Capitulo 8

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Capítulo VIII

El Ladrón

Al escuchar los gritos desesperados de Gael, me obligué a abrir los ojos y sin importarme el dolor me levanté rápidamente hasta quedar sentada. Giré la cabeza hacia mi izquierda donde se encontraba una butaca muy cerca de mí; al mirar noté que la espada que debía estar ahí no estaba. Mi corazón latía muy acelerado; volteé hacia Gael que me miraba con preocupación y le extendí la mano para que esté me ayudara a levantarme, lo cual hizo con rapidez. Después de hacerlo, tuve que esquivar una de las figuras negras que pasó volando muy cerca y luego explotaba en cenizas. Mire a Gael y noté que este me miraba con asombro.

—¿Dónde está? —pregunté forzando la voz como si se me fuera la vida cada vez que lo hacía; miré que mis manos estaban llenas de sangre, pero la herida estaba cerrada y el dolor estaba pasando poco a poco.

—He visto a un hombre llevársela —respondió Gael con un tono de preocupación en el habla; luego tomó mi mano y me llevó hacia una esquina de aquella iglesia buscando resguardarnos de los ataques de las figuras que pasaban muy cerca de nosotros, unas con la intención de atacarnos y otras que iban perseguidas y eliminadas por ángeles que recorrían todo el lugar. Era una lucha incesante y tenebrosa; pude ver cómo ángeles eran consumidos por las figuras negras y poco a poco su presencia perdía luz y caían al suelo partiéndose como estatuas, pero mi visión de aquellas tenebrosas escenas fue interrumpida por la voz de desesperación de Gael.

—Trate de perseguirlo, pero me di cuenta de que estabas en peligro —continuó— y tuve que regresar.

—¿La podía levantar? —pregunté mientras lentamente giraba la cabeza buscando la salida.

—Si la podía levantar se veía que estaba muy pesada pero aun así la podía levantar—respondió Gael poniendo una de sus manos en mi hombro y pude notar por su mirada lo que estaba sucediendo, me estaba debilitando; mi alma cada vez estaba más susceptible y la unión con la espada se estaba rompiendo; debía buscar la espada, debía encontrarla antes de que se termine de romper la unión porque, si llegase a suceder no sabría qué cosas horrorosas pasaría con el mundo, pero tuve que dejar de pensar en ello al escuchar una fuerte explosión, al voltear hacia mi derecha vi como la enorme puerta de la iglesia caía al suelo de aquel lugar, lo primero que paso por mi mente fue que un batallón de ángeles entrarían y acabarían con todas aquellas figuras negras, pero no fue así al mirar hacia la puerta vi una enorme cantidad de personas que corrían despavoridas llorando desesperadas y perseguidas por aquellas figuran negras que al verlas me di cuenta que eran enormes y se veían más imponentes, pero para mí tranquilidad vi como de las espaldas de cada persona salían enormes ángeles con espadas y escudos y supuse que eran los ángeles guardianes de cada persona, y con gritos feroces saltaron encima de aquellas figuras que respondieron de la misma manera.

Aquella iglesia se había vuelto un campo de batalla impresionante y doloroso, ya que las personas corrían por todos lados de aquel lugar buscando refugiarse; muchos morían después de que su ángel fuese aniquilado. Cerré los ojos y los volví a abrir y miré a Gael.

—Salgamos de aquí —dijé y de un brinco me levanté.

Empecé a correr pasando a través de las personas que salían y entraban a la iglesia. Era un escándalo; habían gritos y sonidos de explosiones por todo el lugar; cuando salí del lugar, para mi sorpresa, la lluvia estaba igual de intensa y no solo las figuras negras estaban donde me encontraba, sino también en gran parte de la ciudad, personas corriendo por todos lados perseguidas por figuras negras que volaban sin cesar, ambulancias quemadas y policías tratando de poner orden. A lo lejos pude ver a una reportera tratando de llevar la noticia de lo que sucedía, y fue arrollada por una enorme figura negra que hizo que la misma volara varios metros hacia la calle, lo cual la dejó inconsciente en el acto. No sabía a dónde más mirar; cualquier lugar en que ponía la vista estaba rodeado por demonios. Cerré los ojos tratando de volver a conectarme con una visión, pero fue en vano porque no conseguía nada.

La espada de Gabriel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora