Extra

18 2 0
                                    

Era bastante común.

― ¿Cómo estás? ― sentir a Lan Zhan en sus sueños. Al ser ciego apenas recordaba su rostro, pero su voz, su aroma, su presencia, aún estaba allí, todavía los tenía presente.

―Yibo... ― Wei Ying levantaba la mano para que este tomara la suya, pero cuando la tomaba despertaba. Así era siempre, le pedía un beso, un abrazo, algo y siempre habían resultados negativos en todo esto.

Si tan solo hubiera alguna manera de permanecer a su lado para siempre, pasaría por el infierno de ser necesario, pero en esos momentos tenía otras preocupaciones.

Pero no habían lugares donde el pudiera desahogarse de verdad. Eso pensaba a excepción de aquel dichoso día.

La misión era simple, encontrar una niña noruega que se supone que tenía un ADN especial, Wei Ying lo aceptó solo y únicamente porque la consideraban cura para muchas cosas, si le hacían daño el aparecería primero para matarlos a ellos.

Y se decía que la única manera de encontrarla es yendo a un bar en medio de un desierto del Sahara, donde se reunían las personas más peligrosas del mundo.

Apenas un simple roce y todo esto terminaba en pleito. Todavía pensaba que no conocía cosas interesantes del mundo. Aparecían cosas malvadas de por medio casi siempre que él no tenía interés en meterse en ello.

Ya de por si él era un fenómeno del mundo.

En aquel bar habían diferentes niveles, en una tenían esclavos que obligaban a pelear con diferentes tipos de animales que no tenían ninguna oportunidad. Otros que peleaban por pura diversión, pero el resultado era más sangriento porque no se permitía rendirse.

Era un lugar con aroma a desesperanza, sangre y sudor. ¡A Lan Zhan le hubiera encantado! ¡los hubiera matado a todos y se hubiera hecho con el lugar!

Estuvo tomando, fingiendo ser uno de los concursantes, de hecho, pelear en aquella jaula no se miraba tan mal, tenía ganas de matar a unos cuantos. Pero no pudo hacerlo cuando sintió a un enorme hombre de tres metros entrar al bar. Tenía un ADN especial, no era ninguna fiesta como la de ellos, pero si había algo ciertamente diferente.

Era muy fuerte, parecía ser de otro planeta. Que llegaba allí quizás a desahogarse.

Había encontrado a la persona que buscaba, en vez de llevarse a una niña ¿el pudiera contar? Tenía más sangre. No quería pensar en ella, cuando se volvió padre las cosas cambiaron completamente.

No podía pensar en niños muertos sin pensar en el suyo.

Solo tenía que iniciar unas peleas, pero en esos momentos aparecieron muchos robot encapuchados. Se extrañó ante eso, ¿desde cuándo tienen robots? ¿y de quiénes eran? Se le era complicado establecer una descripción sobre ellos.

No podía sentir más que cables y metal ensamblado de manera perfecta.

Pero si eran extremadamente fuertes. Con sus armas comenzaron a disparar a todos los presentes, haciendo que todos quedaran noqueados. Era un arma de fuego, pero lanzaba poderosas corrientes eléctricas. Observó como el enorme hombre intentó inútilmente pelear con uno de esos robots, y para su sorpresa falló.

Recibió un fuerte golpe que lo hizo salir volando, Wei Ying saltó directo donde estaban ellos. Sería una buena idea simplemente pelear juntos y entablar una amistad mientras averigua donde vive para poder saber más acerca de su familia.

Pero no supo que ese enorme hombre se puso de pie enfurecido, Wei Ying se quitó para que el intentara acabar con ese robot inútilmente.

Pero no lo logró. Volvió a suceder lo mismo pero esta vez el robot lo tomó del brazo pegándole fuertemente en el pecho antes de que Wei Ying partiera en dos ese robot, sorprendiendo al hombre en frente de él.

El Hijo de un MercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora