8.- De libros y regalos.

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SARAH POV †

Jueves 2 de julio

Pasaron unos días para que mis padres me hubieron levantado el castigo impuesto por haber desaparecido casi todo un día. Lo cierto es que estar encerrada en mi habitación me hacía pensar en él.
- Pues al menos te queda el consuelo que se interesó por ti meramente por interés, sin tomar en cuenta el dinero que posees. -Mi conciencia se había vuelto muy parlanchina desde ese día.
- Bueno ¿Es que no tienes nada mejor que hacer que molestar? -Me pregunté ofendida, luego recordé que era yo.
- No estoy molestando, es más te invito cordialmente a que vayamos a la zona caliente y usemos a ese tal David. -A veces odiaba a esa conciencia mía. - Una mirada rápida a tu zona de la imaginación ¿Que no tienes curiosidad por como le recordamos?
- No y por favor, déjame terminar de leer. Quiero acabar pronto para así poder pedir ir a la biblioteca. -Me quejé mientras volvía a mi lectura de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol.

Terminada mi lectura, tuve que pedir permiso a mis padres para poder ir a comprar más libros, les mostré que llevaba mi teléfono y las llaves del auto y el ridículo gas pimienta que mi padre me dio luego del incidente de las malteadas.
- Te estaré llamando cada hora como no vuelvas a tu toque de queda. -Amenazó papá.
- Está bien papá, prometo volver antes de las 10 pm. Y no es necesario que llames. Si pasa algo, te aviso. -Comenté besando su mejilla antes de irme.
- ¡Diviertete, traga libros! -Se burló mamá, desde siempre fue mala pero ahora hasta parecía disfrutarlo.
- Si, lo haré Maléfica. -Grité cruzando el garaje para llegar a mi auto. Al entrar en él busqué mi disco preferido y lo puse en la radio antes de arrancar.
- Sabes igual que yo, que lo que quieres es buscarlo... Quieres ir buscándolo por toda la ciudad. -Aquí volvía mi conciencia entrometida.
- Más que mi conciencia pareces una personalidad alterna. Y ya deja de mencionarlo. -Sentencié mentalmente.

El camino a la biblioteca fue muy animado por la música que me acompañaba, en un semáforo en rojo mientras cantaba a todo pulmón sentí una penetrante mirada en mi. Abrí los ojos y comencé a buscar la procedencia de dicha mirada y en el carril de junto estaba nada más que David mirándome de manera divertida mientras intentaba no reír por mi actuación. Inmediatamente me callé y mi cara se tornó de todos colores por la vergüenza.
- Hacía tiempo que no te veía. -Comentó haciéndose escuchar por encima de la música.
- Estaba castigada. -Respondí apagando la radio colocando mi cabello detrás de mi oído.
- ¿A dónde te diriges? -Preguntó interesado cuando los autos comenzaron a sonar sus claxon.
- Esto... Yo, la verdad... -No quería decirle a donde iba, pero no se me ocurría ninguna respuesta.
- Vamos, Sarah... Hace días no nos vemos, merecemos hablar. -El semáforo había cambiado pero ninguno avanzaba.
- Y-Y-yo... No...
- ¡Avancen ya Tortolitos! -Escuché detrás de mi auto.
- ¡Lo siento! -Me disculpé con los conductores y decidí arrancar el auto.
- Mira nada más, aquel que No estamos buscando aparece de la nada... ¿No te parece extraño?
- No y yo no lo estaba buscando, ahora déjame conducir tranquila. -A veces siento que mi cabeza me traoiciona cruelmente.

Cuando llegué a la biblioteca verificando que él no estuviera cerca me sentí aliviada, estar cerca de él me hacía actuar y pensar de manera más estúpida de lo que normal .
- Bienvenida a la biblioteca, si necesitas ayuda no dudes en pedirla. Mi nombre es Cameron. -Saludó cortés un chico muy guapo de cabello largo recogido en una coleta baja, con un piercing en su oído izquierdo.
- Gracias. Estoy buscando literatura. -Respondí con un ligero rubor en las mejillas.
- Claro, sigueme por favor. -Comentó haciendo un ademán. - Tenemos una gran variedad de libros que van desde la literatura hasta esas novelas juveniles que están de moda. Puedes tomar los libros que quieras y leerlos aquí o llevarlos a tu casa y devolverlos después o si te sientes con dinero, puedes comprar la colección de tu agrado. -Comentó casi como una rima.
- Gracias. -Fue lo único que salía de mi boca.
- Cualquier cosa, estoy a tus servicios preciosa. -Se despidió con un guiño de casanova.
- L-lo tendré en cuenta. -Respondí mientras él se marchaba a atender otros clientes.
- El chico sexy de la biblioteca ¿no crees que quiera mostrarnos otras secciones? No me opondría a que nos lleve a la zona de sadomasoquismo y practique con nosotras alguna obra del Marqués. -Por Dios ¿Es que mi voz interna no se callaba nunca?
- Disculpe señorita, estoy buscando... -Escuché a alguien hablar, más no presté atención.
- No trabajo aquí, lo siento -Respondí pasando el dedo por algunos títulos.
- Disculpe, pero quisiera saber... -Seguía insistiendo esa persona, lo cual me estaba cansando un poco.
- Ya le dije que no trabajo aquí, por favor déjeme en paz. -Alcé el brazo para intentar tomar un libro pero estaba muy alto y comencé a saltar para agarrarlo.
- Tome. -Unas manos pasaron por encima de mi cabeza para tomar el libro que quería y lo depositaron frente a mi y supe quién era.
-Gra... -Mi cara debió ser todo un poema para él.
- Sorpresa. -Respondió sonriente cuando puse el libro junto a otros que ya tenía.
- ¿Qué diablos haces aquí? -Le pregunté estupefacta.
- Como no me dijiste a dónde ibas, te seguí. ¿No te molesta, verdad? -Respondió acercando su rostro al mío.
- No tenía que hacerlo. -Me sentía muy acalorada en esos instantes y mi lengua comenzaba a fallar. - T-tú y... yo... so-somos c-conocidos. -Necesitaba recuperarme así que le di la espalda.
- Eso dolió. -Simuló un dolor en el pecho. - Por cierto, ese sujeto camarón, no te conviene. -Sentía su aliento en mi oído y no me gustaba, a decir si, pero no así.
- Su nombre es Cameron ¿Y he de creer lo que dices por qué? -Cuestioné alzando una ceja.
- Ahora mismo está coqueteando y algo más con una chica detrás de esos estantes. -Respondió David apuntando con la cabeza unos estantes semi vacíos del fondo.

Sutilmente me acerqué a dicha zona que él indicó y pude constatar que no mentía y había una pareja haciendo... Bueno, cosas que deberían hacerse en privado. Con el rostro de mil y un colores volví con David mientras el reía descontroladamente.
- Te lo dije. Camarón está necesitado.
- ¡Vaya! Todo mundo tiene relaciones en esta ciudad menos nosotras. -Se quejó mi conciencia, más sucia que unas medias de jugador.
- P-pueden ser... Cualquiera, no precisamente él.
- Te apuesto lo que quieras a que es tu camaroncito y una chica de cabello rosa. -Respondió desafiándome.
- No vale si les has visto. -Resoplé volviendo a mi búsqueda de más libros.
- ¿En serio vas a leer todo eso? -Preguntó asombrado viendo el montón de libros que intentaba cargar.
- ¿Algún problema? -Respondí intentando equilibrar la pila de al menos 10 libros de diversos tamaños que parecían pesar una tonelada.
- Dame eso. Te caerás. -Comentó y un instante después el cargaba con los libros como si fueran hojas de papel, sin esfuerzo alguno.
- Quisiera que mi novio cargara mis libros. -Escuché a una chica decir a su amiga mientras nos acercábamos a la caja.
- Yo, que al menos fuera tan apuesto como él. -Respondió la otra chica siguiendo con la mirada a David.
- Esa es mucha lectura para dos. -Comentó sonriente la chica detrás de la caja registradora.
- ¿Qué? Oh no. Es sólo para mi. -Respondí negando al chico a mi lado.
- Así es, me gusta consentir a mi princesa. -Me tomó de la cintura atrayéndome a él y escuché como varias chicas a nuestro alrededor suspiraban.
- Tú y yo no somos nada. -Me quejé soltando el agarre y buscando mi cartera sin éxito alguno.
- ¿Pasa algo? -Preguntó David mientras yo mordía mi labio inferior.
- Mi cartera... No, no está. -Respondí nerviosa.
- Serían $1045.80 -Comentó la chica luego de registrar los libros. Si que era una cantidad razonable. Pero que más da, son libros y me gusta leer.
- Últimamente me sales un poco cara. No importa, yo pagaré. -Comentó triunfante mientras veía mi cara de preocupación.
- De ninguna manera te dejaré pagar por ellos. -Me negué tomando su brazo antes que sacara su billetera nuevamente. - Alguien debió robar mi cartera.
- Tal vez sólo la olvidaste. -Respondió abrazándome por la cintura.
- ¡O-oye! -Me quejé.
- No... Pasa... Nada. -Respondió. Hábilmente sacó la billetera y le dio a la chica una tarjeta de crédito. - Cobrate, linda. -Comentó guiñando a la cajera haciéndola sonrojar.

Al salir de la biblioteca con varias bolsas en las manos, David me acompañó a mi auto a dejarlas y al hacerlo noté que mi cartera estaba en el piso del auto, suspiré aliviada y saqué de ella el efectivo que le debía.
- Gracias. Aquí está tu dinero.
- No es nada. Puedes quedártelo. -Respondió negándose a tomarlo.
- Claro que no. Toma. -Metí el dinero en uno de sus bolsillos del jersey.
- Considéralo un obsequio. -Me devolvió el dinero nuevamente.
- ¿Obsequio? ¿De que estás hablando?
- Por lo ocurrido el otro día en el local de postres. -Respondió mirando al suelo rascando su nuca apenado.
- Ah. No, de ninguna manera lo acepto. Fue mi culpa el que discutieras con tu novia. -Me sentía muy culpable al recordar ese día y lo que pasó en el local.
- Ex novia. -Respondió un poco dolido.
- ¿Terminaron? -Por un lado me sentía muy mal al pensar que ellos hubieron terminado su relación por mi culpa, pero por otro lado podría intentar hacerme amiga de él.
- Si, pero no fue tu culpa en sí, veníamos teniendo muchos problemas... -Parece ser que quería contarme su historia. - ¿Quieres comer algo? -Preguntó de repente.
- Uy, la verdad no creo... Prometí estar en casa temprano.
- Pero si apenas van a ser las 18:00. No me hagas rogarte, Sarah. -Escucharlo decir mi nombre luego de tanto me hizo un nudo en el estómago.
- E-está bien. -Respondí nuevamente echando a la basura toda mi rebeldía.

¿Es que con él cerca mis neuronas no van a funcionar y terminaré cediendo a todo lo que quiera? Yo esperaba que no, pero estar con él me hacía no pensar en mi familia y en mi compromiso con un hombre al cual aún no conocía, estando con él nada me importaba.

Definitivamente algo no estaba bien conmigo.

¡Santos Dioses!

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