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szhlec christmas countdown day 21
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GUTS📍las vegas
004 — surpriseLlegar a Las Vegas siempre era una experiencia abrumadora. Todo, desde las luces hasta el ruido, parecía más grande de lo necesario, pero también tenía algo mágico. La ciudad parecía construida para el exceso, un lugar donde los límites no existían. Sin embargo, esta vez quería algo más simple: descansar. Planeaba llegar al hotel, tomar un baño caliente, envolverme en la bata más suave que tuvieran y sumergirme en el tipo de silencio que es imposible encontrar en un lugar como este.
Ese plan duró exactamente quince minutos.
Mi teléfono vibró en mi bolso mientras el chofer cerraba la puerta del auto. Contesté automáticamente, suponiendo que era alguna notificación rutinaria. No esperaba que fuera Eliza, y mucho menos que sonara como si estuviera apagando un incendio.
—¡Olivia! —dijo con una mezcla de urgencia y entusiasmo que nunca presagiaba tranquilidad.
—Hola, Eliza. ¿Qué pasa? —pregunté, apoyándome contra el respaldo del asiento. Sabía que su llamada significaba que mi tranquilidad estaba oficialmente cancelada.
—Necesito que cambies de rumbo y vayas directo al circuito —dijo, como si fuera la cosa más natural del mundo.
Fruncí el ceño, confundida.
—¿Qué? ¿Por qué?
El sonido de papeles revolviéndose al otro lado de la línea me indicó que estaba intentando organizar sus pensamientos antes de darme la noticia.
—El artista que iba a tocar en la apertura del Gran Premio de Las Vegas canceló a última hora. Los organizadores me llamaron desesperados y pidieron específicamente que tú lo reemplaces.
Sentí un nudo formarse en mi estómago.
—¿Qué? ¿Cómo que a última hora?
—Olivia, es una oportunidad enorme —dijo, ignorando mi pregunta con esa habilidad suya para vender cualquier idea como algo imprescindible—. Gran Premio de Las Vegas. Audiencia global. Transmisión en vivo. Todo el mundo va a verte.
Apoyé una mano sobre mi frente, cerrando los ojos. Había algo en su entusiasmo que me hacía querer decir que sí, pero también conocía lo suficiente del mundo del espectáculo para saber lo agotador que sería.
—¿Y qué pasa con la prueba de sonido? —pregunté, todavía buscando una excusa para retrasar la decisión.
—La tienes en dos horas. Te mandé los detalles por correo.
Suspiré, sabiendo que no había escapatoria.
—Está bien. Dile al conductor que me lleve directamente al circuito.
—¡Sabía que dirías que sí! —exclamó con tanta energía que tuve que apartar el teléfono de mi oído.
Colgué antes de que pudiera añadir algo más y me recosté contra el asiento. Por la ventana, el paisaje cambió rápidamente, y las luces del Strip comenzaron a aparecer en la distancia. Había algo fascinante en Las Vegas, algo que siempre me hacía sentir como si estuviera a punto de ser parte de un espectáculo más grande que yo. Esa misma sensación ahora se mezclaba con los nervios, creando una presión que se sentía como un peso en mi pecho.
Cuando llegué al circuito, el caos estaba en pleno apogeo. Había técnicos corriendo de un lado a otro, periodistas amontonados cerca de las gradas y un mar de personas moviéndose en todas direcciones. Me abrí paso como pude, sosteniendo mi guitarra firmemente sobre mi hombro. Eliza me esperaba cerca del escenario, su teléfono en una mano y una carpeta en la otra, como siempre, lista para controlar hasta el más mínimo detalle.
—¡Por fin! —dijo cuando me vio. —Súbete al escenario. Los técnicos están listos para empezar la prueba.
Asentí sin decir nada y subí las escaleras metálicas que llevaban al escenario. Desde arriba, podía ver una parte del circuito iluminado por los reflectores. Los monoplazas estaban alineados en el pit lane, y a lo lejos, las gradas comenzaban a llenarse con los primeros espectadores. El rugido de los motores resonaba a lo lejos, un recordatorio constante del espectáculo que se desarrollaría al día siguiente.
Un técnico me hizo una señal para que me acercara al micrófono. Su cabello desordenado y su expresión agotada me recordaron que no era la única que había sido llamada de última hora.
—¿Lista? —preguntó, ajustando los controles frente a él.
—Sí, lista —respondí, ajustando la guitarra en mis manos.
El primer acorde llenó el aire, y cerré los ojos por reflejo. La música siempre tenía esa capacidad de calmarme, de centrarme, incluso cuando todo a mi alrededor parecía fuera de control. Conforme avanzaba la canción, los nervios comenzaron a disiparse, reemplazados por una sensación de control. Esto era lo que sabía hacer, lo que amaba hacer. Y, por un momento, nada más importó.
Cuando terminé, abrí los ojos para encontrar al técnico asintiendo con una sonrisa de aprobación.
—Perfecto. Estás lista para mañana.
Bajé del escenario, y Eliza me esperaba al pie de las escaleras, con una sonrisa que mezclaba alivio y satisfacción.
—Sabía que lo harías bien —dijo, ajustándose las gafas con un gesto triunfal.
—Espero que tengas razón —respondí, sintiendo el peso del cansancio empezar a instalarse.
Mientras caminaba hacia el camerino, no podía evitar reflexionar sobre lo extraño que era estar en un circuito de Fórmula 1 por algo relacionado conmigo. Durante años, los circuitos habían sido territorio exclusivo de Charles y Arthur, un mundo que observaba desde la barrera. Ahora, estaba allí no como una espectadora, sino como parte del espectáculo.
El camerino era pequeño, pero acogedor, con un sofá cómodo y una mesa llena de botellas de agua y snacks que no tocaría. Me dejé caer en el sofá, dejando la guitarra a un lado, y cerré los ojos por un momento. Mi mente volvió al escenario, a la forma en que las luces iluminaban el espacio, a cómo la música llenaba cada rincón del lugar.
Pensé en Charles y Arthur. ¿Qué pensarían al verme aquí, mezclándome con su mundo? Tal vez se reirían, o tal vez estarían orgullosos. Recordé las palabras de Charles cuando hablé con él hace unos días: "No tienes que preocuparte por lo que digan los demás. Hazlo por ti".
Eliza entró al camerino, todavía revisando su teléfono.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, dejándose caer en el sillón frente a mí.
—Cansada, pero bien. —Sonreí, aunque la fatiga empezaba a ganarme. —Esto es diferente, ¿sabes? No pensé que estaría aquí, haciendo esto.
Eliza dejó su teléfono a un lado por primera vez en toda la noche.
—Es diferente, pero lo mereces. Eres más que una cantante, Olivia. La gente quiere verte porque conectas con ellos de una forma que pocos logran.
Asentí, dejándome llevar por sus palabras. Tal vez tenía razón. Tal vez este era mi lugar, al menos por ahora.
Cuando finalmente me quedé sola, volví a tomar mi guitarra y rasgué un par de acordes. Las notas flotaron en el aire, suaves y tranquilas, como un recordatorio de por qué hacía lo que hacía.
El día siguiente sería un desafío, pero también una oportunidad. Una que no iba a dejar pasar. Porque esa noche, bajo las luces de Las Vegas, no era solo la hermana de Charles o Arthur. Era Olivia Leclerc, la artista. Y estaba lista para demostrarlo.
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GUTS - L.N
FanfictionAnd I can't say i'm a perfect ten, but i am the girl i've always been... ¿que sucederá cuando Lando norris caiga enamorado de la menor de los leclerc?