CAPÍTULO 18 "Necesidad de ser amada"

11 2 0
                                    

Para Alaia Máximo se había estado volviendo cada vez más insoportable, pero trataba de disimularlo lo mejor que podía, no sabía por qué, pero cada vez que él llegaba detrás para abrazarla sentía que era el pelirrojo quién lo estaba haciendo, no podía evitar que su mente viajara inmediatamente a recordar los ojos de Oliver, esos ojos color miel que la habían enamorado, al principio sentía que salir con Máximo era la solución para olvidarse del príncipe, pero la verdad es que era todo lo contrario, solo hacía que estuviera más segura de sus sentimientos por él, aun así en su opinión ya había muchas señales del universo de que lo que sea que había entre ellos no podía ser, pero no sabía cuanto más podría fingir cuanto extrañaba pelear con el bajo la lluvia o sus acercamientos peligrosos a los labios del otro, como si fueran imanes y despegarse fuera algo imposible.

Máximo tenía todo lo que Alaia alguna vez quiso en un hombre, era caballeroso con ella, alto, inteligente, con una buena imagen, su familia lo quería, pero por más que quisiera enamorarse de él no podía, porque no era realmente él.

— Wow, estás de verdad increíbles— Máximo había visto como Alaia bajaba las escaleras radiantes.

— Gracias— dijo Alaia con un tono tímido y pensativo en una voz algo más baja que de costumbre.

Máximo enseguida noto lo extraña que estaba su mirada y decidió preguntar —¿Estás bien? Estás muy extrañas.

— Si estoy bien, no te preocupes, solo que no dormí mucho anoche.

— ¿Puedo saber por qué?— Alaia hizo una pausa antes de hablar, no estaba muy segura de contarle esto al chico.

— Solo estuve pensando mucho, pero de verdad no es nada ¿Nos Vamos?

Así fue como Máximo tomo la mano de la princesa y lentamente caminaron para salir del castillo y poder subirse al auto que los estaba esperando especialmente a ellos para llevarlos a un restaurante al aire libre.

— Me encanta este lugar— dice Alaia cuando llegan a la mesa que les habían reservado, cuando vio que Máximo se acercaba a ella pensó que iba a acomodar su silla para que se pudiera sentar, pero no fue así, solo había saludado a lo que ella identificó rápidamente como una chica alta, rubia y claramente mayor por unos años que ella, tal vez tenía la edad de Máximo, la rubia enseguida se acercó a su mesa mientras largaba unas carcajadas.

Cuando llegó con ellos se lanzó sobre Máximo y este recibió el abrazo gustoso, mientras la sostenía de la cintura y le dejaba un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de su labio, lo cual le provocó ganas de vomitar a Alaia y los quedó mirando sin poder creerlo y con mucha incomodidad, pero tratando de forzar sus labios para sonreír y aparentar que todo estaba bien, ella sabía que no eran nada oficial, pero ¿Acaso no estaban saliendo? ¿Era necesario hacer eso enfrente de ella?

— ¡Dios mío! Te extrañé tanto maxi— habló por fin la rubia con un la voz más chillona que la pelinegra había escuchado nunca.

— También yo rubia— ¿Ahora también hay apodos? Pensó la princesa para dentro de sí misma —bonita te presento a Mélodie, fuimos juntos a la secundaria hace ya unos años.

— Un placer— la cara y el tono de voz de incomodidad de Alaia era notorio para cualquiera en ese momento, menos para Máximo el cual comenzó a hablar animadamente con la rubia sin importarle algo más.

— Yo voy un segundo al baño ¿De acuerdo?— le habló al chico, pero solo recibió un asentimiento de cabeza por su parte, así que se paró de la silla y fue caminando hacia el baño mientras unas pequeñas lágrimas salían de sus ojos.

Cuando llegó se miró en el espejo sin poder creer que estaba llorando por él, pero pronto se dio cuenta de que en realidad no estaba llorando por él, sino por el hecho de que no era Oliver el que estaba aquí con ella, sabía que él nunca le haría algo así.

Luego de unos minutos en el baño decidió salir a afrontar la situación y fingir demencia por completo, se limpió la cara cuidadosamente de no sacarse él poco de maquillaje que se había puesto y se volvió a sentar en la mesa con Máximo, disculpándose por la demora, él estaba solo y cuando miró más allá de su mesa vio a Melodía sentada con aparentemente una amiga.

— ¿Está todo bien?

— Si, claro ¿Por qué no lo estaría?

— No lo sé, parece que lloraste, pero no sé si es por algo en concreto o si solo estas en ese periodo que tienen las chicas.

Alaia no podía creer que no se haya dado cuenta de como le había molestado el encuentro con la rubia, pero solo se limitó a darle una sonrisa forzada e incómoda.

Cuando Alaia pensaba que el chico ya la había cagado lo suficiente soltó un comentario desafortunado mientras cenaban.

— Creo que el cheff te sirvió más a ti que a mí ¿De verdad te comerás todo lo que hay en ese plato?

En ese momento Alaia se había convencido de lo mal que estaba haciendo al haber comenzado a "salir" con él, pero también se calló, tanto que dejo de comer como lo estaba haciendo y solo se limitó a mirar a un punto fijo lo que quedaba de la noche.

— Oye ¿Segura que estás bien?

— ¿Por qué preguntas?

— Vamos Alaia no soy idiota, sé que te pasa algo, estás rara desde que salimos del castillo— ella no respondió, pero se asustó cuando Máximo habló con un tono más alto del normal mientras le daba un pequeño golpe a la mesa —¿¡Estás así por Oliver cierto!?

La pelinegra se quedó sin palabras del susto que el grito le había dado, miro hacia los lados viendo si alguien los estaba mirando —Máximo cálmate por favor, y no digas tonterías— Máximo le volvió a gritar.

— ¿Te crees que soy estúpido y no sé lo que te pasa cuando lo ves?

— ¿¡De qué estás hablando por dios!? No lo veo de ninguna manera.

— Mira Alaia, si me vas a engañar con alguien que al menos sea con alguien que si sienta algo por ti.

La princesa se quedó congelada en su lugar, sin poder creer lo que le había dicho —¿De... de qué estás hablando?

— ¿De verdad piensas que él siente algo por ti?

Lágrimas comenzaron a salir de los ojos de la chica sin poder controlarse, mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas solo se limitó a pararse, agarrar sus cosas e irse corriendo del lugar, dejando a Máximo solo con una sonrisa ganadora.

Alaia estaba abrumada, no podía entender por qué le había dicho todas esas cosas, estaba harta de confiar en las personas equivocadas, necesitaba ser comprendida, ser bien tratada.

Así que sin pensarlo más corrió directo a una casa que había a unas cuadras del restaurante, cuando llegó golpeó rápidamente la puerta deseando que se abra lo más rápido que se podía, de pronto sintió como se abría y dejaba ver al pelirrojo con un aspecto de sueño.

Una Princesa Diferente - Noel CabreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora