three, friends

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˚꠵  ★ I know my age and I act like it. Got what you can't resist𖥔 ࣪˖ .

welcome to szhlec christmas countdown day 14this is GUTS

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szhlec christmas countdown day 14
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GUTS

📍los angeles,
003 — friends

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livbedumb

— sorpresa!!! "vampire" sale hoy a las 7pm!! 🤓🤓liked by 7

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user1: SE VIENE NUEVO ÁLBUM

user2: LIV 😭😭

user3: SACA NUEVO ÁLBUM 😢😢😢

user4:😍😍😍😍😍







Sentada en la mesa del restaurante, jugueteaba con la servilleta entre mis dedos mientras mis amigos hablaban animadamente a mi alrededor. Había planeado este almuerzo semanas atrás, pero ahora, mientras los observaba reír y charlar con tanta ligereza, me sentía desconectada, como si hubiera entrado en una escena que no terminaba de pertenecerme.
Conan estaba narrando alguna anécdota sobre su último viaje a Japón, sus manos gesticulaban con entusiasmo mientras Lorenzo, sentado frente a él, sonreía con esa calma inquebrantable que siempre lo caracterizaba. Emily e Isabella debatían sobre los posibles resultados del Gran Premio de Las Vegas, sus voces mezclándose con la música de fondo del restaurante. Máximo, como siempre, miraba su teléfono, aunque ocasionalmente levantaba la vista para lanzar algún comentario irónico que provocaba risas en la mesa.
—¡Olivia! —Conan me llamó con ese tono melodramático que solo él sabía usar. Alcé la vista, dándome cuenta de que todos me estaban mirando. Sentí el calor subiéndome al rostro. —¿Nos estás escuchando o estás componiendo canciones mentalmente?
—Perdón, estaba distraída —admití con una sonrisa débil. La verdad era que mi cabeza estaba en otra parte desde que llegué.
—Estábamos hablando de tu álbum —intervino Lorenzo, apoyando los codos sobre la mesa y mirándome con esa expresión analítica que podía ser tranquilizadora o intimidante, dependiendo de mi humor. —¿Cómo va?
Ahí estaba. La pregunta que había tratado de evitar todo el día. Sabía que llegaría, pero eso no hacía que fuera más fácil responderla. Miré el vaso de agua frente a mí, trazando círculos en la superficie con mi dedo mientras buscaba las palabras.
—Va... bien —murmuré finalmente.
Nadie dijo nada al principio, pero lo sentí. Esa tensión en el aire, la misma que aparecía cada vez que no decía lo que realmente pensaba. Conan fue el primero en romper el silencio.
—¿Eso es todo? Olivia Leclerc, la reina del drama emocional, y ¿"bien" es lo mejor que puedes darnos? —bromeó, exagerando una expresión de falsa indignación.
No pude evitar reírme un poco, pero todavía no me sentía lista para hablar. Lorenzo no parecía dispuesto a dejarlo pasar.
—Olivia —dijo, con ese tono serio que me hacía sentir como si estuviera a punto de ser analizada bajo un microscopio—. ¿Qué está pasando?
Todos me miraron, expectantes. Solté un suspiro y dejé caer la servilleta sobre la mesa.
—No lo sé. Algunas pistas no están terminadas porque siento que... no están bien. No sé si es inseguridad o si simplemente no son lo que deberían ser. Como si algo faltara y no sé cómo encontrarlo.
Al decirlo en voz alta, me di cuenta de lo pesado que había sido cargar con ese pensamiento sola. La presión de superar mi álbum anterior, de estar a la altura de las expectativas de todos, me había convertido en mi peor enemiga.
—Es normal sentirse así —dijo Isabella con suavidad. Su mano tocó mi brazo, un gesto breve pero lleno de calidez. —Tu música es tan personal, Liv. Quieres que sea perfecta porque refleja todo lo que eres. Pero a veces, la perfección está en lo imperfecto.
Asentí, aunque no estaba segura de creerlo del todo. Siempre había sentido que mi música era lo único que podía controlar en un mundo lleno de caos. Si no podía hacerlo perfecto, ¿entonces qué sentido tenía?
—Además —intervino Máximo desde su rincón—, siempre dices que tus canciones necesitan sonar "reales" para ti. Tal vez estás pensando demasiado. Mira lo que pasó con Drivers License. No pensaste en perfección, pensaste en verdad, y fue un éxito.
—Es cierto —dijo Emily, sonriendo. —Además, estás en Las Vegas. Relájate un poco. Tal vez lo que necesitas es inspiración, no obsesionarte con los detalles.
