【Hyunjin, lindo, trabajador, estudioso, amoroso, honesto, ¿y su mayor debilidad? un joven con pecas y un pequeño cachorro.】
Si quieres una historia para derretirte de amor correspondido y buena comunicación. Esto puede ser lo que hayas estado busca...
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Era muy temprano por la mañana, pero él y Pingüi ya llevaban más de una hora esperando a que el vuelo de Felix llegara. Había sido avisado en cuanto el avión había comenzado a despegar, y aunque su plan inicial era ir apenas con 15 minutos de anticipación, las ansias lo consumieron y terminó yendo con mas de 60 minutos. Las manos le sudaban de los nervios de por fin verlo, y su pierna derecha no dejaba de moverse tratando de tranquilizar su cuerpo. Dios, ¿cuánto más tardaría el avión en llegar?
En su mano derecha, sostenía el pequeño cuerpo del perro que estaba cansado y aburrido; y en su mano izquierda un ramo de flores aguardaba por ser entregadas.
Había repasado en su mente tantas veces, como es que sería su reencuentro, a lo mejor lo abrazaría y levantaría en el aire mientras le daba muchas vueltas, así como en las películas. Sin embargo, cuando por fin lo tuvo de frente, quedó totalmente paralizado. Sus piernas no le respondían, sus brazos menos, lo único con vida en ese momento era su sonrisa que demostraba perfectamente las emociones que sentía.
Al llegar a sus ojos, Felix dejó su equipaje de lado y corrió a abrazarlo, besando castamente sus labios, para también, besar la cabecita del canino.
-Los extrañe mucho.
-Y nosotros a ti.
Sus pequeños ojitos brillaban cual estrellas, aunque estuvieran casi desapareciendo por la gran sonrisa que dejaba ver cada uno de sus dientes. Estaba tan feliz de estar de regreso. Tener a Hyunjin contra sus brazos y sentir su fragancia que tanto había extrañado se sentía como él mejor de los regalos. Estar apretadito entre la persona que quería era acogedor, y aunque quería quedarse así para toda la vida, primero tenían que regresar a casa.
Hyunjin lo ayudó con su equipaje, estando recio en que seguramente él estaba cansado para cargarlo hasta el auto, aunque este no pesara ni un poco. Su única tarea en ese momento era llevar a Pingüi y cargar las preciosas flores que le habían regalado.
Siempre soñó con que alguien lo esperara y lo recibiera con una gran sonrisa después de días de no verse, y Hyunjin cumplía uno y cada uno de sus sueños, siendo la persona que por un largo tiempo espero, y también la que pensó que nunca llegaría. Hyunjin era definitivamente un sueño. Estar con su familia y ver las parejas que tenía de frente le dio a entender que quería lo mismo con él, no con ninguna otra persona.
Subieron al auto y se acomodaron como era de costumbre, aunque, en vez de arrancar el motor, Hyunjin le miró directo a los ojos, y con un movimiento extraño en donde se señalaba al ojo, le indicó que viera aquello genial que le enseñaría.
Llamó a Pingüi al apoya brazos que había en medio de ellos, y con un "a tu asiento" hizo que él perrito saltará y se fuera a los asientos de atrás y se acostara de inmediato en su pancita peluda.
-Estuvimos practicando mucho, pero al fin entendió como es que debía ir sentado y que no debía de pararse si no quería caer-Recordó muchas de las veces en las que no entendía a donde tenía que ir, como en una ocasión, por estar parado, fue a caer directamente debajo de los asientos de atrás, y también como pasó un buen viaje cuando por fin comprendió todo.