Lados diferentes.

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Ya es viernes, el despertador me despierta con ese agudo chirrido que produce, ya está viejo, me lo regaló mi padre por mi cumpleaños, el mismo año en el que me abandonó: 2013. Desde ese año tuve muchos problemas, robaba en tiendas, no estudiaba, me pasaba horas delante del ordenador, viendo videos y jugando a juegos.

Fue el mismo año en el que mi madre cogió una depresión muy grande, llegó a autolesionarse para poder olvidar el dolor que le producía la desaparición de mi padre con el de la herida. Ella pensaba que haciendo eso iba a anhelar el sufrimiento por siempre, pero solo lo conseguía por un pequeño tiempo. El dolor físico tiene más prioridad que el psicológico, pero el psicológico permanece más tiempo.

Al llegar al instituto me encuentro con Dylan en la entrada. En el pasillo de camino a clase toda la gente esta apartada hacia los laterales de este, todo el mundo susurra en grupitos pero los ignoramos.

Al salir al patio nos sentamos en un banco, hasta que aparece Natalia y nos exige que la sigamos, por lo tanto, procedemos a obedecerla hasta llegar al aula de química antigua, que ahora simplemente es un trastero.

—Bueno, ya podéis ir dándome explicaciones. —Reclama Natalia.

—Lo mejor para ti es mantenerte al margen. —Trato de convencerla.

—Lo mejor para mi lo decido yo. Ayer tuve incluso que mentir al director por vuestra culpa, por suerte te ha perdonado por lo de ayer. —Se pone grosera.

—Como quieras. —La intento relajar y le cuento. —Sarah y yo tuvimos que enterrar un cuerpo. La policía lo encontró, lo analizó y encontró huellas mías, pero por alguna razón que desconozco ya no coinciden a mí. Algo extraño también, fue que cuando huíamos del colegio, nos subimos a un coche como cualquier otro, pero nos encerró y nos trajo a comisaría. Como si alguien lo hubiese planeado, ¿sabes?

—Eso podría tener sentido... —Se para a pensar, sin reaccionar impresionada.

—No tenemos todo el día. —Dice Dylan.

—Mirar lo que he recibido esta mañana de un número oculto. —Nos enseña su móvil.

En la pantalla se ve un video de nosotros en el baño, planeando nuestra huida.

—Pero...si en el baño no hay cámaras! ¡tendría que ser ilegal que te grabasen haciendo tus necesidades! —Se indigna Dylan.

—Es que nunca las ha habido. —Replico.

—Ahí está el tema, alguien se molesto en poner cámaras para poder grabarnos, como si ya supiese que íbamos a ir. —Dice Natalia.

—¿Insinúas que alguien nos está manipulando? —Me quedo impresionado. —Que la persona que te envió eso, ¿Es la misma que puso el coche en medio de la calle?

—Pero, ¿esa persona como supo que íbamos a ir a ese baño? ¿Como supo que íbamos a coger ese coche? —Pregunta Dylan.

—Hombre, estaba en medio de la carretera con las puertas abiertas, era obvio que íbamos a coger ese coche. —Argumento. —Además probablemente tendría cámaras en todo el colegio.

—¿Quién podría haber hecho algo así? —Nos pregunta Natalia. —He intentado preguntarle pero no me deja hablarle, simplemente me ha enviado el video.

—Ni idea, lo mejor será que lo consultemos con Sarah después de las clases. —Aconsejo mi idea.

—Tienes razón. —Dice Dylan mientras se retira.

Me quedo solo con Natalia.

—Natalia, espérate. —Le ruego.

—¿Qué pasa? —Pregunta ella extrañada.

—Mira, no es que no confíe en ti, pero ¿Por que quieres ir con nosotros?—Pregunto intentando no ser grosero con ella.

—¿Por que dices eso?

—Ya sabes, tenemos muchos problemas encima y pueden afectarte por juntarte con nosotros, pero tú, directamente asientes y no nos dejas plantados, que podrías hacerlo.

—Es difícil de explicar. —Dice ella.

—¿Que es difícil? No sabemos nada de ti, y tu lo sabes todo sobre nosotros. —En ese momento me refiero a Dylan y a mi. Sarah va a parte, no es alguien en la que confíe pero sí alguien con información necesaria. —Que ahora vengas con el cuento este de que nos están espiando y eso, no va a juntarte con nosotros. No es creíble.

—¿Que? ¡Pero si hace un momento estabas hasta preocupado!

—Tú quieres ir con nosotros, vale, pero no debes.

—Pero, ¿Por qué?

—Lo hago por ti, de veras. Aún tienes tiempo, no sabemos con lo que estamos jugando. Es lo mejor. —Le digo mientras me alejo. Sé que he sido cruel pero es lo mejor para ella. Me sentiré triste pero tengo un fin de semana por delante para perdonarme a mí mismo por esto. Me quedaban 3 clases de lecciones, menos mal que no eran con ella.

A la salida del instituto me encuentro a Zac que me mira fijamente a los ojos. Siento la necesidad de apartar la mirada pero ya es tarde, me mira como si fuera unas hojas a punto de ser movidas por el viento. De pronto se acerca a mí con su grupito de amigos.

—Eres un criminal. —Me susurra al oído como si quisiese cabrearme. Pero esta vez no, esta vez no lo va a conseguir, a si que me doy la vuelta y cuando me quiero dar cuenta es imposible salir de ahí, me rodean.

—¿Vais a dejarme salir? —Pregunto mientras intento escapar. —¡Oye!

—Así es como te deberías estar para toda tu vida. Encerrado en una cárcel. —Dice el amigo de Zac, el lameculos, el pagafantas, el que no tiene personalidad. —¡Porque eres un criminal!

—¡Criminal! ¡Criminal! ¡Criminal! —Gritan todos al unísono.

—¿Y sabes que les hacen a los criminales? —Pregunta mientras me agarra del pie y me caigo al suelo. —¡Esto!

El golpe es tan fuerte que me llegan a salir unas lágrimas de reacción. Esto es penoso.

—¡Venga! ¿No tienes huevos a pegarme? —Dice Zac con un tono vacilante.

Contrólate, contrólate, me repito en mi interior.

—¿Que? Vete a llorar con tu amiguita Natalia. —Dice otro amigo de Zac de cuyo nombre no me acuerdo.

Mi ira se destapa y grito con mucha intensidad. En el momento en el que me levantó, un Lamborghini aparece y ahuyenta al grupo. Se abre la puerta del piloto y aparece mi vecina, que me indica que me siente en el asiento copiloto.

—Gracias a dios, me has salvado la vida. —Le agradezco con toda mi alma. —Por cierto, ¿Y este coche? ¡Es una auténtica pasada!

—No lo he hecho por ti. Lo he hecho por que tenemos problemas, serios problemas.

Dangerous memories. {#Wattys2015}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora