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El día amaneció más cálido de lo esperado en Mónaco, pero el bullicio del circuito ya estaba en marcha

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El día amaneció más cálido de lo esperado en Mónaco, pero el bullicio del circuito ya estaba en marcha. Olivia llegó al set improvisado en el paddock de McLaren con el corazón latiendo rápido. No era la primera vez que trabajaba frente a cámaras, pero hacerlo rodeada de motores y en el mundo de su hermano mayor siempre la hacía sentir un poco fuera de lugar.

—¡Liv! —exclamó Eliza, su manager, acercándose con su típica energía desbordante. —Tenemos todo listo. Vas a grabar algunos clips promocionales con Lando y Oscar. Va a ser rápido, divertido, y absolutamente encantador.

—¿Divertido? —repitió Olivia, arqueando una ceja mientras ajustaba el sombrero que llevaba para protegerse del sol. —¿Qué tan encantadores pueden ser dos pilotos que viven para acelerar y competir?

—Oh, querida —dijo Eliza, con una sonrisa conspiradora—. Nunca subestimes a un piloto de Fórmula 1.

Olivia soltó una carcajada y se dejó guiar hasta el área de grabación. El equipo técnico ajustaba las cámaras y micrófonos, y al fondo, bajo una sombrilla negra, dos figuras esperaban: Lando Norris y Oscar Piastri.

Oscar fue el primero en notar su llegada. Se levantó y la saludó con una sonrisa cálida.

—Hola, Olivia. Es un placer conocerte.

—El gusto es mío —respondió, estrechándole la mano.

Lando, que estaba a su lado, se levantó más despacio, con una sonrisa medio torcida que parecía habitual en él. Cuando sus ojos se encontraron, Olivia sintió un extraño golpe en el pecho. Había algo en su mirada —joven, chispeante y, sin embargo, misteriosa— que la hizo olvidar momentáneamente dónde estaba.

—Lando Norris —se presentó, extendiendo la mano.

—Olivia Leclerc —dijo ella, tratando de recuperar la compostura.

—¿Leclerc? —repitió él, arqueando una ceja con una sonrisa más amplia. —Oh, claro. Hermana de Charles. Esto será interesante.

Ella rodó los ojos con una sonrisa, sin poder evitarlo.

—Espero que no sea demasiado interesante. Estoy aquí solo para hacer un trabajo.

Lando rio suavemente, una risa que parecía resonar más de lo necesario en el pequeño espacio. Olivia sintió que sus mejillas se calentaban, pero rápidamente se obligó a enfocarse. El director les dio indicaciones, y pronto comenzaron a grabar.

El primer video fue una presentación sencilla: los tres en una mesa, hablando de las carreras, música, y respondiendo preguntas de los fans. Olivia se sorprendió al descubrir lo fácil que era conversar con ellos, especialmente con Lando. Él bromeaba constantemente, logrando que la atmósfera fuera relajada y divertida.

—¿Cuál sería tu carrera soñada si no fueras cantante? —preguntó Lando en una pausa entre tomas.

—¿Carrera soñada? —Olivia se llevó una mano al mentón, pensativa. —Probablemente algo tranquilo, como ser escritora o florista.

—Florista —repitió Lando, con un tono burlón pero juguetón. —Definitivamente no te imagino como florista.

—¿Ah, no? ¿Por qué no? —preguntó Olivia, alzando una ceja desafiante.

—No sé. Hay algo en tu actitud... Eres más intensa de lo que aparentas —dijo él, apoyándose en la mesa mientras la miraba con ese brillo curioso en los ojos.

Olivia sintió que el corazón le daba un vuelco. Antes de que pudiera responder, el director los llamó para la siguiente toma. Esta vez, el video requería que Olivia y Lando compitieran en un juego de preguntas rápidas sobre automovilismo y música, mientras Oscar actuaba como juez.

—Pregunta uno —dijo Oscar, sosteniendo una tarjeta con un aire dramático—: ¿Qué piloto tiene más victorias en la historia de la Fórmula 1?

—¡Schumacher! —exclamaron Olivia y Lando al mismo tiempo.

Ambos se miraron, sorprendidos, antes de estallar en risas. El juego continuó entre chistes, respuestas incorrectas y un constante intercambio de miradas entre ellos. Cada vez que Lando decía algo ingenioso, Olivia sentía una conexión inexplicable, como si estuvieran en sintonía de una manera que iba más allá de las palabras.

Cuando terminaron de grabar, Olivia se quedó un momento junto al equipo técnico, revisando las tomas. Lando se acercó, sosteniendo dos botellas de agua.

—Buen trabajo, Leclerc. Tienes futuro en esto.

Ella tomó la botella que le ofreció, sin poder evitar sonreír.

—Gracias, Norris. Tú tampoco lo haces tan mal.

—Deberíamos hacer esto más seguido —dijo él, en tono casual, pero con una intensidad en la mirada que desmentía sus palabras.

—¿Grabar videos? —bromeó Olivia, aunque sentía que su corazón latía más rápido.

—O simplemente... hablar —respondió Lando, encogiéndose de hombros. —Es refrescante, ya sabes, encontrar a alguien con quien sea fácil conectar.

Olivia lo miró, sin saber qué responder. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que las palabras la abandonaban. Lando sonrió, como si entendiera lo que estaba pasando, y dejó que el silencio hablara por ellos.

El momento fue interrumpido por Eliza, que apareció con su característico andar apresurado.

—Liv, tenemos que irnos. Tienes otra reunión en una hora.

—Claro —dijo Olivia, tomando su bolso. Antes de irse, se volvió hacia Lando. —Ha sido divertido. Gracias por hacerlo más fácil.

—El placer ha sido mío, Leclerc —respondió él, inclinando la cabeza. —Nos vemos pronto.

Mientras se alejaba, Olivia sintió que algo en ella había cambiado. Lando Norris era más que un piloto de Fórmula 1. Había algo en su actitud despreocupada, su humor y esa chispa en sus ojos que la hacía querer saber más. Tal vez, pensó, había encontrado algo inesperado entre las luces del paddock.

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