11. De planes macabros

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Una vez que Sussan se retiró a dormir, James quiso compartirle su recién ideado plan a su padre.
- Padre ¿Tendrás unos minutos para mi?
- ¿Qué sucede esta vez James? -Preguntó mientras se devolvía a la sala.
- No tardaré, lo prometo padre, sólo quiero decirte algo que acabo de idear.
- Otro de tus planecitos malvados. -Respondió pesadamente su padre mientras se servía un trago.
- Mira padre, sé muy bien que tanto tu como madre esperan que me case con esa chica en la fecha indicada. Y pienso hacerlo sólo que me preguntaba ¿Puedo jugar un poco con ella?
- No es de caballeros jugar con los sentimientos de una dama hijo y lo sabes. -Reprochó su padre.
- Lo sé pero miralo de esta forma; ella no tiene ni una idea de quién soy yo, en cambio yo ya la conozco.
- ¿A dónde quieres llegar con todo esto?
- Es simple; cuando la conocí le di mi segundo nombre David, pero ahora yo sé que Sarah es Anabelle, vaya que su nombre es Sarah Anabelle, y que es mi prometida pensé que...
- ¿Piensas fingir ser dos personas con ella? Por dios James, ella no es tonta, lo descubrirá.
- Mientras ni tu ni madre le digan cosas de mi, como mi color de pelo, estatura o color de ojos, todo estará bien.
- Hablando de tu color de ojos ¿No te crees que sospechará de todos modos? Dime ¿Cuántas personas hay en esta ciudad con ojos de ese color? Las probabilidades son mínimas.
- Lo sé padre, por ello he pensado en usar lentillas. Cuando me conozca como James Maslow usaré lentillas de un color diferente al de mis ojos y cuando sea David serán de su color natural.
- Ajá, el color de ojos ya está resuelto ¿Qué hay con tu cabello, tu forma de vestir, hablar y comportarte? ¿Tu complexión en si? -La idea de jugar con la chica no era alentadora para el Sr. Maslow.
- Aún más fácil... -Explicó James. - Sólo me conoce de dos o tres veces que nos vimos y en esas veces he usado este tipo de ropa; jeans, camisetas, jersey y zapatos deportivos. Sólo habrá que vestir diferente.
- ¿Te das cuenta de lo malicioso de tu plan? Vas a jugar con los sentimientos de tu prometida ¡Por diversión! Lo siento hijo pero no puedo apoyar esta locura. -Se negó el hombre.
- Tendrás que hacerlo padre, o no habrá boda. -Sentenció el joven.
- Es que no puedo consentir que lo hagas. Sarah es una niña preciosa y no permitiré que le hagas daño.
- No pienso lastimarla padre, simplemente quiero ver hasta donde es capaz de llegar con cualquiera de los dos; James, su apuesto y millonario prometido o David, igualmente apuesto y entusiasta amigo.
- Necesitas ayuda profesional. -Concluyó su padre yéndose a acostar.
- Tal vez padre, pero puedo decirte que desde que nos conocemos me ha negado como su prometido al menos 3 veces.
- Porque no tiene ni idea que el hombre que le coquetea es el mismo que su prometido. Te lo advierto hijo; lastima a Sarah y todo acabará para ti.
- ¿Por qué ahora la llamas Sarah? Cuando me mencionaron su existencia la primera vez su nombre era Anabelle. -Comentó el chico sirviéndose un trago.
- Siempre ha sido Sarah Anabelle, más como ella mencionó que Anabelle sólo lo usa en ocasiones específicas, opté por llamarla del modo que más le gusta y ese es Sarah.
- ¿Como sabes tanto de ella padre? Comienzo a creer que sientes por ella algo más que un aire paternal. -Acusó James.
- Y tienes razón hijo, para mi Sarah es el tipo de mujer que quisiera volver a tener conmigo; es dulce, inteligente, tierna y sobre todo es de esas mujeres que requieren ser protegidas de todos los infames que hay en este mundo bizarro donde creen que está bien privar de su sexualidad a las jovencitas hermosas como ella.
- Tranquilo padre...
- Y es por ello James que si llegas a lastimar a Sarah, física, emocional o psicológicamente no dudaré ni un segundo en deshacer tu vida. -Sentenció el Sr. Maslow.
- Padre, podré ser la peor escoria del planeta; basofia y una basura de persona si así lo crees, pero jamás he lastimado a una sola mujer así lo mereciera o no.
- Amenazaste de muerte a esa chica Dina, por dinero. -Le recordó su padre.
- Lo sé y por ello mismo iré a buscarla mañana para arreglar las cosas. No me siento cómodo desde aquel día. -Reconoció el chico luego de beberse su trago.
- Piensa bien las cosas hijo y sobre todo si piensas llevar a cabo tu jueguito de James y David. Porque te repito que si tengo una queja de Sarah...
- Todo se vendrá abajo; mi compromiso con ella.
- Como tu vida de lujitos.
- Todo. -Comentaron a unísono los Maslow.
- Buenas noches. -Se despidió su padre y el teléfono se escuchó.
- No te preocupes padre, yo atiendo. Que madre y tú tengan un buen descanso.

James cogió el teléfono pero no reconoció el número.
- Diga...
- Buenas noches ¿El Sr. Maslow? -La voz de Sarah, reconoció James.
- No, habla su hijo ¿Quién le busca? -Preguntó olvidando que ella había prometido llamar a su padre.
- S-soy Sarah, hija de Anthon... ¿Quien es? -La chica estaba muy nerviosa.
- Soy su hijo James... -Escuchó el pesado tragar de la chica al otro lado de la línea. - Mi padre se ha retirado a dormir dada la hora señorita.
- Oh, lo... Lo entiendo, disculpa las molestias que te causé. No fui consciente de la hora. -Estaba nerviosa por conocer aunque fuera, la voz de su prometido.
- No se preocupe señorita, mañana por la mañana le comunicaré a mi padre de su llamado. Me dijo que su nombre es Sarah ¿Estoy en lo correcto? -Cuestionó casi queriendo reír.
- Eh, si, si... Bueno, gracias... -Se despidió la chica a punto de colgar.
- ¡Espere! -James hizo su jugada.
- S-si... ¿Que ocurre? -Preguntó Sarah un poco asustada.
- Corrígame si me equivoco pero es usted señorita, Sarah Anabelle McRussell, mi futura esposa ¿Cierto? -Preguntó muy galante el chico.
- ... -Sarah estaba petrificada.
- ¿Hola?... ¿Hay alguien ahí? ¿Hola?
- Si, soy yo... -Respondió la chica cortando la llamada muy nerviosa.

Finalizada la charla con su padre y la recién llamada de Sarah, James subió a su habitación y se tumbó en la cama. Buscando perfeccionar su plan.
- No es que quiera jugar con sus sentimientos o algo así. Pero tengo que hacer algo para distraerme de ese compromiso. -Se levantó y comenzó a desvertirse quedando únicamente en calzoncillos. - Además padre tiene razón; un caballero jamás juega con los sentimientos de cualquier dama.

Toda esta situación de su doble personalidad tenían inmerso a James en un sinfín de posibilidades de jugar con Sarah, la primera que, como ya la había besado estaba seguro que ella no opondría resistencia a seguir viéndose.
- Buscaré como enamorarla de ambas formas; siendo un entusiasta y siendo el mal nacido que muchas me creen. Será interesante romper a esa chica en dos cual palillo. Pero para que el juego comience, tendré que esperar a conocerle formalmente como James.

Si de algo James estaba consciente era que en cualquier momento el juego podría terminar y el sería el único perdedor. Tendría primero que hablar con los padres de ella para ponerlos de su lado y que no interfirieran con sus planes y dejarle en claro a los suyos que él no iba a arriesgarlo todo sin saberse el vencedor. Salió a su balcón y se dedicó a mirar la luna un par de minutos.
- Preparar mi querida. -Hablaba de Sarah. - Que estas por entrar en la boca del lobo. Uno que está hambriento de carne fresca y sed de inocencia.

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