Capítulo III: La profecía

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A la luz de las velas, DongHae parecía un manojo de luces escurridizas. Había un silencio sepulcral en la biblioteca de los Magos Meridionales, pero aún era más penetrante la oscuridad que sumergía la planta baja. Tan sólo había unas ventanas, del tamaño de una cabeza pequeña, por las que se veía el cielo morado de la noche de Estravis. No había estrellas, ni rastro alguno de luna. En Estravis no existían los astros.

Se cruzó de piernas, y la túnica, larga y de seda, se deslizó suavemente y cayó a un lado de su cuerpo. Estaba sumamente concentrado en las páginas del libro entre sus manos. Había encontrado un ejemplar único de la "Historia Sivar y La Creación Del Nuevo Mundo". Uno de los primeros volúmenes que se habían escrito a mano, sin magia ni máquinas humanas. Se percibía la letra a mano debajo de la magia de restauración a la que la había sometido en más de dos ocasiones. DongHae había tenido la suerte de rescatarlo de manos de Grantfyl, un lycan poco delicado. Estaba muy desgastado y maltrecho, pero había logrado hacer magias cuidadosas de reparación. Muchos le decían que no gastara su magia portentosa en hazañas tan poco útiles como la restauración de un libro, pero DongHae era un amante de las letras, y nunca había escuchado demasiado lo que le decían otras voces que no fueran la de los libros.

—La guerra se inició con una crueldad fogosa —leía, en voz alta y emocionada—. Los ángus querían proteger a la humanidad de los raenar y se unieron con los magos para crear un mundo ajeno a la tierra que sería la prisión para castigar y reprender al mal. Llamaron a la prisión "Estravis", palabra en arángel que significa "prisión".

»Los ángus crearon distintos cuerpos militares llamados La Justicia de Plata, los cuales se paseaban por el mundo humano y se encargaban de capturar cualquier fuente de maldad y encerrarla en Estravis. Sin embargo, los raenar, furiosos, comenzaron a revelarse a La Justicia de Plata. Al principio era en pequeñas cantidades de raenar contra algunos pocos Justicia de Plata. Peleaban, y ganaban o perdían. Muchos raenar, sin embargo, terminaban en Estravis, donde eran condenados a vivir encerrados el resto de su eternidad.

»Pero la guerra no inició sino en el año 502 Después de Raghar, cuando los raenar intentaron, por todos sus medios, hacer comprender a los ángus que su naturaleza cumplía una parte importante en el equilibrio del mundo. Fue entonces cuando se encharcó de sangre la tierra humana. Perecieron millones de sivar, benignos, malignos u ambos. En las guerras no importaban los ideales. Muchos se aprovecharon de la situación; hubo traiciones, amores prohibidos, luchas imposibles y lágrimas de luna. Fruto de la guerra, se extinguieron prácticamente todas las brujas y magos, los unicornios y los trols.

»La Guerra de Plata terminó con la victoria de los ángus y con los raenar encerrados en Estravis, la prisión eterna.

—¿De nuevo leyendo el pasaje de la Guerra de Plata? —DongHae dio un pequeño bote en su silla, que crujió bajo su peso.

—Abuelo DongNim. —El joven mago se levantó e hizo una inclinación respetuosa a su abuelo, un poderoso mago, de los últimos que vieron las lágrimas de luna en las mejillas de los pálidos.

—DongHae, ¿nunca te han dicho que por la noche se descansa? Muchos empiezan a decir que eres un vampiro que finge ser un mago. —Rio divertido ante las ocurrencias de dichos rumores, y la barriga le tembló bajo la tela de la túnica. DongHae mostró una débil sonrisa en sus delgados labios.

—Pero la noche es el momento perfecto para iniciar una lectura, abuelo. ¿No son apasionantes los libros? Y éste es un ejemplar único, aún escrito a mano. Mira, acércate. Te enseñaré cómo he aplicado las magias de restauración para que quede tan entero y aún se distinga el trazo único y especial del autor. ¡Es del increíble Haller Mus! Y creíamos que ese historiador no había escrito más que un libro, pero no es así. El resto de libros están basados en el de Haller Mus, estoy convencido. Además dicen que... —La profunda risa de su abuelo le descolocó y molestó profundamente—. ¿Por qué te ríes? ¡Es un hallazgo importantísimo! Menos mal que se lo quité a Grantfyl, ese licántropo lo habría echado a perder todo.

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