El Resplandor Perdido

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Nunca pude olvidar aquella vez que los vi.

Eran tan etéreos, tan vacíos de forma y consistencia, como si no pudieran existir en este plano, pero aun así ahí estaban, flotando en el umbral entre lo real y lo intangible. Aquella noche de otoño, cuando la oscuridad ya había caído y el viento helado acariciaba la tierra, el mundo parecía suspenderse en el más absoluto silencio. El eco de la medianoche se coló en mi piel como un presagio, mientras su presencia se infiltraba en el aire, como un susurro que recorría la espina dorsal del universo. Parecía que el mismo aliento frío de la noche los había llamado, trayéndolos desde un rincón olvidado del tiempo.

Mi aldea siempre había sido tranquila. Las casas, hechas de madera y piedra, se alineaban en perfecta armonía con los campos que rodeaban la comunidad. La vida transcurría lenta y sencilla, marcada por el ritmo de las estaciones. Durante la época de la cosecha, los campos se llenaban de los vestigios del trabajo de la tierra, pero había algo que se repetía, un fenómeno extraño y al mismo tiempo familiar para los más viejos de la aldea. En ocasiones, en la quietud de la noche, nacían hileras de hierba fresca donde solo quedaban restos secos de los cultivos pasados, como si la tierra respondiera a algo ajeno a ella. Aquellas luces de medianoche, como las llamaban, eran conocidas por todos, pero temidas por igual.

La leyenda que las acompañaba hablaba de pequeños seres que habitaban los bosques, entidades que, con su luz cautivadora, guiaban a quienes se atrevían a seguirlas hacia destinos inciertos, lugares oscuros y distantes. Decían que no se trataba de estrellas caídas ni de simples luciérnagas, sino de algo más antiguo, algo que arrastraba a quienes caían bajo su hechizo. Las historias hablaban de aquellos que, al mirarlas demasiado tiempo, perdían la esencia de su mirada, como si la luz de esos seres se robase algo más profundo, algo que no podía ser devuelto. No solo los humanos caían víctimas de su brillo, sino también los animales domésticos de la aldea, que desaparecían sin dejar rastro, dejando tras de sí únicamente un rastro de flores y hierba fresca que brotaba como un susurro de la naturaleza.

Una noche, mientras descansaba junto a la ventana, observando cómo la luna llena iluminaba la vasta quietud de los campos, algo en el aire se quebró. Un leve movimiento, casi imperceptible, sacudió la calma. Entre la bruma que ascendía desde la tierra, vi las primeras luces, titilando como estrellas perdidas en la lejanía. Bailaban en el aire sin ruido, con una suavidad que los hacía parecer ajenos a la gravedad. No era una luz común, no era el fulgor de una antorcha, ni el destello fugaz de un relámpago; era algo que se disolvía en la brisa, en el espacio entre los mundos.

Algo en su danza me atrajo, un impulso visceral que no pude ignorar. Me vestí sin pensarlo demasiado, como si fuera arrastrada por una fuerza invisible, y salí al exterior. El aire frío me acarició el rostro mientras caminaba hacia el campo, guiada por las luces que se desplazaban con una suavidad sobrenatural, como si estuvieran conscientes de mi presencia. Eran pequeñas, pero intensas en su brillo, como faros diminutos, y a medida que me acercaba, la oscuridad se volvía más densa a su alrededor, como si la luz de esos seres absorbiera la propia esencia de la noche.

Me acerqué con cautela, avanzando por el sendero que conocía bien, pero que ahora parecía extraño y ajeno. Mi corazón latía con fuerza, un eco constante que se fundía con los susurros del viento. Al llegar, vi con claridad lo que ya intuí: eran conejos, pero no como los que conocía. Sus cuerpos, diminutos, brillaban con una suave luz que los envolvía, y cada vez que sus patas tocaban la tierra, flores y hierba brotaban a su paso, como si la propia tierra respondiera a su toque. Movían sus pequeños cuerpos con una gracia sobrenatural, como si no caminaran sobre el suelo, sino sobre algo etéreo, algo que sólo ellos podían tocar. Saltaban, se deslizaban, sin prisa, como si el tiempo no les perteneciera.

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⏰ Última actualización: Jan 12 ⏰

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