† Caida del primer arco lunar †

14 3 3
                                    

—Luke, te dije que no podemos venir a este tipo de sitios —lo regaña, preocupada—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Luke, te dije que no podemos venir a este tipo de sitios —lo regaña, preocupada—. ¿Acaso no ves que nos pueden matar? 

Él se queda en completo silencio, ya que no tenía nada que alegar ante semejante verdad. Las calles de Aria estaban sometidas a un ambiente depresivo muy intenso; la basura amontonada en los callejones y las ratas caminando por la calle como si fueran las dueñas del pueblo le daban más repugnancia al lugar. Bueno, era de esperarse: todo lo que estaba fuera de la vista del obispo se estaba pudriendo poco a poco y no hacían nada para impedirlo. 

—Podrías relajarte, Lorena. Necesitamos conseguir esa raíz o, de lo contrario, morirá. Sabes que amo a esa mujer y, si existe una posibilidad entre un millón de salvarla, lo haré a como dé lugar —en su tono de voz se podía percibir que la quería y que haría lo que fuera por salvarla. 

Lorena no tuvo más remedio que quedarse callada. 

Una vez que cruzaron el umbral del bar de mala muerte, se encontraron inmediatamente con una bienvenida poco hospitalaria. Una botella, lanzada con una velocidad impresionante, se dirigía hacia ellos con una fuerza despiadada. Sin embargo, sus reflejos y agilidad no los traicionaron, permitiéndoles esquivarla en el último segundo y evitando así un encuentro doloroso.

En aquellos tiempos oscuros, los seres humanos temían y desconfiaban profundamente de la brujería, considerándola tan aterradora y peligrosa como la mismísima muerte. La caza de brujas se había convertido en una obsesión despiadada, en la que los humanos estaban dispuestos a arriesgar sus vidas con tal de eliminar cualquier rastro de magia en el mundo.

Aunque la magia había sido liberada en cierta medida, permitiendo a las brujas ejercer su poder sin restricciones, existía una oscura paradoja. Si bien las brujas podían asesinar sin consecuencias aparentes, ya que cualquier rastro de su crimen se desvanecía misteriosamente, había un terrible precio que pagaban en silencio. Cuando una bruja arrebataba la vida de un ser humano, la magia insidiosamente se adentraba en su ser, corrompiendo y devorando su alma lentamente, convirtiéndolas en seres vacíos y condenados, hasta el punto de llevarlas al suicidio.

Sin embargo, los humanos desconocían esta macabra verdad y seguían persiguiendo a las brujas sin piedad ni compasión. La justicia que creían estar impartiendo era, en realidad, un destino que tarde o temprano les alcanzaría de igual manera.

—Hola, Jackson —saludo al hombre de la barra, guiñándole el ojo con cautela—. Ponle a mi amiga Lorena una cerveza. —Me acerqué a su oído y le dije la clave.

—Marchando una cerveza —mencionó, trayendo una jarra. Pero antes de entregarla, escupió dentro de la jarra de madera—. Aquí tienes.

—Muchas gracias, amigo —le agradecí, lanzando cinco monedas de oro al aire que él tomó rápidamente antes de caer en la sucia barra.

Jackson era uno de los traficantes de magia negra con más influencia en la putrefacta ciudad; básicamente tenía el poder de ver el aura de las personas, por lo que sabía si poseían magia en su sangre o no. Esto le ayudaba a determinar si había soldados del obispo dentro del bar, garantizando así su seguridad y la de sus artículos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Herencia de muerte y sangre carmesí †El arco de la noche†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora