Querido diario [ 25 de julio del 2015 ]...
Era una noche normal y corriente, con estrellas en el cielo y luna reflejando nuestras figuras en la superficie, como un espejo cóncavo. Hacía calor de verano, y hacía un calor extraño, todo por culpa de las nubes llenas de agua que estaban apunto de caer y convertirse en lluvia. La presión nos mataba la respiración. Pero nada nos pararía para disfrutar una noche llena de magia y luces, con música y gente feliz bailando con bebidas en las manos. Es común pasear después de perder la respiración por culpa de tanto bailar bajo la luna llena. Pensaba que estaba liberada, porque verle haría que lo extrañe como la primera ausencia suya. Y nunca pensé que lo volvería ver ahí, en ese sitio ni en ese momento. Mala suerte tenía que tener yo. Miraba el suelo para pasar la carretera salva, y cuando volví a levantar la vista, lo vi. Estaba parado con sus amigos. En ese instante, mi corazón se asustó. Mis ojos se abrieron más, y mi mirada era sorprendida, pero también era un "¿Qué hace 'ese' aquí?". Hixe una mueca de medio odio y medio amor. Mi corazón raramente no estaba disparado como enamorado, sino era más frío, como si supiera que esa persona fue que lo ronpió y lo dejó asi destrozado. Y se creó en el rincón del corazón un odio raro, un enamoradamente mal odio. Era como si la nieve se convertiera en hielo duro y estable, ni una bala en el interior lo rompería. Era como si el corazón no quiera seguir sufriendo por el culpable de ese caos. Y giré la cabeza para delante, lo que tocaba. Y seguí mi camino, decidida que lo debo dejar atrás, como lo estaba haciendo literalmente. Pero de alguna manera, seguía mi cabeza pensando en él y mi mirada alrededor mia buscandolo con mis ojos. Y creí poder olvidar, y eso significaba no volverle más, olvidarme de su rostro, de su presencia, de él. Pero creí mal, porque el verano iba a ser lleno de su ser, va a estar presente donde yo ronde, y va a aparecer siempre en mi mente. Parece que el destino no quiera que él desaparezca de mi vida, ni de mi vista. Y lo peor es que notó mi presencia, pero fui fuerte. Además que estaba a centímetros de mí, y de repente mi corazón solicitó un querer odiar, para lograr suprimirle de su lista de daños. Y cuando tuve su brazo entre mi mano, quería clavarle mis uñas para dañarle, pero mi corazón me frenó, porque si una persona te hace daño, no significa que le tienes que dañar también. También me invadió unas ganas tremendas para moderle el brazo, para que sepa que no sólo ladro, sino también muerdo. Pero esta vez me frenó la cabeza, y no el corazón. De alguna manera mi cabeza está de acuerdo con el corazón. Y es que yo extrañaba su presencia, pero ganó el corazón dañado. Como estaba roto, no quiso volver a querer al causante. Y así fue. Cada vez me convertía en una reina del hielo, que dispara gotas cogeladas y afiladas por el aire, por alrededor suya, para que nadie se acercase a mí, como un salvavidas. Y entendí, que las lágrimas que derramo, al caer, se convierten en trozos de hielo, como los pedazos de mi corazón.
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•Diario sentimental.•
Teen Fiction"Cada persona tiene el derecho de ser feliz. Escribe tu propio libro con 365 páginas, y eres tú el que decide como acaba la historia. No dudes en cumplir tus sueños. ¡Hazlos reales!"