Capítulo 26

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Desperté de golpe, el pecho subiendo y bajando como si hubiera corrido kilómetros

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Desperté de golpe, el pecho subiendo y bajando como si hubiera corrido kilómetros. Todo estaba oscuro, excepto por el tenue resplandor de la luna que se colaba por las cortinas. El sudor frío resbalaba por mi frente y el calor abrasador de mi don parecía querer salirse de mi piel.

Mi mente estaba atrapada en esa imagen... no podía borrarla. Había sido tan vívida, tan real. Veía rostros familiares distorsionados por el miedo, gritos que se apagaban con el calor de mis propias llamas, y ahí estaba yo, en el centro de todo, incapaz de detenerlo. Incapaz de controlarme.

Me llevé las manos a la cabeza, intentando calmar el caos en mi mente, pero no podía respirar. Mi cuerpo no me respondía. Me levanté tambaleándome, las piernas débiles como si fuera a derrumbarme en cualquier momento. Tragué saliva, pero mi garganta estaba seca, y cada rincón de mi mente seguía gritando que esto no era solo una pesadilla. Era una advertencia.

—No es real... no es real... —me repetí a mí misma en un susurro. Pero mi propia voz temblaba, como si tampoco pudiera convencerme.

De repente, sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies. Mis rodillas cedieron, y caí al suelo con un golpe sordo. Las palmas de mis manos chocaron contra la madera fría, pero apenas lo sentí. Mi cuerpo entero estaba paralizado, entre el calor de mi don y el frío que recorría mi columna.

"¿Esto es lo que soy?", pensé. "¿Esto es lo que podría llegar a ser?".

La desesperación se apoderó de mí. No podía dejar que eso pasara. No podía permitirme perder el control. Pero, ¿y si ya estaba demasiado tarde? ¿Y si...?

Un sollozo escapó de mi garganta antes de que pudiera detenerlo, y me odié por ello. Yo no lloraba. Yo no mostraba debilidad. Pero esa visión... esa maldita visión me había desarmado por completo.

Sentí el calor de una lágrima recorrer mi mejilla antes de caer al suelo. Me quedé allí, en la penumbra de la madrugada, sin fuerzas para levantarme. Solo escuchando el sonido de mi propia respiración irregular y el eco de esa pesadilla que parecía susurrarme al oído.

Por un momento, deseé que Escanor hablara, que dijera algo, lo que fuera para romper este silencio que me estaba ahogando. Pero no lo hizo. Estaba sola en esto.

Y la soledad dolía más que cualquier otra cosa.

Mi mirada se clavó en la mochila que descansaba en el rincón de la habitación, como si me estuviera llamando. Me quedé inmóvil por unos segundos, peleando conmigo misma, sabiendo exactamente lo que quería hacer, pero odiándome por siquiera considerarlo.

"Solo un poco... solo para que se vaya", me susurró una voz traicionera en mi cabeza.

Me arrastré de rodillas, el suelo frío mordiendo mis piernas. Mi respiración seguía pesada, entrecortada. Cuando llegué a la mochila, mis dedos temblorosos lucharon con el cierre hasta que lo abrí. Ahí estaba. Una pequeña bolsa transparente que parecía brillar en la penumbra, como una solución a todo el caos en mi mente.

¿𝙈𝙞 𝙥𝙧𝙤𝙥𝙤𝙨𝙞𝙩𝙤? (bnha x oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora