3.- ¿Dónde quedó la cordura?

16 1 0
                                    

¡Si que estoy mal de la cabeza! No sólo acepté entrar en el auto de un desconocido, sino que mentí diciendo que estoy soltera... ¿Cuál será mi castigo por negar a James? Bueno, está bien, sé que metí la pata pero ¿Qué más podía hacer? Si, sé que buscar volver sola es la opción más natural pero no podía pensar claramente con ese hombre mirándome fijamente.

- Tranquila que no muerdo. -Intentó romper el hielo mientras conducía.
- Ajá. -Respondí nerviosa pegándome lo más posible a la puerta del auto.
- ¿Puedo preguntarte algo? -Su mirada estaba atenta a la carretera.
- Supongo que si. -Respondí.
- ¿Qué te tiene tan mal para que hayas subido hasta el mirador corriendo?
- Mi familia hizo algo muy cruel conmigo... ¿Por qué te interesa? -Le pregunté.
- Porque llegar allá toma horas caminando. -Explicó.
- Es cierto que no tenía ni idea de a dónde iba... Pero sólo quería escapar.
- ¿Tan malo fue lo que te hicieron? -Su voz me hizo pensar que él sabía más o menos lo que sentía.
- No quiero hablar de eso ahora. -Respondí abrazándome a mi misma.
- Lo siento. -Se disculpó colocando una mano en mi hombro. Si te hace sentir mejor, sé por lo que estás pasando.
- Ahora que lo mencionas ¿Qué te tenía inmerso en tus pensamientos antes de que chocáramos? -Pregunté muy interesada en la respuesta.
- Ah, eso. Nada del otro mundo... Estaba así por una chica. -Respondió restando importancia al asunto. Más aquello sólo logró interesarme más.
- ¿Ah si? Tu novia y tu pelearon ¿Es eso? -Mi decepción era tal, pero yo me negaba a hacerla notoria.
- ¿Qué? No. Bueno... No sé si aún es mi novia... -Narró triste y noté que estábamos llegando a la ciudad.

-¿Cuánto tiempo llevabas corriendo Sarah para que no te dieras cuenta que saliste de la ciudad? Deberías romper el récord mundial de "La mayor carrera huyendo de la realidad como un gato asustado". ¿Acaso estamos perdiendo la cordura por los acontecimientos? ¡Sólo es un compromiso! Lo romperemos después y POOF te olvidas del tal James. Además este David no está tan mal... -Mi conciencia hacía su gran aparición estelar este día. ¡Demonios!

Llegamos a la ciudad y la verdad es que yo no me quería separar de David, algo en mi me decía que tenía que ayudarlo o al menos acompañarlo unos momentos más.
- Bueno, llegamos. -Anuncié mientras abría la puerta del auto luego de que nos detuviéramos en un parque.
- Sana y salva. Te dije que no mordía. -Respondió acercándose a mi ya en la acera.
- Gracias. Oye ¿Tienes algo que hacer? -Pregunté tomándolo del brazo.
- No, no realmente ¿Por qué? -Me preguntó rascándose la nuca.
- ¡Perfecto! Entonces no te importará ser mi acompañante por el resto del día. -Respondí comenzando a caminar en dirección a la biblioteca.
- Supongo que no tengo elección ¿Cierto? -Preguntó más bien en tono de queja. - ¿Siempre eres así con los que acabas de conocer?
- Sólo con quién necesita subir el ánimo y dado a que se nota que estás triste por lo de tu novia. -Mencionar a la chica que desconocía me hacía sentir una opresión en el corazón. - Yo te subiré ese ánimo. Así que vamos... ¡Camina! -Le ordené mientras lo jalaba de la mano.
- Eres una chica muy poco común ¿Sabías eso? Pero me gusta. -Sus pasos se amoldaron a los míos y decidí soltarle la mano puesto que a quién acabas de conocer no lo tomas de la mano y menos si tiene novia.
- Prefiero pensar que soy una persona alegre que está dispuesta a hacer que otras estén menor con ellas. ¡Apresura esos pasos o no llegaremos a tiempo!
- ¿Exactamente a dónde me llevas? -Sus quejas eran muy divertidas.
- ¡Ya lo verás! Te llevaré a la nueva biblioteca que abrieron... Un buen libro te sacará esos sentimientos que tienes.
- ¿La biblioteca? Es un lugar extraño para una cita. -Sus palabras resonaron en mi cabeza "¿Cita? ¿Él pensaba que es una cita?". Lentamente detuve mi andar y me quedé de pie a mitad de camino.
- Si... -Musité para mis adentros.
- ¿Sarah, estás bien? ¿Ocurre algo malo? -Me preguntó pasando su mano delante de mi cara.
- Lo siento... ¿Decías? -Recobré el sentido y mis acciones idiotas.
- Que me parece que la biblioteca es un lugar extraño para una cita.
- Pero esta no es una cita. No, no... Tú tienes una novia y yo sólo quiero ayudarte a sobrellevar tu situación. Aunque pensándolo bien, tienes razón... ¿Qué te gustaría hacer?
- Pues la verdad pensaba ir a emborracharme a un bar pero ya que estoy acompañado y no creo que sea buena idea hacerlo contigo. No lo sé.
- Bueno, mira... Ahí enfrente hay un local de postres... ¿Te apetece una malteada? -Apunté al local que estaba al otro de la calle, más cuando David leyó el nombre se negó. - ¡Vamos! Un postre no ha matado a nadie. -Comencé a halarlo nuevamente hasta que entramos en el local.
- S-Sarah, será mejor irnos ahora. -Su voz era más aguda y una ligera capa de sudor se acumulaba en la frente.
- ¿Pero que dices? Si el lugar es muy bonito. -Dije mientras lo arrastraba a una de las mesas vacías.
- Yo sé lo que te digo... -Miraba en todas direcciones mientras intentaba hundirse en su propio asiento ocultándose en la carta del menu.
- Sarah Anabelle McRussell ¿Porqué no dejas de comportarte como una colegiala estúpida y haces una verdadera cita con ese chico? Se ve que te gusta y él siente lo mismo que tú aparentemente. ¡El que no arriesga no gana y lo sabes! -Ésta es mi conciencia hablándome otra vez sobre David.
- ¿Cómo que porqué? Él tiene una novia ¿No escuchaste? Además creo que se te está olvidando el hecho que ¡Estoy comprometida! -Me respondí mentalmente cerrando la conversación conmigo misma.

- Bienvenidos a "Postres Planeta: todo postre habido y por haber" ¿Puedo tomar su orden? -Preguntó una chica pelirroja, que usaba una gorra con un pay de fresa con su plato y cubierto en la parte más alta.
- Si, yo quiero una malteada de chocolate y galleta con crema batida. -Respondí mientras noté como la chica intentaba ver a David como buscando algo en él.
- Lo mismo. -Se apresuró a decir David sin bajar la carta mientras la chica tomaba la orden en su libreta.
- Dos malteadas de choco/lleta y crema batida a la orden. -Releyó la oden antes de dejarnos mirándolo nuevamente y frunciendo el ceño.
- ¿Puedo saber por qué te comportas así? -Pregunté poniendo el menú sobre la mesa cubriendo nuestras caras y susurrando.
- Te dije que no viniéramos. -Respondió en un susurro mirando en todas direcciones mientras hablaba.
- Ay vamos... ¿Qué sucede? -Susurré un poco alto.
- A-quí trabaja... -Susurró él apenas audible.
- ¿David? ¿Eres tú? -Escuchamos y ambos nos giramos a ver de dónde provino el nombre y resultó que quién lo había mencionado fue la misma chica que tomó la orden.
- ¿Se conocen? -Pregunté confundida.
- ¿Conocernos? Él es mi novio. -Respondió furiosa y ahí comprendí porque él no quería entrar y se ocultaba. Yo había metido la pata, otra vez.
- Por favor, Dina... Esto, esto no es lo que crees. -David se levantó de su asiento encarando a la chica.
- ¿Qué no es lo que creo? Por Dios... ¿Tu-tu crees que soy estúpida, cierto? -Ella estaba molesta y yo no quería formar parte de la escena de celos.
- O-oye... Esto es... Un malentendido solamente. Él y yo, sólo somos amigos. -Comenté sutil mientras me alejaba.
- ¡Tú no te largas de aquí! -Gritó halándome de la camisa.
- ¡Déjala en paz Dina! Ella no tiene nada que ver. -Dijo David molesto.
- Encima de que me engañas y tienes el descaro de venir mi trabajo a restregármelo en la cara ¿La defiendes? -Su voz se tornaba más aguda conforme gritaba y su cara se iba poniendo al color de su cabello.
- ¡No te estoy engañando! ¡Y Sarah es una amiga!
- O-oigan... No quiero molestar pero... Todos nos están viendo. -Me volví a levantar apenada por la situación.
- ¡No te metas! -Gritó Dina y me tiró encima nuestra orden, que había dejado en una mesa contigua. En lugar de molestarme o algo, simplemente me volví a sentar probando el líquido que corría por mi rostro.
- ¡No puedo creer que me hicieras esto! -Sollozó la chica y salió corriendo.
- Lo siento Sarah... ¿Estás bien? -Preguntó él dándome una servilleta para limpiarme.
- Gracias. -Respondí tomando la servilleta. - Pero creo que deberías ir a buscarla.
- ¿Segura estarás bien? -Sacó su billetera y arrojó unos billetes a la mesa.
- Siento haber arruinado tu relación con ella. -Me sentía muy culpable por lo que pasó.

Sin perder más tiempo, él se fue del local dejándome como una idiota ahí; algunos de los presentes seguían murmurando cosas como: "Pobre chica, mira como quedó". "Se lo merece, no debió interferir entre ellos". " Espero ese chico sepa lo que hace, yo en su lugar me quedaría con ella".
Me levanté y salí del local aún escurriendo chocolate y trozos de galleta, comencé a caminar a casa pues prácticamente tenía todo el día fuera y entonces esa adorable voz de mi conciencia volvió a mi.

- Si que eres estúpida Sarah, "¿Por qué no vas con ella?" ¡Idiota! Si él se quedó contigo es porque le pareciste más importante tú que ella. Pero no, eres tan imbécil que no lo notas o tal vez si, pero te crees la reencarnación de la virgen María o algo por el estilo.
- No soy nada de eso y se supone que deberías ayudarme con los problemas no regañarme por lo que pasa ¿No crees? Además te recuerdo que eres parte de mi y lo que yo haga te arrastra a ti también por lo que deberías elegir mejor las palabras que usas para describirnos. -Me respondí a misma molesta.
- Tal vez, pero si no aceptas que el conocer a ese chico te quitó las intenciones que tenias de hacer aquello no dejaré de decirte que eres una inútil que ni siquiera consiguió su número telefónico. ¡Bien hecho Sarah, jamás volverás a verlo!
- Que no se te olvide lo que pasará antes de volver a la escuela, así que concentremonos en lo que realmente importa que es, ver cómo zafarnos de esto. ¿Estás conmigo o en mi contra?
- ¿Es que has perdido la cordura? Siempre estaré contigo y en tu contra. Soy tu conciencia, estúpida.

Es cierto, mi conciencia me odia, pero al menos es sincera conmigo y siempre hace actuar con cordura, bueno lo hacía antes de conocer a ese chico. Estando él cerca, mi cabeza no funcionaba.

Finalmente llegué a casa, mis padres me habían dado el regaño de mi vida por la hora y por llegar cubierta de chocolate, papá estaba furioso y mamá me riñó diciendo que seguro fue por un chico diciéndome loca. Ellos tenían razón; había perdido mi cordura. Y me aseguraría de que no volvería a pasar.

O al menos eso esperaba.

Sign here please.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora