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Los nervios en la barriga de Padme aumentaban por minuto. Nunca había tenido una cita y ese sentimiento de inquietud le cabreaba y le desconcertaba a la vez. Nunca había entendido por qué la gente se ponía atacada de los nervios cuando le tocaba una cita con una persona que ya había visto el día anterior, con la diferencia de que iban a un sitio a solas. Ahora lo entendía un poco pero ella no debería sentir esos nervios, no tenía ese derecho.
-estás hermosa-halagó Astrid mientras que la de ojos verdes se acercaba al espejo de la habitación.
Astrid había optado por ponerle un vestido de color granate.Era de tirantes e iba pegado hasta la cintura y luego se desplegaba en hondas hasta llegar un poco más arriba de las rodillas. Para abrigarse la rubia le había elegido una chaqueta negra de cuero y unas botas del mismo color. Y por petición de la ojigris, le había arreglado los rizos y parte de ellos, se los había recogido en una corona de trenzas con dos mechones sacados por los laterales de la cara, enmarcándole las facciones.
-he creado una obra de arte-finge limpiarse una lágrima falsa-Eros se va a quedar sin habla, te lo aseguro.
Justo en ese momento tocaron a la puerta seguido de un chillido de emoción de Astrid. Padme le echó una mirada de advertencia para que se callara antes de abrir la puerta.
Eros se encontraba detrás de la puerta. Se había cambiado de ropa y ahora llevaba los colores de su reino, es decir, una chaqueta azul con las mangas moradas y una A del mismo color grabada en la izquierda del pecho.
Por un momento ninguno dijo nada cuando sus miradas se cruzaron. Azul contra verde sumergidos en un silencio prolongado.
-ni la flor más hermosa ni el paisaje más bello y natural podría igualarse a ti-rompe el silencio sin embargo sigue manteniendo su mirada fija en ella.
-Eros de Arendelle espero que cuides muy bien de mi amiga y te aseguro que ya hablaremos de que no me hayas contado nada acerca de esto-le advierte la rubia haciendo que ambos adolescentes aportaran la mirada del otro.
-quedo advertido-le dedica una dulce sonrisa a su mejor amiga- si nos disculpas- dice cogiendole la mano a Padme, quien la aparta por reflejo.
-nos vemos luego Astrid-se despide la pelirroja desesperada por irse y dejar de estar tan incómoda.
-adiós-se despide agitando la mano-quiero detalles de todo después, de los dos-les advierte antes de que cierren la puerta.
Bueno ¿qué se hacía en una cita? -se preguntó Padme.
...
Vale, Padme debía admitir que casi muerde a Eros cuando le intentó poner una venda en los ojos. Pero qué podía decir, no le gustaba estar con los ojos vendados. Su padre le enseñó que una buena capitana nunca debía quitar la vista de su entorno por mucho tiempo ya que podía provocar el naufragio de su barco. Pues ella era como un barco, al mínimo descuido podría ocurrir algo.