Entre la luz tenue y notas de jazz, en el tan conocido bar "Sweet night" , Lee Ji-Eun encontró su corazón atrapado en las garras de un amor ardiente y sexual como toxico y destructivo.
Es él, Kim Taehyung, con su sonrisa encantadora y sus promesas...
De pronto, un recuerdo me golpeó: el olor a café llena mis fosas nasales, como si eso fuese posible, como si aquel viejo recuerdo de invierno pudiera ser tan real, tanto que el aroma del café tostado llega a mí, como si estuviera justo en esa tarde lluviosa, como si fuera posible sentir nuevamente sobre mi piel aquellas manos hábiles, quitando mi cordura y aún más que eso, quitando mi inocencia y voluntad.
Bebo de golpe, una vez más, aquel líquido que ahora es amargo, y no debería sentirse así en mi paladar, pero estaba tan distraída que dejé la canela un poco más tiempo al fuego, un poco más de lo debido, haciendo que lo que debería ser dulce se tornara en un sabor un poco picante y amargo.
Amargo como el último beso de sus labios, amargo como lo es este tibio té que trata de apaciguar mi angustiado corazón.
¿Por qué de pronto la vida era tan jodida? ¿Por qué de pronto todo nuevamente se mueve en contra mía? —era Yoongi—, dije tan despacio y sin emoción. Su nombre se sintió como un cuchillo cortando mis labios al ser pronunciado; claro, solo era la sensación, pues no era posible que eso pasara, aunque se sentía así de doloroso.
Con fuerza, cierro mis ojos. Es obvio que no voy a llorar por algo así; teníamos diecisiete años, había pasado un largo tiempo, no había manera de que mi corazón doliera nuevamente por eso.
—¿Qué dijiste? Oye, Ji... Eun —escuché a lo lejos y voltee a ver a Jimin, quien me hablaba para llamar mi atención—. Te decía que él te estaba muy rico.
—Mentiroso —le dije con una sonrisa en mis labios, y él también sonrió, agachando su rostro.
—Debo irme, pero antes de eso quiero asegurarme de que estás bien. Aún te veo muy afectada y me iré sin saber por qué.
Me dijo y, después de tomar el último trago de mi té, me levanté a limpiar la mesa.
—¿Te ha pasado que miras un fantasma y te paralizas? —le pregunté, y él me observó con atención—. Bien, he visto un fantasma de mi pasado, uno que no debería volver a ver en mi vida, pero esta noche tropecé con él, como si la vida quisiera decirme lo mucho que me odia.
—Nadie podría odiarte, Ji, eres una chica increíble —me dijo de manera coqueta, y yo le sonreí.
—Bueno, yo me odio a mí misma, así que...
—Deja las tonterías atrás, trabajar tanto al lado de Tae te está afectando. ¿Ahora eres amarga?
Me preguntó y solté una risa sincera. Era verdad, nuestro jefe siempre se comportaba amargo, o no, más bien, alguien agridulce, eso era para mí.
—¿Crees que le caiga en gracia que compre boletos hacia París para ambos? —le pregunté, acompañándolo hacia la puerta.
—No, de seguro le cagarás alguno de sus planes sucios.
—Ese negocio depende de mí y saldrá bien o me dejaré de llamar Eun. Jimin me observó y, antes de salir, tomó mi mano, besándola.
—Tu hermoso nombre está seguro. Eres una mujer muy capaz, lo he visto estos meses. Mis ojos son testigos de cómo todo se ha regulado gracias a tu intervención, y estoy seguro de que Taehyung sabrá comprender que es por el bien de ambos.
—Es un idiota —dije con molestia.
—Sí, lo es, uno muy jodido, pero sabes que en el fondo es bueno.
—¿En el fondo del Río Han, ¿no?
—Tienes un corazón perverso —me dijo y terminó de despedirse. Lo observé desde la puerta hasta que se marchó de mi casa. Entonces, me permití sacar el aire que estuve reteniendo a manera de suspiro. Aún me sentía un poco afectada y fui a mi habitación para comenzar a quitarme la ropa y ponerme una pijama. Quería descansar y no pensar más; dormir era la mejor opción.
De pronto, el celular comenzó a sonar de manera insistente. Observé el contacto y ese "jefe" me hizo rodar los ojos.
—¿Qué quieres, Taehyung? —le dije con mi voz cansada pero tranquila; no quería seguir peleando con él.
—¿Estás en casa? —me preguntó serio.
—Sí, estoy por dormir, solo me pondré la pijama y... —me interrumpió.
—¿De qué color son tus bragas?
—Azul marino... —le contesté sin pensar, pero después caí en cuenta de lo que estábamos hablando. El muy maldito se salió con la suya solo porque yo estoy muy distraída aún. —Kim Taehyung, ¿por qué no te jodes? —lo escuché reír, y no pude evitar sonreír también.
—Descansa, Ji.
—Deja de hacerme este tipo de llamadas antes de dormir, Taehyung, me pones nerviosa.
Le dije entre broma y verdad, porque ya era costumbre para él cada noche llamarme antes de que me fuera a dormir, a veces solo para joder, a veces solo para preguntar cualquier tontería sobre el trabajo, pero siempre se aseguraba de que yo estuviera bien y en casa.
—No te pongas nerviosa, ya sabes que yo soy un hombre de palabra. No volveré a seducirte, aunque soy tan jodidamente guapo y caliente que seguramente esta noche dormirás abrazada de mi saco.
—Buenas noches, Kim.
Le dije apresurada y colgué la llamada. De pronto, aquello no era mala idea, así que, sin ponerme pijama, fui de nuevo a la sala y tomé el saco de Taehyung, poniéndolo sobre mi cuerpo. Me permití olerlo una vez más y borrar con ello el olor a café tostado; sí, ese olor imaginario que no podía sacar de mi sistema. Increíblemente, logré conciliar el sueño.
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¿Por qué el sol es tan intenso esta mañana? Mi cabeza duele como si tuviera una resaca. Observé mis manos justo cuando me cubrí de la luz intensa y las noté más delgadas. Un momento, ¿y la cicatriz? Debía estar aún adormilada. Me giré para tomar impulso y levantarme, pero al hacerlo, mi sangre se congeló.
Pues la perfecta sonrisa de Yoongi estaba frente a mí, observándome fijamente, con su uniforme escolar pulcramente puesto.
—Buenos días, Ji, el café está listo.— Fue todo lo que logré escuchar cuando abrí mis ojos de golpe. Era un sueño, no, era una pesadilla. Mis manos temblaban y una leve capa de sudor se hizo notar sobre mi frente.
Llevé mi mano hacia mi vista y estaba ahí, mi cicatriz permanecía en el mismo lugar, intacta, como recordatorio de lo que nunca debo olvidar. La acaricié como si fuese mi mejor amiga, y una vez tranquila, tomé suficiente valor para pararme de la cama e ir a tomar una ducha.
Mi día apenas comenzaba y tenía que hoy confesarle a Taehyung que ese viaje a París no lo tomaría solo.
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