9.- Besáme.

8 1 0
                                    

Acepté la invitación de David a comer puesto lo extrañaba, pero no quería admitirlo. Y quería saber qué había pasado con su chica pelirroja violenta de la tienda de postres.
- Así qué... ¿Termimaron? -Pregunté cuando llegamos a un café cercano.
- Si. Pero no me preocupa. Ya le eché el ojo a una chica muy linda. -Comentó coqueto, pero me hizo sentirme enferma.
- Ya veo. Eres de esos que terminan con una chica y una semana después ya tienen otra. -Respondí mirando el menú ignorándolo.
- Algo así... Disculpa la pregunta Sarah pero ¿Tienes otro nombre? -La pregunta me descolocó.
- Eh... Sí, seguro Anabelle ¿Por qué?
- ¿Anabelle? Perdonáme pero tu nombre es espantoso. -Respondió soltando una carcajada.
- Si, admito que no me gusta mucho, pero es bonito. -Comenté viéndolo reír.
- Y cuentame ¿Tienes novio? ¿Algún amigo especial? ¿Admirador secreto? -Esto no me estaba gustando a dónde iba.
- ¿Por qué estás haciendo estas preguntas? ¿A dónde quieres llegar? ¿Quién eres? -Me aterroricé por completo.
- No, no. Tranquila... ¿Tienes idea de quién soy? -Tomó mi mano en las suyas pero rápidamente deshice el agarre.
- Chica, si no tienes idea de qué hacer, te recomiendo que ¡Corras! -finalmente me decía algo bueno.
- Oye. Te conozco hace unos días y esta es la segunda vez que nos vemos. Así que no. No te conozco y yo mejor me voy. -Respondí poniéndome de pie y saliendo del café.
- ¡Por favor espera! -Gritó y fue detrás de mi.
- ¡Alejate enfermo! -Grité corriendo a mi auto.
- ¡Esto es malo, muy malo! Vamos Sarah corre. -Mi conciencia volvió.
- No, Sarah... Por favor espera.

Corrí de vuelta a mi auto con David detrás mío, cuando llegué saqué las llaves, pero éstas se me resbalaron y cayeron bajo el auto. Asustada me di vuelta para encararlo ¿Dónde diablos estaba ese estúpido gas pimienta que mi padre me había dado? Mi corazón latía desbocado mientras él se acercaba más.
- Tú... Corres... Muy rápido. -Jadeó cuando estuvo cerca.
- ¡Alejáte de mi, maldito pervertido! -Era obvio que estaba asustada, pero no sabía que hacer.
- Dame... Dame un momento. -Pidió inhalando mucho aire.
- S-si das un paso más... G-gritaré. -Mi amenaza no era muy convincente.
- Sólo quiero hablar contigo... -Su voz se tornó normal, por lo que supe que ya estaba mejor.
- ¿Quién eres y que es lo que quieres? -Pregunté empuñando las manos.
- Mi nombre lo Sabes y ¿Qué quiero? Quiero esto.
- Alejate... -Estaba a punto de echarme a llorar.
- No te lastimaré. -Aseguró mientras se acercaba a mi.

Cuando estuvo más cerca mío me tomó del rostro para plantar un beso en mis labios, acción que me impactó demasiado y me quedé congelada unos segundos sin saber que hacer, sus manos bajaron a mi cintura abrazándome con suavidad mientras profundizaba el beso. Me sentía en las nubes y no pude reaccionar hasta que se separó de mi y por la amplia sonrisa en su cara, la mía era todo un poema a juzgar por la risita que soltó.
- Hazlo otra vez. -Ordené.
- ¿Qué? -Preguntó confundido.
- Besame. -Respondí.
- BIIIIIIIIEN SARAH. Ya estamos progresando. -Escuché en mi cabeza.

Sin pensarlo dos veces, volvió a besarme y esta vez sus manos bajaron a mi trasero para apretarlo a su antojo, mi reacción instantánea fue guiar mis caderas a las suyas mientras deslizaba las manos a su cuello abrazándolo. Su lengua abandonó su boca para adentrarse en la mía mientras sus manos seguían masajeando mis nalgas, me levantó en el aire para después hacerme sentar en el capó de mi auto entrelazando mis piernas a su cintura sintiéndolo más cerca, más íntimo. Entonces sentí un bulto que provenía de él ¡Dios mío! Estaba excitado.
- Está es mi chica. Excitando a un hermoso chico con unos besos apasionados. Ahora no seas gallina y continúa.
- No sé.
- Continúa maldita sea o lo pagarás. -Dios, mi conciencia si que me tenía dominada.

La única verdad ahora es que yo me iba ir al infierno por engañar a mi prometido desconocido. Pero mientras David estuviera ahí, yo estaba dispuesta a ir a dónde el dijera así me llevara a mi propia destrucción. Esa visión de mi destrucción no fue nada agradable por lo que me vi obligada a interrumpir el beso y separarme de él casi en contra de mi voluntad.
- ¿Qué sucede? -Preguntó extrañado y con las mejillas coloradas.
- N-no puedo. -Respondí separándolo de mi.
- Oye, no puedes dejarme así. Es en contra de la naturaleza. -Se quejó y supuse hablaba de su erección.
- Adiós. -Volví a empujarlo para bajarme del auto y me agaché a tomar mis llaves. ¡Mala idea!
- Vamos. -Comentó tomándome de la cintura cuando me volví a erguirme, al menos tuvo la decencia de esperar, haciéndome sentir nuevamente su erección. - No es justo.
- S-será mejor que me sueltes. -Tragué saliva pesadamente. Dios, este hombre me hacia encender con tan poco.
- Al menos déjame volver a besarte. -Comentó en mi cuello y su aliento me erizó la piel. - Es lo menos que puedes hacer.
- E-está bien. -Giré en sus brazos para encararlo. - Pero después dejarás que me vaya. -Pusé mis términos.
- Claro, a menos que quieras más. -Sonrió mientras sus manos volvieron a bajar a mi trasero, cosa que no me sorprendió en lo absoluto.

¡Que alguien me salve! Si sigue amasando mis nalgas así mientras me besa jamás lograré separarme de él... ¿Por qué carajo tiene que besar tan bien? Alguien arrojenos agua.

Nuestros labios volvieron a fundirse en un beso. Aún me preocupaba el hecho de estar engañado a James, más cuando su lengua volvió a tocar la mía me olvidé de todo y todos, cuando nos separamos pude notar un pequeño hijo de saliva entre nosotros y me sonrojé, bueno no sé si a esas alturas podía estar más sonrojada.

Él simplemente sonrió y se despidió con un ademán para después subir a su auto y dejarme ahí en el estacionamiento; sola, excitada y sobre todo confundida.

- ¡Cabrón! ¿Cómo se va así sin despedirse ni nada? Eso es de un hijo de puta. Y lo peor ¿Sabes qué es? Que ni pidió nuestro número. Ese hijo de perra... -Cuando no conseguía lo que quería, esa vocecilla en mi interior era una boca floja.
- Tranquila... Debo pensar bien mi siguiente movimiento... No quiero seguir así.

Sign here please.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora