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LA NOCHE envolvía la sabana con su manto estrellado mientras Ahadi y Kovu regresaban a la Roca del Rey
Caminaban lado a lado, todavía riendo por la travesura en Upendi, sus cuerpos aún húmedos por el agua del lago
Pero a medida que el bullicio de la diversión se disipaba, el ambiente entre ellos comenzó a tornarse más tranquilo, casi melancólico
Al llegar a un claro en medio del camino, Ahadi se dejó caer sobre la hierba, mirando la Luna con un suspiro
Kovu se sentó a su lado, sacudiendo un poco su melena corta antes de fijar la vista en el cielo estrellado
El silencio reinó por unos momentos, roto solo por el susurro del viento entre la hierba
Ahadi bajó las orejas y comenzó a rascar la tierra con la pata, removiendo el césped distraídamente Su voz salió más suave esta vez, sin el entusiasmo de antes
-Kovu... ¿Todavía sigues pensando en irte?
Kovu se tensó, su sonrisa se desvaneció Evitó la mirada del príncipe y giró el rostro hacia otro lado, observando la sabana en penumbra
No quería responder Porque si lo hacía, si decía la verdad, temía que Ahadi viera en sus ojos la culpa que lo carcomía por dentro
Kovu mantuvo la vista en el horizonte, su expresión era inescrutable