago acá?

— Perdió la consciencia, Señor Lee. Y usted fue afortunado de que lo hallara en aquel solitario bosque a tan altas horas del alba. También le favorece el hecho de que haya cancelado un fundamental viaje a Londres solamente para permanecer asistiéndolo. Me debe algunos debidos agradecimientos ¿no lo considera usted?

Lo que más lo exasperaba era que, todo aquello evidenciaba que si le debía agradecer.

— Toda mi gratitud se la concedo, Señor Hwang. Salvó mi vida — susurró; pero su voz contenía el mejor tono de ironía que logró agregar.

— De hecho, Señor Lee…

— Por favor, Señor. No deseo escuchar sus escarnios acerca de cómo sí salvó mi vida. Ahórrese sus despreciables comentarios.

Se levantó con rapidez, pero cayó de bruces contra el suelo tan velozmente como se había incorporado. Hyunjin se rió con descaro; al menos, hasta notar que a Felix le sangraba la frente.

Se acercó afanado a ayudarlo, y lo observó detalladamente —igual a como hacía mientras Felix estaba inconsciente—. Ahora ambos con los ojos bien abiertos.

Hyunjin notó por primera vez lo agotado que se encontraba el otro joven. Felix tenía unos espantosos círculos oscuros debajo de sus ojos, que lo hacían ver de un pálido cadavérico, y una mirada extraviada que viajaba a través de la habitación, y se posaba finalmente en Hwang una vez más.

Lo único —al parecer— que le daba color a su rostro era el diminuto hilo rojo que se desplazaba desde su frente hacia su sien.

Y a pesar de todo aquello, en sus ojos había un pequeño resplandor, un leve rubor en sus mejillas,

Miradas y Secretos   ━━━━━.HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora