˗ˏˋ ♡ ˎˊ˗ Te amo ¿Tú me amas? [Riverduccion] ˗ˏˋ ♡ ˎˊ˗

09

Samantha removía distraídamente la malteada con su popote, mientras lanzaba miradas rápidas hacia Félix, que parecía perdido en sus pensamientos. Era su tercera cita oficial desde que decidieron darse otra oportunidad, pero algo en su comportamiento le resultaba extraño. Él estaba más callado de lo normal, ausente, como si algo le preocupara.

—¿Te pasa algo? —preguntó finalmente, rompiendo el incómodo silencio que se había instalado entre ellos.

Félix levantó la mirada rápidamente, sacudiendo la cabeza como si acabara de volver a la realidad.

—¿Eh? No, nada. Todo bien, ¿por qué?

Ella lo miró con escepticismo, apoyando el codo en la mesa mientras lo señalaba con el popote.

—No sé... estás raro. ¿Seguro que todo está bien? Porque si te aburres conmigo puedes decirlo.

Félix sonrió, negando con la cabeza—No seas tonta, claro que no me aburro contigo.

Pero sus ojos no lograron engañarla del todo. Samantha entrecerró los suyos, analizándolo.

—Mientes horrible, José Francisco. Si no quieres contarme, está bien, pero ya me estoy preocupando.

Él se rió nervioso, rascándose la nuca. Por dentro, maldecía su poca habilidad para disimular. La verdad era que llevaba toda la semana planeando el momento perfecto para pedirle que volvieran a ser novios. Tenía tantas ideas, pero ninguna parecía lo suficientemente buena para ella. ¿Un picnic en el parque? ¿Una cena romántica? Nada parecía estar a la altura de lo que sentía.

—En serio, no pasa nada —insistió, intentando sonar casual mientras tomaba un sorbo de su malteada.

Samantha lo observó por un segundo más y luego soltó un suspiro lleno de drama.

—Está bien, te lo paso por esta vez. Pero que conste que si es algo malo y no me cuentas, me voy a enojar.

Félix soltó una carcajada, aliviado de que ella no insistiera más—Prometo que no es nada malo.

Samantha se cruzó de brazos, pero terminó riendo también. A pesar de la sospecha que aún tenía, decidió no arruinar la cita con más preguntas. Sin embargo, algo en el brillo de los ojos de Félix y la forma en la que sonrió le dio una pequeña esperanza: tal vez, solo tal vez, él también estaba pensando en su futuro juntos.

Félix abrió la puerta de su departamento y dejó pasar a Samantha primero. Apenas cruzó el umbral, ella se quitó los zapatos y dejó su bolso en la entrada como si fuera su propia casa. Félix, que venía detrás, se rió al verla tan cómoda.

—Bueno, parece que no necesitas invitación para hacerte sentir en casa.

—Pues claro que no, Félix —respondió ella, lanzándole una mirada divertida—. Tu casa era prácticamente mi segundo hogar.

Antes de que él pudiera responder, Samantha caminó directo hacia su habitación. Félix, confundido, la siguió con curiosidad, aunque ya sospechaba qué iba a pasar.

Cuando llegó a la puerta, ahí estaba ella, tumbada boca abajo en su cama, con los brazos extendidos como si estuviera abrazando las sábanas.

—Ay, ya extrañaba esta cama —dijo con voz soñolienta, cerrando los ojos por un momento.

Félix cruzó los brazos, apoyándose en el marco de la puerta mientras la observaba.

—¿Eso es todo lo que extrañabas? —preguntó, fingiendo un tono serio.

Samantha levantó la cabeza y lo miró con una sonrisa burlona.

—Bueno, también te extrañaba a ti... un poquito. —Le guiñó un ojo antes de dejarse caer de nuevo sobre la cama, rodando sobre ella como si fuera la cosa más cómoda del mundo.