27. La despedida (Parte I)

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Habían pasado unos días desde la búsqueda del maletín en la casa de los Whitehall. Aún no habían señales de el mismo, así que habíamos dado por perdido el maletín, era evidente que Tres lo había ocultado.

Y estaba aquí de nuevo, pues Adam me había llamado esta vez.

Tomé asiento en el sillón y suspiré pesadamente. Adam me veía desde el otro lado de la sala, preparando café en la cocina.

—¿Estás bien? Te noto muy cansada —me preguntó con preocupación en su mirada.

—Lo estoy, no he podido dormir bien durante días. Después de lo que pasó con Tres en aquella cabaña... Se me ha dificultado aún más —contesté.

Adam me dió una mirada llena de empatía mientras acercaba a mis manos una tasa de café. Era jueves por la mañana. Adam estaba libre y Aidan estaba en una cita con su nueva terapeuta. Adam lo buscaría más tarde.

—Gracias —dije y tomé un sorbo de ese delicioso café que había preparado.

—De nada —dijo, luego abrió una caja en medio de la mesa.

Lo miré, y comenzó a sacar algunas cosas de allí.

—¿Qué es? —inquirí.

—Fotografías viejas, papeleo y más papeleo. Trofeos de hockey de Aidan y otras cosas.

Asentí mientras el rebuscaba dentro de la caja.

—Bien, Raven. Te traje aquí porque sé que tienes muchas preguntas. También te has estado preocupando mucho por él, y como eres su novia, la verdad creo que necesitábamos tener esta conversación. Y ahora que pasó lo de Tres... —suspiró—. Con mucha más razón debo decirte.

Coloqué la tasa en la mesa y le presté atención a lo que diría Adam.

—Ah... No sé por dónde empezar —soltó, se notaba en su expresión que era algo incómodo para el hablar del tema del trastorno de Aidan, pero ambos sabíamos que era necesario.

—Puedes empezar por cómo te diste cuenta de que tenía un TID —Adam me miró y luego asintió.

—Bien, recuerdo que estaba de guardia, lo había dejado solo en casa. A penas tenía unos meses de haberse mudado conmigo. Cuando llegué, la casa estaba vuelta un desastre. Y el lucía diferente. habían botellas de alcohol por todas partes y Aidan actuaba diferente, me ignoraba, y tenía una actitud rebelde. No respondía cuando lo llamaba por su nombre y su voz era diferente, con ese acento ruso, hasta me habló usando palabras en ese idioma —sonrió con nostalgia—. Supuse había sido una broma juvenil, tal vez quería asustarme o algo.

Me incliné hacia él prestando más atención a sus palabras.

—Estaba histérico porque nunca lo había visto así y no sabía qué hacer con él. Pero comencé a ver frecuentes diferencias, de un momento a otro actuaba distinto y cuando le reclamaba por cosas decía no acordarse de ello. Estuve investigando y pensé en las posibilidades de que fuera un TID, pero no estaba seguro. Así que lo llevé a consulta con un especialista, y lo diagnosticaron con ello.

Tras la respuesta de Adam solo pude sentir empatía por él. Me imaginé que debió ser totalmente difícil ver a su hermano actuando diferente y no saber por qué, y al descubrir esa enfermedad, seguramente fue aún más doloroso.

-¿Y desde cuándo él desarrolló a Tres? -pregunté sin tener miedo de que mis palabras fueran imprudentes. A fin de cuentas él me había traído aquí para exponer el tema.

-La primera psiquiatra de Aidan creyó que se formó en su adolescencia. Pero no estamos tan seguros. Es difícil esta enfermedad, nunca podemos saber a ciencia cierta qué ocurre.

Sweet But Psycho © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora