6.- Problemas y más problemas

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Mientras llevaba a Sarah de vuelta a la ciudad noté que estaba preocupada y angustiada. No quería hacer preguntas pero ¿Qué más da? Le hice unas cuantas preguntas para intentar descifrarla.

Llegamos a un parque al centro y sentí que nos separaríamos. Más ella tomó mi mano y sentí una ligera descarga. Tal vez fue mi ropa o no lo sé pero eso fue extraño. Los cambios en la actitud de Sarah me hacían pensar que tal vez es de esas personas bipolares o con múltiples personalidades.
- ¿A dónde me piensas llevar? -Le pregunté mientras era arrastrado por ella.
- Ya verás, iremos a la biblioteca. -Respondió sonriente.
- Que sitio más raro para una cita. -Comenté, creyendo que no me había escuchado. De repente ella se detuvo.
- Si. -La escuché decir por lo bajo.
- ¿Te encuentras bien? -Le pregunté preocupado.
- Tienes razón... Aunque esto no es una cita porque tú tienes novia. Bueno, en ese caso iremos a comer un postre. -Apuntó al local donde Dina trabaja.
- Eh, no creo que sea buena idea... -Respondì pero ella hizo caso omiso a mis palabras.

Cruzamos la calle y en mis adentros rogaba porque Dina estuviese en su descanso o que no se hubiera presentado a trabajar. Sarah me arrastró con ella hasta una mesa vacía del fondo mientras que con la mirada buscaba indicios de Dina, sin éxito al parecer.
- Te estás comportando raro. -Me recordó divertida mientras leía el menú.
- Será mejor irnos, es en serio. -Tomé una carta de menú y me escondí en ella. Yo no merecía este tipo de cosas, tal vez si, pero no en estos momentos.
- Bienvenidos a Postre Planeta. -Escuché la inconfundible voz de Dina, demonios ella sería la camarera. - Todo postre habido y por haber. -Esto era demasiado, incluso para mi. - ¿Puedo tomar su orden?
- Yo quiero una malteada de chocolate y galleta, por favor. Ah y con mucha crema batida. -Ordenó la chica que estaba a punto de crucificarme.
- Lo mismo. -Respondí rápido sin bajar el menú, más podía sentir las miradas de Sarah y Dina preguntándose que me pasaba.
- Dos malteadas, a la orden. -Comentó Dina y el tono de su voz me hizo saber que estaba molesta, muy molesta.
- ¿Puedo saber... Por qué te estás escondiendo? -Me preguntó Sarah una vez que estuvimos solos nuevamente. Bajó la carta de menú que nos dividía y colocó la suya a un lado, cubriéndonos a ambos.
- Es porque a-aquí trabaja... -Estuve a punto de decirle cuando Dina nos interrumpió.
- David... Bebé ¿Eres tú? -¡Oh Dios! El apocalipsis.
- Ustedes ¿Se conocen? -Escuché a Sarah hablar.

No quería una escena más de Dina en el local, por lo que intenté en vano hacerlas salir a ambas, más cuando Dina tiró sobre Sarah las malteadas que habíamos pedido supe que esa fue la gota que derramó el vaso; las intenciones de Sarah eran buenas, no quería que nos peleáramos, así que bajó la cabeza y sólo volvió a sentarse conteniendo el llanto.
- ¡No puedo creer que me hicieras esto! -Chilló Dina saliendo del local.
- Lo siento mucho ¿Te encuentras bien? -Pregunté a Sarah limpiando su rostro con la mano y dándole una servilleta.
- Gracias... De-deberías ir con ella. -Respondió dulcemente mientras limpiaba discretamente sus lágrimas. ¡Dios! Fue el gesto más tierno que había visto, quise quedarme ahí y lamer de su rostro y cuerpo todo rastro de chocolate pero no podía. Tenía asuntos pendientes con Dina.

Seguí a Dina hasta una solitaria calle, entonces se detuvo y comenzó a reír de manera descontrolada.
- Dina... ¿Qué diablos fue eso? Fue completamente inmaduro. -Le reclamé en cuanto dejó de reír.
- Oh lo siento ¿Arruine tu cita con esa mosca muerta? No Sabes como lo siento. -Su veneno estaba disparado a chorros contra mi.
- Eso que hiciste no era necesario, ella no lo merecía. -Defendí a Sarah.
- ¿Ah si? Entonces debo suponer que después de lo que viste anoche me perdonas y seguiremos como si nada. -Caminó hacia mi muy segura de sí
- No sé de que me estás hablando Dina. -Respondí molesto.
- No te hagas el imbécil conmigo ahora Da.Vid. ¿O debería llamarte JAMES MASLOW? -Preguntó con una expresión de odio.
- ¿Desde cuando lo sabes? ¿Quién te lo dijo? -Pregunté asombrado.
- Desde hace meses... ¿De verdad creiste que seguía contigo sólo por qué si? No, bebé, yo estaba contigo por el dinero... Mientras tú vivías tu cuento de hadas, yo me fui haciendo del dinero de tus padres. -Me comentó muy orgullosa de si.
- ¿De qué estas hablando? -No lograba entender bien sus palabras por mi ira.
- Cada vez que dormías en mi cama, sustraje una considerable cantidad de tus cuentas del banco. Merecía más que ser tu chica en turno ¿No crees? Oh no... No te preocupes amor. El dinero que, "me obsequiaste" no se compara a lo que tendrás cuando te cases con esa rata de Anabelle... -Escupió en el nombre de mi futura esposa.
- ¿Qué tanto sabes de mi y mi familia? -Eso me sorprendió mucho ¿Hacia cuanto me espiaba?
- Todo lo necesario como para conservar este dinero hasta el día que me muera. Y si te atreves a abrir la boca... Tus padres se enterrarán de la clase de persona que es su querido Jamesy, por lo que te recomiendo que no hagas más por ahora.
- ¡No puedes hacerme esto Dina! -Grité furioso mientras la veía alejarse.- ¡Ten por seguro que me las pagarás!

Estaba más que furioso y desquité mi ira con un basurero que había cerca. Cuando sacié mi ira recordé a Sarah, es que soy imbécil... El recuerdo de su rostro a punto de llorar por la humillación de Dina cuando ella sólo quería hacerme sentir bien, y mi cobardía al dejarla sola en lugar donde se convertiría en blanco fácil de burla. Me maldije internamente y volví al local esperando encontrarla pero no fue así.
- Lo siento galán, ella acaba de irse. -Me comentó uno de los empleados que restregaba el piso limpiándolo.
- ¿T-tienes una idea de hacia donde? -Pregunté aún jadeando.
- Ni la más mínima, eso si... Es la chica más ardiente que jamás veré, aún y cubierta de chocolate y crema batida. Si no se hubiera ido, estaría lamiendo los restos de malteada. -Comentó con un tono lascivo y muy asqueroso que me hizo hervir la sangre.
- ¡Que ni se te ocurra acercarte a ella! -Bramé molesto dándole un puñetazo en la cara para después salida buscar a Sarah.
- Tranquilo viejo. -Escuché mientras corría buscándola.

Después de buscarla unas horas comprendí que jamás volviera a verla y eso me hizo sentirme vacío por dentro. Conduje de nuevo a casa; era hora de encarar a mis padres y hacerles ver que no soy el hijo modelo que creen y presumen.
- Mamá, papá... Tenemos que hablar.
- James ¿Dónde te metiste? -Preguntó mi madre abrazándome.
- Lo... Lo siento. Tenía cosas que pensar, espero no haberlos preocupado.
- ¿Qué tienes que decirnos? -Preguntó mi padre un tanto incómodo.
- Bueno, para empezar, tenían razón acerca de Dina. Hoy terminó conmigo... -Empecé a hablar mas mis padres me interrumpieron.
- ¡Te lo dije! Las chicas como ella solo buscan sexo y dinero. -Argumentó mi madre.
- ¿Finalmente te diste cuenta de que no puedes fiarte de una cara bonita?
- ¿Es que no se dan cuenta? Toda chica con la que salga solo querrá mi dinero. ¡Todas buscan mi dinero! -Grité molesto y lancé un puñetazo a la pared y solo logré lastimarme los nudillos.
- ¿Qué te ocurrió? -Preguntó mi madre abrazándome.
- Esto no solo por esa chica ¿Cierto? Hay algo más. Hay otra. -Mi padre lo había descubierto.
- ¿Otra mujer, de qué estás hablando? -Mi madre se dirigió a mi padre buscando una explicación.
- No existe explicación más racional cariño; tu hijo encontró a otra chica. Una por la cual se preocupa. Aparentemente. -Respondió mi padre poniendo una mano en mi hombro.
- Padre yo... No pienses que... Aún me casaré... Di mi... -Intenté excusarme.
- Anabelle no merece que alguien como tu le arruine la vida. Mañana hablaré con su abuelo. -Terminó la oración y se retiro.
- J-James... ¿Tu padre bromea? Dime que bromea. -Dijo mi madre preocupada.
- Lo siento mucho madre. -Me deslice hasta el suelo, mi mano aun dolía pero me dolía mas la expresión de angustia en su rostro.
- Te ruego recapacites... -Pasó su mano por mi cabeza mientras se iba. - Por favor amor.

- ¡Demonios James! ¿Es que no puedes hacer nada bien? -Me reclamé a mi mismo una vez que estuve solo. - No. Le prometí a mis padres que aseguraría nuestra fortuna no importa cuanto la deteste o ella a mi pero Anabelle será mi esposa. -Me levanté del suelo y fui directo al mini bar. - Además, esta chica... Sarah, se ve que es una mojigata... Jamás saldría con alguien así no importa... -Su rostro viajó a mi mente en ese momento. - Lo tierna, bella y sensible que se vea... Aún con esas gafas. -Me sonreí al recordarla.

Luego de meditarlo tras varios tragos me pregunté como era esa tal Anabelle McRussell y decidí ingresar su nombre en el buscador de mi computadora llevándome una gran sorpresa al clickear una fotografía.

Ahora con mas razón tengo que volver a verla.

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