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—Vas a estar bien —me dijo el chico mientras me regalaba una sonrisa.

—Gracias —le dije, devolviéndole la sonrisa. 

Se quedó en la sala de espera, mientras a mí una enfermera me llevaba en silla de ruedas hacia radiografías. 

Médicos y enfermeros preocupados pasaban a toda velocidad de habitación en habitación controlando a sus pacientes, familias alteradas esperaban en la sala de espera impacientes. El hospital estaba abarrotado de gente, entre ellos yo, mientras recorría los pasillos siendo guiada por una mujer de cabello recogido que empujaba levemente la silla de ruedas con sus delicadas manos.

Al entrar en la habitación la inspeccioné rápidamente, no era muy grande y las paredes eran blancas con un ligero toque de celeste. La enfermera me llevó hacia el centro donde se encontraba una camilla y me ayudó a recostarme en ella. A su lado había una maquina la cual servía para ser radiografías. A los segundos un médico de mediana edad entró en la sala y le dedicó unas palabras a la mujer, quien se marchó de allí rápidamente. 

La puerta se cerró, miré el reloj que se encontraba en la mesa donde el doctor chequeaba unas ultimas cosas antes de darse la vuelta y dedicarme una sonrisa. Las manecillas del reloj marcaba las seis de la tarde. El hombre se acercó a mí con una libreta y birome en manos.

—¿Julia Lewis?  —me preguntó; yo asentí—.Tengo que informarle que tiene una fractura de tobillo.

*Flashback*

Caminaba por los pasillos del instituto mientras todas las miradas se posaban en mí, no era la típica chica "popular" del colegio, solo llevaba el uniforme de porrista y eso hacia llamar la atención a los chicos que estaban junto a los casilleros. Algunas chicas me enviaban miradas de soslayo y otras no eran tan disimuladas y me miraban con los ojos llenos de envidia. No todas pueden entrar en el equipo y menos si no tienen las habilidades apropiadas. 

Mientras bajaba la cuesta hacia el campo divisé el equipo de fútbol ya entrenando. A un costado se encontraba el entrenador hablando con uno de los chicos. Le eché una mirada rápida y noté que no era para nada feo, en fin, ignoré ese pensamiento y seguí caminando hacia donde estaba el equipo de porristas. 

—Llegas justo  —me dijo Ellie. Ella era mi mejor amiga desde la infancia, y también estaba en el equipo de porristas.

Comenzamos con la práctica. Audrey, la capitana, dijo que nos coloquemos en nuestras posiciones, así lo hicimos, luego empezamos con una simple rutina de todas las semanas. El calentamiento fue exhausto y cuando estábamos finalizando nos indicó que nos agrupemos de a cuatro. 

—La actividad consiste en agruparse de a cuatro, tres chicas y un chico, y levantar en el aire a una de las chicas. Intenten que dure como mínimo diez segundos.

Nadie tenía ganas de hacerlo, pero Audrey era dos años mayor que nosotros, y no íbamos a discutir con ella.

Ellie, Brianna, Jake, y yo nos agrupamos. Comparto algunas clases con Brianna y Jake, y son parte de nuestro grupo de amigos.

—A ver, ¿quién de ustedes es la mas liviana? —preguntó Jake.

Mis amigas me miraron automáticamente. Sí, podría decirse que yo era la mas delgada, ya que era la mas bajita.

—Bien, entonces empecemos —propuse.

Así fue como Ellie se colocó a mi lado y Brianna al otro. Jake intentó levantarme por detrás pero fue en vano porque las chicas ya me habían elevado en el aire. Por un momento pensé que iba a caerme, pero los fuertes brazos de Jake me sostuvieron por unos momentos, al instante sentí alivio. Este sentimiento se desvaneció tan rápido como vino, porque en un abrir y cerrar de ojos me encontraba cayendo hacia adelante. Solté un grito ahogado cuando sentí un profundo dolor en mi pie derecho al caer al suelo, al mismo tiempo que mis amigos me miraban aterrorizados. Ellie, Brianna y Jake corrieron hacia donde estaba yo.

—Ay por Dios, ¡¿Estas bien Julia?! —gritó Ellie, asustada.

—Creo que me hice mal el pie —le respondí mientras intentaba pararme pero no pude porque el pie me dolía demasiado. Los demás chicos y chicas empezaron a acercarse hacia nosotros—. A un lado —dijo Audrey mientras se aproximaba hacia mí empujando a los que me rodeaban—. ¿Julia, puedes pararte? 

Ladeé la cabeza y observé cómo el equipo de fútbol se acercaban para ver qué había ocurrido.

—¿Julia? —dijo una voz varonil.





Counting Stars ➳ Nick RobinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora