Capitulo 13

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Capítulo XIII

El infierno

Después de escuchar el fuerte crujido de la puerta al abrirse, voltee hacia atrás y pude ver cómo varios ángeles se posaban cerca de nosotros cubriéndonos la espalda, pero no quise prestarle mucha atención a ese hecho, ya que sabía que nos protegían, y me dispuse a seguir mi camino.

Acto seguido por segunda vez me encontraba en aquel lugar donde ya había estado con el arcángel Gabriel; era un lugar enorme con hermosas decoraciones en oro, muy antiguas y aunque me di cuenta que el piso estaba sucio aun podía ver mi reflejo en él, también veía las enormes butacas con los detalles decorativos de gran dedicación, después de observarlas por varios segundos levante la mirada y vi la enorme pintura en el techo del lugar, las figuras religiosas, Ángeles, hombres con tupidas y enormes barbas semis-desnudos al igual que muchas mujeres y entonces entendí que nada más y nada menos eso era la representación del cielo, pero por más que buscara no veía ninguna figura que fuera la idónea para ser la figura de dios y sin percatarme sentí un peso en mi espalda y al voltear vi que Gael ponía su mano en mi hombro.

—Ahora la guía eres tú —dijo el ángel mirándome a los ojos fijamente.

— ¿Hacia dónde? —preguntó el mismo mientras me miraba. No sabía qué decir; traté de hacer memoria y las imágenes me venían muy lentamente y un poco borrosas, ya que aún estaba aturdida. Era un lugar muy poderoso; así como tenía conexión con el cielo, también lo tenía con el infierno. Esas palabras cruzaron mi mente como una flecha y recordé la gran puerta con una enorme “V” en el centro.

— Gael, sígueme, ya creo saber dónde es —dije mientras comenzaba a correr.

 Después de unos segundos y pasar por completo las butacas del lugar, me encontré cerca de dos puertas, pero una de ellas estaba envuelta en la oscuridad y algo me decía que era hacia allí donde debía ir y así lo hice. Giré hacia mi derecha y al acercarme a la enorme puerta pude ver una enorme “V” en ella. Volteé la mirada y vi que Gael me observaba fijamente, como atemorizado.

—Es por aquí—dije con un tono de voz temblorosa que dejaba en evidencia mi miedo y volví a centrar mi mirada hacia la puerta, tomé toda la fuerza que tenía y la empuje para que esta se abriera, al hacerlo reconocí el lugar con gran rapidez y el corazón me dio un vuelco de alegría al ver la enorme cantidad de cuadros que se extendía en la inmensidad del pasillo y al mirarlos volví a notar a los hombres vestidos con hermosas togas; unas rojas, otras blancas pero lo que más me llamo la atención fue ver el bastón dorado que en la parte superior se veía la forma de una cruz con incrustaciones en diamante y por tercera vez volví a ver al ángel y este miraba para todos lados previniendo cualquier ataque, volví a poner la mirada en el camino y note que mientras más nos acercábamos más oscuro y silencioso se ponía el lugar.

—Muchacha, mira hasta dónde has llegado —escuché una voz ronca y muy grave y, aunque sentí que fue muy cerca, no pude ver quién la poseía. —Tú nos salvarás, estoy seguro —continuó la voz y dentro de mí sentí una gran furia al no poder ver quién era. Eran muy pocas las cosas que podía ver dada la escasa iluminación del lugar; una gran sombra me cubrió y al voltear con rapidez vi que era Gael, que se ubicó muy cerca de mí para protegerme. No dije ni una palabra; temía  que si decía algo me dejaba en evidencia, tenía que mantenerme firme en seguir mi camino, y para mi sorpresa vi como unas enormes lámparas se encendían y mostraban todo el pasillo. Me sentía más segura al poder ver dónde me encontraba y, mientras miraba hacia todas las direcciones, continué caminando y recordé el estado de deterioro que tenía el arcángel Gabriel cuando vino conmigo a este lugar. Al voltear hacia Gael y detallarlo, me di cuenta de que, aunque este estaba herido, seguía estando bien.

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