{Verano de los 17 años}
―¿Estás segura de que me dijo eso? ―le pregunté a Gina por enésima vez.
Estábamos en su habitación luego de la fiesta, yo estaba acostada en el colchón que ella tenía debajo de su cama, mirando al techo. Estábamos hablando de todo lo que había pasado durante la noche y habíamos llegado a la parte donde mi novio me pedía que me alejara de mi mejor amigo. Por un momento, pensé que seguía drogada y lo había escuchado mal.
―Sí ―contestó Gina desde su cama―. Lo oí fuerte y claro, pero lo que más me asustó fue tu respuesta.
Fruncí el ceño. Todo ese momento estaba borroso en mi cabeza.
―¿Qué dije?
―¡Nada! Te quedaste en silencio.
La miré.
―¿Y qué querías que le dijera? ¡Me tomó por sorpresa!
―Esperaba que lo mandaras a la mierda, por lo menos ―confesó, haciendo una mueca.
―Gina, Joe es mi novio, y está celoso, no puedo mandarlo a la mierda.
―¿Tú crees que solo lo dijo porque está enojado? ―se notaba en su voz que eso no era lo que creía ella.
Estaba a punto de responderle cuando comenzó a sonar mi celular que tenía al lado de la cama. "Cole". Sentí algo extraño en el estómago, pero lo ignoré y atendí.
―Hola ―contesté bajito.
―¿Estás bien? ―preguntó, su voz sonaba seria y era extraño escucharlo así.
―Sí, sí. ¿Tú?
―Sí. Ya estoy en mi casa ―Hizo una pausa―. No cumpliste tu promesa.
Pestañee tratando de entender a que se refería. De repente, la garganta se me secó y sentí un miedo recorrerme entera; porque el verano pasado habíamos hecho una promesa, borrachos, luego de la fiesta de despedida. Lo habíamos hecho entre risas, y al día siguiente prometí no volver a pensar nunca más en eso. Por la mañana, ya no me había causado gracia, solo un nudo en el estómago que se intensificó a medida que me alejé de El Monte para volver a Wellington.
No podía estar hablando de eso. ¿Cómo lo sabía...?
―Dijiste que ibas a llamarme ―volvió hablar Cole ante mi silencio―. No lo hiciste.
Exhalé aliviada y con el antebrazo me sequé el sudor de la frente.
―Perdón ―logré decir―. Llegué a la casa de Gina, me bañé y me distraje hablando con ella.
―Bueno, pero entonces, ¿estamos bien?
Cole estaba preocupado, parecía como si supiera exactamente lo que Joe me había pedido, aunque no se lo hubiera contado.
―Estamos bien ―asentí.
🌊🌊🌊
Por la mañana, cuando volví a mi casa, no podía sacarme la sensación de angustia en el pecho. Sentía que todo había salido mal la noche anterior y no tenía idea en qué humor iba a encontrar a Joe.
Cuando entré a mi casa, mi madre estaba hablando por teléfono y ni siquiera me prestó atención. Algo que agradecía, porque estaba segura de que, si me veía entrando a mi casa con los tacones en las manos y con pinta de haber estado toda la noche afuera, me hubiera gritado hasta que no hubiera un mañana.
Abrí la puerta de mi habitación y vi a Joe en mi cama, tecleando en su celular. Cuando me vio entrar, bloqueó su teléfono y me sonrió. Le devolví la sonrisa, un poco insegura. Me parecía extraño que pareciera de buen humor. El día anterior no habíamos dejado las cosas mal específicamente, pero sin lugar a duda había sido extraño y él no estaba para nada contento con mi amistad con Cole. Sin mencionar la pelea que habían tenido y el hecho de que me pidió que me alejara de él. No tenía idea como iba a abordar esa situación, anoche apenas había podido dormir pensando en todo lo que había pasado. Mis ojeras eran reflejo de eso.
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Hasta el próximo verano
RomansaDesde pequeña Kaia Green pasa sus vacaciones en El Monte donde está la casa de verano de sus padres. Allí se encuentran las mejores olas para surfear, los mejores batidos, las mejores fogatas en la playa. Pero, sobre todo, allí se encuentra su mejor...