Alquilando un novio - Lucemond -

6. No estoy tan ebrio.

¿Estaba ebrio?

Sí.

¿Muy, muy ebrio?

No

Estaba en el estado en que quería estar y si las cosas no salían bien le echaría la culpa al alcohol y fingiría pérdida de la memoria.

Sencillo.

Y no lo pueden culpar, tener a Aemond pegado a él, besándolo, abrazándolo, haciéndole cumplidos frente a tu familia y demás cosas, lo tenía a él en soñado, también haberlo visto con toalla (solo cubriendo su cintura) hizo que sus ganas de tener a Aemond entre sus piernas, fueran más grande.

Así que no perdió tiempo en empujarlo contra el sofá, para luego sentarse encima de él y volverlo a besar mientras movía su cadera a un ritmo seductor, sintiendo cómo funcionaba.

Las manos de Aemond sobaban su cadera, haciendo que ese frío tacto de esta erizarán la piel de este.

Pero nuevamente Aemond lo alejó, recalcando que no estaba en sus cinco sentidos y fácilmente podría no querer esto, pero Lucerys ya había probado el tacto de Aemond y ahora quería más y trataría de conseguirlo. El omega aún sentado en el regazo del mayor se quitó la camisa haciendo que el alfa quedará hipnotizado, Lucerys orgulloso de su cometido tomó las manos de Aemond quien se encontraba paralizado ante lo que pasaba y las llevó a su pecho, obligándolo a masajear mientras volvía a mover su cadera.

El omega acercó su pecho a la cara del alfa, haciendo que esté envolviera la aureola marrón en su boca. Inmediatamente Aemond cerró los ojos y empezó a chupar con necesidad, obligándo incluso a Lucerys a que siguiera moviéndose sobre su miembro ya erecto.

Lucerys tiró su cabeza hacia atrás, mostrando su excitación, mientras Aemond alternaba su boca sobre los dos pezones.

— Noooo. — nuevamente Aemond se alejó, recordando que el omega no estaba en sus cinco sentidos y primero se quitaría la mano, antes de lastimar a Lucerys.

— ¿Tengo que pagarte por esto? —

— No, no es eso, no suelo acostarme con mis clientes, mucho menos si estos no están en sus cinco sentidos.

— Eres un lindo. — Lucerys paso sus manos por el cabello del contrario tirando de este para que sus vistas quedarán conectadas. — ¿Puedes hacer una excepción por mi, alfa? — inmediatamente el aroma a cerezas empezó a inundar la habitación, logrando atraer al mayor. — Sé lo que estoy haciendo y quiero hacerlo, ¿Tú lo quieres? —

— Claro que quiero. —

— Entonces deja de resistirte, alfa. —

Y lo hizo, Aemond dejó de poner resistencia, dejando que los labios del omega se acercarán a los suyos empezando una ligera danza, el beso tenía un ligero olor a licor debido a Lucerys y un poco de café por parte de Aemond.

Ambos se acostaron en el estrecho sofá, desesperados por seguir que no pensaros en extenderlo como cama.

Aemond ya se había desasido de su camisa (o más bien Lucerys se la quitó desesperado por tocar la cálida y lampiña piel) las manos de Lucerys recorrían el abdomen del alfa, maravillado con ese perfecto six pack, no tardó en bajar sus besos por el pecho del alfa, los cuales también estaban algo abultados por el músculo, era evidente que el alfa hacía ejercicios y Lucerys se iba a comer los resultados, cuando llegó al abdomen no tardó en pasar su lengua y besar aquellas protuberancias musculares, y aunque no estaba ebrio, probablemente sin alcohol en su sistema no hubiera empezado a dejar pequeños chupetones.

Y siguió bajando, quitando la correa y bajando el cierre del jean, no sin antes haber safado el botón de este, bajo el Jean hasta la mitad de los muslos para luego dejar besos en el miembro del alfa por encima de la tela.

Aemond ya estaba erecto, y con la vista que tenía no hacía más que ponerse más duro (si es que era posible) vio a Lucerys bajar su boxer y como su miembro salía erecto golpeando la cara de este, aquello lo había excitado de una manera nunca antes hecha, ver a Lucerys tomar su pene sin ningún tipo de pudor, sacando la lengua y relamiéndose los labios, era en definitiva con la escena que quería soñar todos los días.

Lucerys haciéndole un oral.

El omega lamía desde la base hasta la punta, deteniéndose en el glande para chuparlo, para luego empezar a engullirlo casi que por completo y luego sacarlo lentamente de su boca, era grande, tan grande que cuando lo engullía su respiración se veía casi que nula.

Y Lucerys logró su cometido, hacerlo que se corriera en su boca, para luego tragarlo sin dejar de mirarlo a los ojos.

Lucerys era dinamita.

El omega se puso de pie, empezando a menear su cadera bajo la atenta vista de Aemond, safando el botón de su pantalón para luego bajarlo con sensualidad, dejando a la vista unas lindas bragas de encaje negro con rojo y queriendo divertirse con el alfa, el omega tomó el borde de la braga en sus dedos bajandola solo un poco para luego volverla a subir, el movimiento se repitió varias veces hasta que Aemond no aguanto más, jalandolo hasta quedar de pie frente a él y apartar con brusquedad sus manos.

Lucerys realmente le gustó ser tratado así y mucho más ver a Aemond quitarle su ropa interior con los dientes, le gustaba, le gustaba mucho, llevaba años sin sentirse así de excitado, así de deseado.

Una vez desnudo fue arrojado al sofá y no tardó mucho en sentir su miembro ser apresado por los labios del alfa y mucho menos para sentir los largos dedos de este invadir su lubricada entrada, el sabor a cerezas era algo que a Aemond le gustaba, mucho más si provenía de Lucerys, era su nuevo sabor favorito.

No pasó mucho tiempo para que ambos terminarán en el piso, Lucerys en cuatro y Aemond en dos, follándolo tan duro que solo se podía escuchar el lloriqueo extasiado de Lucerys.

Luego Aemond estaba sentado en el sofá y Lucerys montando lo con tanto deseo, mientras su pecho era chupado y masajeado por aquel hambriento alfa que chupaba como si buscaba la bebida lactosa

Ambos encerrados en su burbuja de placer, sin saber que habían sido vistos por el ex del omega, el cual los miraba con enojo, o más bien miraba con enojo al alfa, porque él debería estar en la posición de aquel alfa de quinta.

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Chaito
Mua 💋