Solo compañeros sexuales ¿Aceptas?....
Fue la propuesta que el austriaco le dijo a la soldado novata T/N, con la condición de NO involucrar sentimientos, pero por supuesto ser compañeros sexuales no es suficiente, T/N quiere ser más que eso, desafo...
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El ambiente relajado en la habitación se rompió abruptamente con una serie de golpes apresurados en la puerta. Rápidos, insistentes, urgentes.
Horangi, que apenas estaba acomodándose en su silla tras la última copa de soju, se levantó con una leve mueca de molestia.
—Ya voy, ya voy… —gruñó mientras avanzaba hacia la puerta.
Al abrirla, se encontró con Rose. Estaba agitada, su respiración era acelerada, pero lo que más resaltaba era la preocupación en su rostro.
—¿Rose? Carajo, ¿de nuevo olvidaste tus llaves? Como sea, no importa porque....
—El capitán Price quiere verlos ahora. —Rose lo interrumpió con un tono de voz firme y agitado —Los demás sargentos y coroneles están en la sala de reuniones.
Horangi frunció el ceño y se enderezó. Ahora tenía toda su atención.
—¿Qué demonios está pasando?
—No estoy segura. —La voz de Rose seguía siendo urgente. —Pero Alejandro está preocupado. Nunca lo había visto así. Dense prisa. Voy a buscar a T/N también.
Hizo una pausa, mirando a Horangi directamente con duda.
—Por cierto, ¿sabes dónde está? No la he visto.
La pregunta quedó flotando en el aire.
Horangi abrió la boca para responder, pero no tenía una respuesta clara. Antes de que pudiera decir algo, Rose sacudió la cabeza y se apresuró en dirección contraria por el pasillo.
König se levantó inmediatamente, ya completamente alerta. Horangi apenas tardó unos segundos en recuperar su compostura, poniéndose su equipo táctico con rapidez. Sin más palabras, ambos salieron de la habitación y caminaron a paso firme hacia la sala de reuniones.
—Mierda. —Murmuró König, ajustando los guantes de su uniforme. —Probablemente encontraron algo acerca del maldito líder de Al-Qatala, si es así son buenas noticias y por supuesto, más trabajo
—Carajo. —Horangi suspiró pesadamente. —Ni siquiera pude dormir un poco.
Finalmente, al llegar a la sala de reuniones, se encontraron con un grupo ya reunido. Task Force 141, los Vaqueros, sargentos y coroneles. Todos presentes. Pero lo más inquietante era el ambiente. Silencio absoluto.
Al cruzar la puerta, las miradas se posaron en ellos, Serias
König sintió un ligero escalofrío recorrer su espalda. Algo no estaba bien.
Price, con rostro inexpresivo, caminaba lentamente, su mirada fija en las luces del techo, pero su mente claramente en otro lugar, rápidamente Price se percato de la presencia de los soldados y giro en dirección a ellos.