Dulce "Vindicta" || FLEXKATO ᡣ⋆

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Permanecieron en una zona medicinal a las orillas de Capadocia, Muzi era tratado por un hada sanadora mientras Flex esperaba que todo estuviera bien. Aquel hada extra era Sparta, quien pareció reconocer al chico herido apenas habían llegado, cosa que notó Flex, pensando que entonces, estaría bien en sus manos.

— Se pondrá bien, ¿cierto? — preguntó el peli celeste, algo inquieto, pues quien atendía a Muzi no dejaba de dar vuelvas y vuelvas por el lugar.

— Bueno, creo que... — iba a responder aquella pregunta.

— Estaré bien — interrumpió Muzi — solo necesitaré algo de reposo por algunos dias, nada que un poco de polvillo no arregle.

— Uff que alivio ¡Entonces todo bien! — dijo con una sonrisa — que bueno que somos criaturas mágicas.

La tercera persona del lugar no parecía estar conforme con lo que el castaño habia mencionado, cosa que el mismo chico notó. Muzi volteo a ver por un orificio del árbol, notando el amanecer y volviendo su vista al chico peli celeste.

— Creo que tienes trabajo por hacer, Flex.

— Ouh, es cierto... pero tú...

— Yo estaré bien, volveré a casa apenas dejen de revisarme.

— ¿No necesitarás ayuda?

— Flex... ve al trabajo antes de que me moleste contigo.

— Que gruñón que eres... ya voy, pero iré a verte luego.

— Y Flex — lo detuvo antes de que se fuera — no le menciones nada de esto a nadie, ¿quieres? — pausó — no deseo preocupar a nadie.

Y aun que Flex tuvo sus dudas, decidio aceptar la petición del contrario.

— De acuerdo.

Dicho esto, aquella hada se retiró, dejando a las otras dos hadas solas.

— ¿Por qué mentiste?

— Es solo un hada novata, Sparta, ademas a el no le incumbe esto

— ¿Qué no habia dicho ese chico que fue su culpa?

— No lo fue, la adrenalina lo hizo decir eso

Entre ambos se sentía una ligera incomodidad, no solo por el tema del ala rota, si no que estos mismos no se habían visto hace años, tanto que mutuamente creyeron que ninguno recordaba al otro (aun que ese no era el tema principal del asunto, por lo que no decidieron dialogar de ello).

— Sabes que debo informarle esto a la reina, se lo informaría a un superior pero tu eres uno...

— No hará falta

Los chicos quedaron helados por unos segundos al escuchar aquella voz femenina provenir de polvillo que recorría los aires y que al poco tiempo se torno en una persona.

— Su majestad — se arrodilló como saludo.

— Un gusto verte de nuevo, Sparta, ¿no te dieron buen trabajo en la tierra vecina? — caminó hacia el castaño.

— No... — dijo con decepción de si mismo.

— Reina... — iba a dar aquel saludo tambien, pero Lin alzó la mano como señal de que no era necesario.

— Muzi... cuéntame.

El castaño tal vez podría ocultar el accidente del resto de hadas, pero la reina era capaz de sentir el bienestar de cada hada que pisaba Capadocia, por lo tanto, era conciente de que en cualquier momento iba a saber de su estado e iria por el.