—Yo digo que vengas al Gran Premio con nosotras —añadió Isabella, con un brillo travieso en los ojos. —Nunca subestimes el poder curativo de un buen monoplaza y un poco de drama en la pista.
Todos rieron, incluso yo. Pero todavía sentía el nudo en el estómago, esa vocecita que me decía que no estaba haciendo suficiente, que debía esforzarme más. Conan, como si pudiera leerme la mente, se inclinó hacia mí.
—Mira, Liv. Todos necesitamos un respiro a veces. Yo encontré inspiración para mi álbum en una fuente de soda en Tokio. Tú podrías encontrar la tuya en Las Vegas, quién sabe. Pero si te quedas encerrada en esa burbuja de "tengo que hacerlo perfecto", te vas a asfixiar.
Lo miré fijamente por un momento, asimilando sus palabras. Tal vez tenía razón. Tal vez todos tenían razón. Pero no podía apagar mi propia mente, esa que analizaba cada acorde, cada palabra, buscando fallas.
El almuerzo continuó con una ligereza que no sentía desde hacía semanas. Lorenzo cambió el tema a algún libro que había leído recientemente, y Conan empezó a dramatizar una historia de su adolescencia que provocó carcajadas generalizadas. Poco a poco, me permití disfrutar del momento, aunque sabía que las dudas seguirían ahí cuando regresara al hotel.
De vuelta en mi habitación, me quedé de pie junto a la ventana, mirando las luces de Las Vegas extenderse en todas direcciones. Era un espectáculo hipnotizante, pero no lograba apagar los pensamientos que me perseguían.
Recapitulé la conversación del almuerzo, las palabras de mis amigos resonando en mi mente: Relájate. La inspiración llega cuando menos lo esperas. Suspiré, alejándome de la ventana y dejándome caer sobre la cama. Había algo en Las Vegas, en su ruido, su caos, que debería ser inspirador, pero que solo parecía intensificar mi sensación de vacío.
Tomé mi guitarra del rincón y empecé a tocar, solo por instinto. Rasgué un acorde, luego otro, pero nada parecía encajar. Cerré los ojos, intentando conectar con algo, cualquier cosa, pero no hubo magia esta vez. Solo el eco de una melodía sin rumbo.
Mi teléfono vibró en la mesita de noche, interrumpiendo mis pensamientos. Lo tomé sin mucha prisa, esperando algún mensaje sin importancia. Pero cuando vi el nombre en la pantalla, algo en mi pecho se apretó: Charles.
—Hola, Liv —dijo, su voz cálida atravesando la línea como un abrazo.
—Hola, Charles. ¿Cómo va todo? —pregunté, tratando de sonar casual.
—Bien. Arthur y Lorenzo están emocionados por el Gran Premio, ya sabes cómo son. Pero quería saber cómo estás tú.
La sinceridad en su tono me desarmó. Charles siempre había sido así, atento incluso cuando tenía mil cosas en su propia vida.
—Estoy bien... creo —respondí, sin convencer ni a mí misma.
—¿De verdad? —Su tono era suave, pero firme. —Arthur me dijo que estás dudando mucho con el álbum.
Suspiré. Era típico de Arthur compartir más de lo que debía, pero no podía enojarme con él. Charles siempre encontraba la manera de saber lo que realmente me pasaba.
—Es que siento que no estoy haciendo lo suficiente. Algunas canciones no me convencen. Estoy... atascada.
Hubo un silencio breve, pero sabía que estaba pensando cuidadosamente en qué decir.
—Liv, sé que es fácil decir esto, pero tienes que confiar en ti misma. Todo lo que haces es increíble porque viene de ti. No necesitas la aprobación de nadie más.
—Lo sé —dije, aunque no lo sentía así. —Es solo que... tengo miedo de decepcionar.
Charles rió suavemente, y la familiaridad de su risa me trajo algo de consuelo.
—Olivia, nadie que te conozca podría estar decepcionado. Ni tu público, ni nosotros, y mucho menos tú. Tómate un respiro, ¿vale? Las respuestas llegan cuando dejas de buscar tanto.
Le agradecí antes de colgar, dejando el teléfono a un lado. Me quedé acostada, mirando el techo mientras las palabras de Charles se mezclaban con las de mis amigos. Quizá era hora de dejar de pelear conmigo misma. Quizá lo que necesitaba era exactamente lo que tenía frente a mí: Las Vegas, mis amigos, y un poco de tiempo para desconectarme.
Mañana iría al circuito con Emily e Isabella. Tal vez, entre el rugido de los motores y el caos del paddock, encontraría algo que me devolviera la chispa que sentía haber perdido.
Porque, aunque todavía tenía dudas, había una pequeña esperanza creciendo en mi interior. Una que decía que, tal vez, esta vez, podría encontrar la inspiración entre el ruido y la velocidad.

GUTS - L.N  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora